A veces me pregunto cómo he llegado a sentir un rechazo profundo hacia cierto tipo de actitudes tradicionales que unos años atrás no me hubieran llamado siquiera la atención. Supongo que mi reacción ha sido una respuesta natural y espontánea a la misoginia que he visto en mi vida. Hay hombres que aman a las mujeres , las endulzan de piropos , las miman y reconocen su valía. Por desgracia , cada vez quedan menos , pero siguen existiendo caballeros en el sentido galante del término. Por el contrario , se está extendiendo en nuestra sociedad una actitud de rivalidad y desprecio hacia lo femenino visto desde la óptica masculina. Son hombres misóginos, que no aman a las mujeres , groseros y resentidos por experiencias anteriores.Son hombres que tienen miedo a las capacidades de las mujeres y prefieren menospreciarlas. A esos hombres sólo puedo recomendarles una sesión de terapia psicológica para que un profesional les suba la autoestima.Puedo recordarles que nacieron de una mujer, aunque les pese , y muchos de ellos están donde están porque las mujeres han sido cobardes y han preferido mantenerse en un segundo plano mientras ellos se convertían en protagonistas de la historia. El miedo , la inferioridad y el profundo sentimiento maternal de algunas mujeres los han transformado en lo que son: unos necios.
No me considero una persona feminista recalcitrante , pero con el paso del tiempo me he visto "obligada" a aceptar sus tesis. No podría entender a una mujer del siglo XXI que no compartiera muchas de las reivindicaciones del feminismo. Que las mujeres deben aguantar a esos hombres groseros que las "cosifican" es una realidad.
Recuerdo de manera indeleble uno de mis primeros trabajos: fue en un concesionario de coches. Trabajaba como administrativa. Uno de mis compañeros masculinos , que debía enseñarme el trabajo , se mostraba reacio a ayudarme durante los primeros días en el desempeño de mis tareas. Respondía con desgana a mis peticiones y mostraba bastante desdén hacia mi persona cuando estábamos a solas y sabía que no había nadie presente que pudiera censurar su actitud. Era un estúpido pagafantas y niño de mamá con calzones muy acostumbrado a ser el centro de atención de la oficina . Supongo que sintió ciertos celos al ver cómo entraba una chica nueva y mona ( ya ven que no necesito abuelo) y decidió hacerme la puñeta para cansarme. Harta de la situación decidí quejarme ante mis superiores. Subí las escaleras y me planté delante del director del centro y de la jefa de administración. ¿ cuál fue la reacción de ambos? La de mi jefa directa fue contundente y honesta. Censuraba la actitud de mi compañero y prometió hablar con él para recordarle sus deberes - entre las cuales estaba enseñarme mis tareas y contestar a mis preguntas - El director del concesionario , en cambio, tuvo una reacción muy diferente y reaccionó con sorna contestándome de la manera más grosera y burlona que pudo lo siguiente: "Tú lo que necesitas son un par de cojones" Aquella respuesta fue la gota que colmó el vaso. No contesté al director. No sé si fue porque soy una persona muy diplomática o porque me pilló de sorpresa. Era demasiado joven. Creo que si me ocurriera ahora hubiera mandado a tomar viento a ese misógino de corbata que gozaba de un status laboral superior al mío y que aprovechaba esa situación para hacerme daño. Es uno de esos hombres que odian a las mujeres. Lo que sí acerté hacer antes de marcharme de ese trabajo rutinario y anodino fue despedirme de mi compañero espetándole un irrespetuoso : Eres un hijo de pu... Creo que fue ese el primer momento de mi vida en el que reconocí la misoginia imperante en nuestra sociedad.
Desde entonces no han sido los hombres jóvenes y maduros que me han mostrado su misoginia . Muchos de esos hombres han sufrido desengaños amorosos por parte de mujeres y pasan a odiar lo que antes amaban. O quizás nunca las amaron...
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