Las olas
El niño tiró una piedra al mar. Y el mar se la devolvió. Jugó
a ser un fantasma . Y el mar lo ignoró. Compró un juguete de madera . Y el
juguete se rompió. Los juguetes se rompen cuando las olas lo zarandean.
El mar olía a petróleo cuando me levanté a escucharlo. Estaba
en una barca. Estaba mareada. Estaba rodeada de gente. Estaba líquida. Un ojo
me devolvió la conciencia . Era el ojo de Dios. Su fragancia hecha eternidad. Y
el cielo y el mar se juntaron en una
línea divisoria. Y el mar se hizo mujer. Y la mujer se hizo luna. Y la luna ,
muerte.
Me tomé una copa de vino. Escuché el nombre de George Bataille. Una cara de zorra
intrépida se me quedó grabada en el rostro. Bautizo de mar . El mar es una
cabra que paría cabras. El mar tiene gotas de sal que echamos en lágrimas. Me
tragué la última copa de vino. Tenía sed. Ya no estaba mareada. Estaba
entusiasta. Loca. Dolida. Jodida.
Hacía calor en aquel barco. Agosto se levantaba con
temperaturas altas. Necesitaba ser agua. Las olas me cubrían de angostura.
Quería ser mar. Me acerqué a la proa y me asomé. Tras la cortina de agua se
oscurecía mi rostro. Etéreo. Fugaz. Mi rostro era una ola. Quería ser ola. Y me
tiré al mar. Hice el amor con él. Me acariciaba y penetraba cada uno de mis pensamientos con delicadeza ,
sin apenas dolor.
El pensamiento inocuo
Betty me dijo que el mar me destruiría , que acabaría por dejarme
cuando menos lo esperara. Betty es mi mejor amiga. Tiene el pelo negro y los ojos apagados. Betty está loca. Hace dos
semanas apareció en mi piso con una
enorme borrachera y una bolsa llena de galletas de chocolate que había
preparado durante el día. Entró por la puerta y se me puso a llorar. No sabía
cómo arreglar lo suyo con Luis.
-
Este
tipo quiere que yo no me meta en su vida , que lo deje tranquilo. Sólo me
quiere para divertirse.
-
Betty
, siéntate. Ya has vuelto a beber.
Betty tenía problemas
con el alcohol. Siempre que se encontraba mal o se veía incapaz de soportar su
miserable vida , Betty bebía y lloraba a lágrima viva. Betty era hipersensible.
-
Un
día voy a dejar a ese tipejo definitivamente . Ya no puedo aguantarlo más. Es
un estúpido y un engreído. Es un arrogante de mierda. Es un encefalograma
plano…
Betty no podía parar de llorar. Y no había nada que la
consolara , excepto un pensamiento , un pensamiento inocuo. Mis pensamientos
inocuos siempre están relacionados con el mar. Son consejos que siempre
transmito a mis amigos. Palabras surgidas de la improvisación que nacen
esporádicamente de la superficie del mar. Betty necesitaba uno de mis
pensamientos.
-
Nunca
dejes que te humillen por miedo a estar sola. La soledad necesita de un alma
fuerte y un corazón abierto a los demás. No te encierres en una persona. Conoce
a muchas pero , sobre todo , respétate a
ti misma. No caigas en el error de que
los demás piensen por ti.
Me acababa de salir un pensamiento inocuo. Y Betty cambió las
lágrimas por una sonrisa pacífica y conciliadora consigo misma. Justo lo que
quería.
¿ Por qué las olas
pueden cambiar tu vida?
Aunque Betty aceptó mi pensamiento y lo hizo realidad , la verdad es que seguía deprimida y su
autoestima seguía por los suelos , algo habitual en ella. Betty no era una
persona con demasiadas luces , pero las pocas que tenía las utilizaba bien.
Jamás había entendido mi relación con el mar. Aseguraba que el mar era un amante complicado
, indiferente y dañino.
-
El
mar , el mar , siempre el mar. No
entiendo cómo puedes entenderlo. Es un elemento que nunca podrás abrazar , mimar
, consolar.
Betty siempre pensaba en lo concreto , en aquello que puedes
describir con la mirada , rozar con los ojos , soñar con los dedos. No entendía
mi forma de amar : entregada y arrebatadora. Yo siempre había amado
platónicamente , filosóficamente. Y ahora más que nunca necesitaba pensar como
Betty , en lo concreto. Bajé a la playa
y me senté a la orilla del mar y pensé . Creo que estuve pensando durante horas
, el mar acariciándome la cara y mi
cabeza acurrucada entre las olas. Las olas se convirtieron en lazos de unión y
arraigo. Las olas me llamaban con fuerza , invocaban mi nombre. Las olas…. sólo
las olas conseguirían que no acabara derrotada. No tenía fuerza sin las olas .
