miércoles, 30 de septiembre de 2020

El parón que nos viene. Reflexión sobre el vacío y la falta de actividad de nuestras calles barcelonesas.

 


El parón que nos viene


No me gusta ser agorera, ni tampoco catastrofista, pero todo apunta a que los próximos dos o tres años  van a ser difíciles. La pandemia por el nuevo virus  COVID 19 ha generado una paralización de muchos sectores económicos del país. No es necesario ser economista para percatarse del daño que la expansión de esta enfermedad está causando en todo el mundo. Los próximos años vamos a vivir en una continua recesión en la que  trabajaremos a medio gas, viviremos pegados a una mascarilla y cruzaremos los dedos para que, finalmente, encontremos una vacuna adecuada o un medicamento que frene los efectos del virus.



Mientras tanto, si uno pasea por las calles de Barcelona se da cuenta de la realidad social que vivimos. Los restaurantes están medio vacíos, las salas de teatro, cine y conciertos prácticamente al borde del desastre y los comercios al por menor tampoco tienen clientes suficientes como para poder vivir mucho tiempo más. Cuando paseo por las calles medio vacías de mi ciudad me invade una sensación de tristeza  por lo que estamos dejando atrás en plena pandemia. Las restricciones nos permiten vivir  con condiciones, y entiendo que así sea. Ante todo debemos protegernos lo máximo posible de un posible contagio  y de contribuir al ritmo de crecimiento de expansión del virus, pero temo que la pérdida de libertad individual que estamos viviendo haya venido para quedarse, que nuestros gobiernos hayan encontrado una buena manera de tenernos controlados y sin margen de improvisación. Ya nos tenían suficientemente registrados mediante las redes sociales, el uso de móviles y cualquier actividad online como para que ahora también las restricciones en cuanto a horarios, movilidades y uso de ciertas precauciones vengan para quedarse. Espero que,cuando toda esta pesadilla termine, volvamos, al menos, a los límites de libertad individual que teníamos antes de la pandemia. Y si no es así, debemos hacer valer nuestra voz para que así sea.

 

Otro aspecto que ha puesto de evidencia las carencias de Barcelona durante este año es su dependencia del turismo para muy buena parte de buen rendimiento económico. Hemos dependido tanto del turista, que ahora que no está, la ciudad no sabe seguir sin él. Todo ello me ha pensar que es necesario que los políticos y empresarios se percaten de la necesidad de reinventar nuestra ciudad, de hacerla más productiva, de evitar que , ante una nueva futura pandemia  en las próximas décadas, se vea impotente ante la falta de llegada de turistas. Barcelona tiene que diversificar su actividad empresarial y no ser únicamente la ciudad mediterránea moderna y barata de los guiris con un presupuesto medio o bajo. No, señores. Esta fórmula ya no vale. Pasamos del ladrillo al turista y ahora,  ¿qué será lo próximo? Una ciudad fuerte es aquella que sobrevive a cualquier imprevisto y sabe rediseñarse para ser autónoma  y proactiva. Por desgracia, no estoy viendo esta fortaleza en mi ciudad. Hace muchos años que la dejó por el camino.

 

Frente al inmovilismo de nuestros gobiernos, sean del signo político que sean,los ciudadanos podemos hacer algo al respecto. Siguiendo las precauciones necesarias, debemos evitar caer en el miedo y en la fobia que los medios de comunicación propagan sobre el virus. Informaciones contradictorias y caóticas en algunas ocasiones que sólo nos crean más incertidumbre y malestar. La mejor manera de contribuir a reactivar un poco la economía de esta ciudad, si está al alcance de nuestro bolsillo, es seguir acudiendo a un restaurante, a un teatro a una sala de cine. Sentémonos a tomar algo, disfrutemos de un buen paseo por el maravilloso paseo marítimo que tenemos, vayamos a un museo en las múltiples exposiciones que se siguen organizando en la ciudad y alegrémonos de estar vivos, de disfrutar de nuestra ciudad, que, pese a la desgracia, vuelve a pertenecernos. Quién mejor que nosotros, los barceloneses, volvamos a hacer de esta ciudad una urbe llena de vida, movimiento y color.


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