Hubo una vez una niña que vivió encerrada en un ático de Ámsterdam durante dos años y medio con su familia y otros judíos en una Holanda ocupada por los nazis. Esa niña quería ser escritora y empezó a escribir un diario relatando sus miedos , los sentimientos nacidos bajo un encierro forzado por las circunstancias. Aquella niña escribió su diario para escapar de un tiempo colmado de odio y prejuicios. Esa niña murió en un campo de concentración durante la guerra. Lo que esa niña no sabía es que su diario sería traducido a más de setenta lenguas y se convertiría en una de las voces más sinceras y auténticas de la segunda guerra mundial. Esa niña es Ana Frank. Escribió su diario porque soñaba con ser escritora. Murió sin conocer el éxito de su primera y única obra.
Hoy quiero rendir mi homenaje particular a esa niña. Su voz ha sido uno de los testimonios más sinceros de un tiempo difícil e injusto. Anna Frank era una flor destinada a morir joven , pero cuyo aroma sigue inspirando a los jóvenes escritores. Su diario perdura en la memoria de quienes hemos tenido la suerte de no vivir una guerra. Ella padeció los estigmas de pertenecer al judaísmo en una Alemania que no soportaba a cualquiera que no fuera ario. Esa niña murió en el campo de Bergen- Belsen por tifus. Pero su alma vive en su diario. Su caso , como el de miles de niños , avergüenzan a toda la humanidad.
Hoy quiero rendirte tributo , Annelies Marie Frank Hollander. Fuiste muy valiente escribiendo tus vivencias , exponiendo tus sentimientos. Cualquier escritor que empieza debería leerte. Descanza en paz , escritora de la vida.
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