Comenzó a llover en la playa. Mis lágrimas se mezclaban con las gotas de lluvia
y el mar avanzó hasta mis pies , y los besó.
Recibí una llamada de teléfono. Era Julia , mi compañera de
alcohol y juergas los viernes por la tarde. ¿ Dónde estás? – Julia siempre
necesitaba estar acompañada por alguien.
Tenía un amigo para cada día de la semana. Hoy era viernes y había
quedado conmigo para nuestra particular
noche de juerga.
-
Estoy
en la Barceloneta. ¿Ya has terminado en
la agencia?
-
Sí.
Estoy deseando terminar. Hoy ha sido un día muy duro. Creía que no acabaría nunca con tanto papeleo
y clientes alemanes dándome la lata con la mierda de las tomas falsas. ¡ Qué
hablen con el director! Yo soy una puñetera asistente de dirección que cobra
cuatro duros.
Julia soltó algunas canalladas más y me colgó el
teléfono. Me volvió a llamar a los dos
minutos. - ¿ Dónde me dices que estás?
-
Frente
al mar , mirando las olas que van y vienen , sacudidas por el viento del norte.
Fijando los inicios de cada uno de mis relatos en la espuma orgiástica.
Borrando de mi memoria los momentos más emotivos , los lugares menos
significativos y los odios enclaustrados.
Julia sabía lo mucho que me encantaba filosofar y desvariar.
Era consciente de mis enormes recursos
como terapeuta “amiga de sus amigas” que acaba todos los días con dolor de
cabeza y ganas de borrarlas a todas del
Facebook. Julia llegó acompañada de una amiga que se llamaba Teodora. Las
tres éramos unas treintañeras de mucho
cuidado , peligrosas y sinceras. Paseamos por la orilla del mar y nos
encontramos un grupo de jóvenes poetas que habían hecho una hoguera y
, sentados alrededor del fuego , recitaban poemas propios y ajenos. Nos unimos
a ellos . De repente , el tiempo interno se detuvo y sólo escuchaba las voces
lejanas de la corriente y palabras sueltas de amor , arrepentimiento ,
muerte y soledad. No entiendo por qué
todos los hombres se empeñan en querer
llevar la voz cantante , en hacerse los
héroes , como si nosotras fuéramos unas
estúpidas fáciles de enamorar. Nunca había tenido demasiada suerte con los
amores. Me sentía condenada a una vida sin amor romántico , sin fines cumplidos , sin fugas esporádicas
de viento y sueño. Una vida sin amor , ¿merece ser vivida? Después de toda una
noche intentando encontrar una respuesta
, me dije que no. La vida sin amor , del tipo que sea , no admite ser vivida.
Hay muchos tipos de amores: el amor de los padres a un hijo , el amor de una
mascota hacia su dueño , el amor de un amigo , el amor de un hombre …
Las olas blancas , de
espuma orgiástica, me conducían por el sendero de la verdad. Las olas me ahogaban la energía vital que llevaba dentro.
Uno de los poetas se acercó a mí. Me acompañó en mi baño con las olas. Era alto
, masculino y atlético. Lo conocí dentro
del mar. Sus vísceras sonaban a rock , a viejo encendido de rosas , a sombras
inalcanzables. No me podía soltar del mar , del hombre , de los cánticos de
sirena rotos por la poesía que desprendía el chico. Es una obsesión inaudita
tener que recurrir siempre al mismo tema de conversación. Estoy completamente anulada por desmanes
toscos y las posturas aprendidas. No puedo dejar de pensar , de concentrar los
momentos perdidos en minutos de dosis heroicas de penicilina. No me gustan los conciertos
inacabados , las burlas siniestras , los complejos edípicos , las rosas
desgranadas , las vírgenes suicidas.
Salí del mar , moldeé con la arena un vientre lleno de niños bastardos , de sangre contaminada por
las notas de Casiopea. Mi amiga Julia no tenía ni puta idea de que hacía mi
vientre en la arena , mi vida sepultada en los discos de vinilo. Mi amiga me
ayudó a volver a la realidad , a salvarme de la muerte. Mi muerte está cercana.
Mi muerte está cercana .
Y , de repente , el sonido de las olas.
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