domingo, 9 de noviembre de 2014

"Las olas" , mi particular homenaje a Virginia Woolf.

Las olas


El niño tiró una piedra al mar. Y el mar se la devolvió. Jugó a ser un fantasma . Y el mar lo ignoró. Compró un juguete de madera . Y el juguete se rompió. Los juguetes se rompen cuando las olas lo zarandean.

El mar olía a petróleo cuando me levanté a escucharlo. Estaba en una barca. Estaba mareada. Estaba rodeada de gente. Estaba líquida. Un ojo me devolvió la conciencia . Era el ojo de Dios. Su fragancia hecha eternidad. Y el cielo  y el mar se juntaron en una línea divisoria. Y el mar se hizo mujer. Y la mujer se hizo luna. Y la luna , muerte.

Me tomé una copa de vino. Escuché el nombre de George Bataille. Una cara de zorra intrépida se me quedó grabada en el rostro. Bautizo de mar . El mar es una cabra que paría cabras. El mar tiene gotas de sal que echamos en lágrimas. Me tragué la última copa de vino. Tenía sed. Ya no estaba mareada. Estaba entusiasta. Loca. Dolida. Jodida.

Hacía calor en aquel barco. Agosto se levantaba con temperaturas altas. Necesitaba ser agua. Las olas me cubrían de angostura. Quería ser mar. Me acerqué a la proa   y me asomé. Tras la cortina de agua se oscurecía mi rostro. Etéreo. Fugaz. Mi rostro era una ola. Quería ser ola. Y me tiré al mar. Hice el amor con él. Me acariciaba y penetraba  cada uno de mis pensamientos con delicadeza , sin apenas dolor.






El pensamiento inocuo

Betty me dijo que el mar me destruiría , que acabaría por dejarme cuando menos lo esperara. Betty es mi mejor amiga. Tiene  el pelo negro y  los ojos apagados. Betty está loca. Hace dos semanas  apareció en mi piso con una enorme borrachera y una bolsa llena de galletas de chocolate que había preparado durante el día. Entró por la puerta y se me puso a llorar. No sabía cómo arreglar lo suyo con Luis.

-          Este tipo quiere que yo no me meta en su vida , que lo deje tranquilo. Sólo me quiere para divertirse.
-          Betty , siéntate.  Ya has vuelto a beber.

 Betty tenía problemas con el alcohol. Siempre que se encontraba mal o se veía incapaz de soportar su miserable vida , Betty bebía y lloraba a lágrima viva. Betty era hipersensible.

-          Un día voy a dejar a ese tipejo definitivamente . Ya no puedo aguantarlo más. Es un estúpido y un engreído. Es un arrogante de mierda. Es un encefalograma plano…

Betty no podía parar de llorar. Y no había nada que la consolara , excepto un pensamiento , un pensamiento inocuo. Mis pensamientos inocuos siempre están relacionados con el mar. Son consejos que siempre transmito a mis amigos. Palabras surgidas de la improvisación que nacen esporádicamente de la superficie del mar. Betty necesitaba uno de mis pensamientos.

-          Nunca dejes que te humillen por miedo a estar sola. La soledad necesita de un alma fuerte y un corazón abierto a los demás. No te encierres en una persona. Conoce a muchas  pero , sobre todo , respétate a ti misma. No  caigas en el error de que los demás piensen por ti.

Me acababa de salir un pensamiento inocuo. Y Betty cambió las lágrimas por una sonrisa pacífica y conciliadora consigo misma. Justo lo que quería.

¿ Por qué las olas pueden cambiar tu vida?

Aunque Betty aceptó mi pensamiento y lo hizo realidad  , la verdad es que seguía deprimida y su autoestima seguía por los suelos , algo habitual en ella. Betty no era una persona con demasiadas luces , pero las pocas que tenía las utilizaba bien. Jamás había entendido mi relación con el mar.  Aseguraba que el mar era un amante complicado , indiferente  y dañino.

-          El mar , el mar  , siempre el mar. No entiendo  cómo  puedes entenderlo. Es  un elemento que nunca podrás abrazar , mimar , consolar.

