La inconsciencia colectiva
De todos los animales del planeta tierra, el hombre es el más obstinado e
inteligente, y también el más inconsciente y osado ante el peligro. En estos
meses de pandemia ante el ataque de un virus nuevo y que está resultando letal
para nosotros como especie, actuamos de forma irresponsable y con un grado de
inconsciencia, osadía y temeridad que
enerva a quienes , como yo , intentamos ser responsables y actuar con prudencia. Por mucho que nos
cueste reconocerlo, la única forma de luchar contra el virus es reduciendo al
mínimo el contacto social. Nos guste o no es la única forma de contenerlo,
y es doloroso reconocer que debemos
dejar de participar de todo aquello que nos define como país mediterráneo que
somos: Terraza y picoteo con amigos; playa y piscina en grupos de amigos,
salidas a conciertos y a fiestas… Sí. Nos están pidiendo que dejemos de ser
aquello que forma parte de nuestra
identidad cultural.Nos están pidiendo que renunciemos a todo lo que nos
encanta, lo que nos da vida, e implica un gran esfuerzo. Pero si existe
también algo que define al ser humano es su capacidad para reflexionar qué es
lo que le conviene hacer para su supervivencia
y el bienestar de los demás. Y ahora debe actuar contra su naturaleza de ser
social y permanecer en casa o reduciendo significativamente los lugares en los
que exista gran afluencia de personas. Y ya está.
Cualquier propuesta intermedia no es válida y siempre resultará
insuficiente. Estoy indignada ante la falta de previsión de nuestros
gobernantes, muchos de los cuales están
sometidos a poderes fácticos como el sector de la hostelería y el turismo y el
de los grandes empresarios de España, que buscan su interés y el mantenimiento
de sus cuentas intentando presionar a
los entes públicos para que aflojen las medidas de seguridad y permitan abrir
locales, terrazas y sitios públicos. Entiendo la postura de los empresarios y
pequeños comerciantes, pues de la apertura de sus negocios depende su
subsistencia, pero la salud y el mantenimiento del bienestar público debe ser
la prioridad. Otra de las grandes dificultades a que se están viendo sometidas
las fuerzas de orden público y que están facilitando la expansión del virus es
lo que yo he propuesto denominar como “inconsciencia
colectiva”, una falta de responsabilidad por una parte de nuestros ciudadanos,
quienes acuden a reuniones familiares, fiestas, lugares públicos concurridos
y eventos con bastante afluencia de
personas que ponen en peligro la salud de todos. Las actitudes inconscientes y
temerarias nos están llevando de nuevo a un aumento vertiginoso de los
contagios y también a nuevas muertes.No entiendo cómo existen personas que
hacen oídos sordos a las recomendaciones y siguen su vida sin adecuarse a las
nuevas circunstancias, como si el mundo que los circundara no fuera con ellos.
No son sólo pésimos ciudadanos, sino además son personas dañinas para cualquier
pueblo, pues anteponen su libertad y
goce personal al bien colectivo.
En tiempos de pandemia, el bienestar colectivo y la seguridad de todos es
lo principal. Frente al egoísmo individual, debemos erigirnos en estandartes de
responsabilidad, civismo y compromiso con los demás. El virus seguirá causando
estragos entre nosotros si le facilitamos los medios para que lo haga.
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