Betty siempre pensaba en lo concreto , en aquello que puedes describir con la mirada , rozar con los ojos , soñar con los dedos. No entendía mi forma de amar : entregada y arrebatadora. Yo siempre había amado platónicamente , filosóficamente. Y ahora más que nunca necesitaba pensar como Betty , en lo concreto.  Bajé a la playa y me senté a la orilla del mar y pensé . Creo que estuve pensando durante horas , el mar acariciándome la cara y  mi cabeza acurrucada entre las olas. Las olas se convirtieron en lazos de unión y arraigo. Las olas me llamaban con fuerza , invocaban mi nombre. Las olas…. sólo las olas conseguirían que no acabara derrotada. No tenía fuerza sin las olas . Comenzó a llover en la playa. Mis lágrimas se mezclaban con las gotas de lluvia y el mar avanzó hasta  mis pies  , y los besó.

Recibí una llamada de teléfono. Era Julia , mi compañera de alcohol y juergas los viernes por la tarde. ¿ Dónde estás? –  Julia siempre  necesitaba estar acompañada por alguien.  Tenía un amigo para cada día de la semana. Hoy era viernes y había quedado conmigo para  nuestra particular noche de juerga.

-          Estoy en la Barceloneta. ¿Ya has terminado  en la agencia?
-          Sí. Estoy deseando terminar. Hoy ha sido un día muy duro.  Creía que no acabaría nunca con tanto papeleo y clientes alemanes dándome la lata con la mierda de las tomas falsas. ¡ Qué hablen con el director! Yo soy una puñetera asistente de dirección que cobra cuatro duros.


Julia  soltó  algunas canalladas más y me colgó el teléfono.  Me volvió a llamar a los dos minutos. - ¿ Dónde me dices que estás?

-          Frente al mar , mirando las olas que van y vienen , sacudidas por el viento del norte. Fijando los inicios de cada uno de mis relatos en la espuma orgiástica. Borrando de mi memoria los momentos más emotivos , los lugares menos significativos y los odios enclaustrados.

Julia sabía lo mucho que me encantaba filosofar y desvariar. Era consciente de  mis enormes recursos como terapeuta “amiga de sus amigas” que acaba todos los días con dolor de cabeza y  ganas de borrarlas a todas del Facebook. Julia llegó acompañada de una amiga que se llamaba Teodora. Las tres  éramos unas treintañeras de mucho cuidado , peligrosas y sinceras. Paseamos por la orilla del mar y nos encontramos un  grupo de  jóvenes poetas que habían hecho una hoguera y , sentados alrededor del fuego , recitaban poemas propios y ajenos. Nos unimos a ellos . De repente , el tiempo interno se detuvo y sólo escuchaba las voces lejanas de la corriente y palabras sueltas de amor , arrepentimiento , muerte  y soledad. No entiendo por qué todos  los hombres se empeñan en querer llevar la voz cantante  , en hacerse los héroes  , como si nosotras fuéramos unas estúpidas fáciles de enamorar. Nunca había tenido demasiada suerte con los amores. Me sentía condenada a una vida sin amor romántico ,  sin fines cumplidos , sin fugas esporádicas de viento y sueño. Una vida sin amor , ¿merece ser vivida? Después de toda una noche  intentando encontrar una respuesta , me dije que no. La vida sin amor , del tipo que sea , no admite ser vivida. Hay muchos tipos de amores: el amor de los padres a un hijo , el amor de una mascota hacia su dueño , el amor de un amigo , el amor de un hombre … 


Las olas  blancas , de espuma orgiástica, me conducían por el sendero de la verdad. Las olas me  ahogaban la energía vital que llevaba dentro. Uno de los poetas se acercó a mí. Me acompañó en mi baño con las olas. Era alto , masculino  y atlético. Lo conocí dentro del mar. Sus vísceras sonaban a rock , a viejo encendido de rosas , a sombras inalcanzables. No me podía soltar del mar , del hombre , de los cánticos de sirena rotos por la poesía que desprendía el chico. Es una obsesión inaudita tener que recurrir siempre al mismo tema de conversación.  Estoy completamente anulada por desmanes toscos y las posturas aprendidas. No puedo dejar de pensar , de concentrar los momentos perdidos en minutos de dosis heroicas de penicilina. No me gustan los conciertos inacabados , las burlas siniestras , los complejos edípicos , las rosas desgranadas , las vírgenes suicidas.

Salí del mar , moldeé con la arena  un vientre lleno de  niños bastardos , de sangre contaminada por las notas de Casiopea. Mi amiga Julia no tenía ni puta idea de que hacía mi vientre en la arena , mi vida sepultada en los discos de vinilo. Mi amiga me ayudó a volver a la realidad , a salvarme de la muerte. Mi muerte está cercana. Mi muerte está cercana .



Y , de repente , el sonido de las olas. 

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