La belleza de los astros: La ciencia astronómica
Mi afición por la ciencia de los astros, la Astronomía, es tardía. La
mayoría de astrónomos amateurs afirman sentir la vocación desde su infancia o temprana juventud. No fue mi caso.
De niña estaba siempre enfrascada en la lectura de novelas y literatura
clásica, y no me llamaban la atención los astros. ¿Cuándo empezó entonces mi
interés por la astronomía? Soy
trabajadora social, y, en el transcurso de una de mis visitas domiciliarias,
uno de los usuarios a los que atendía periódicamente, un señor de avanzada edad
y de gran acervo cultural, me comentó su pasión por los temas astronómicos. Me prestó
un par de libros en los que se trataban, a manera divulgativa, los temas más
importantes de la ciencia astronómica. En un principio, como mujer de filosofía
y letras, y profesional de las ciencias sociales, no creía que pudieran
interesarme y comprender libros de carácter científico, pero decidí darme una
oportunidad y leí aquellos libros. Desde entonces y hasta hoy en día, mi
interés por la astronomía ha ido creciendo día a día. Al leer las maravillas
del Universo, cómo se forman las galaxias, el nacimiento y muerte de las
estrellas… Y un sinfín de conceptos más me entusiasmaron como ningún otro tema lo había hecho hasta entonces.
Gracias a ese usuario, descubrí una ciencia apasionante que está en continua
evolución y en la que todavía los aficionados pueden hacer descubrimientos
importantes, no sólo los científicos dedicados expresamente a ello.
La astronomía actual tiene numerosos campos de estudio, pero yo destacaría
el campo de la cosmología, dedicado a
investigar acerca de los orígenes del universo, el estudio de la materia y la
energía oscura; las investigaciones sobre la búsqueda de cualquier forma de
vida en otros planetas y la selenografía, el estudio de la luna. Como toda
ciencia con gran variedad de conceptos y campos de investigación, existen
algunos mucho más específicos y que requieren de una mayor formación en
matemáticas y física. Me refiero, por ejemplo, a la física cuántica, la teoría de las cuerdas o el novedoso
estudio de los púlsares, quarks y agujeros negros resultantes de la explosión
de una estrella supermasiva. Algunos
de estos conceptos no son fáciles de explicar ni de entender, pero, si se tiene
la suerte de contar con un buen libro divulgativo o un especialista en el tema
que sepa desgranarlos y hacerlos accesibles, puedo asegurar que son de una
belleza y complejidad fascinantes.
No existe nada tan hermoso como estudiar el origen de todo, de dónde
procedemos y cómo se formó lo que hoy conocemos como Universo. La astronomía es
poesía, pues su belleza es tan inefable que sólo puede ser percibida por el
intelecto. A medida que profundizamos en esta ciencia, al menos a mí me ha
ocurrido, vamos aceptando la pequeñez de la tierra y de los seres humanos.
Somos una minúscula parte de todo lo existente. Ocupamos un infinitésimo lugar
en el Universo. Un pequeño planeta que
ocupa un modesto puesto en el sistema gobernado por el sol, el llamado Sistema Solar, y más allá del cual se
sitúa en uno de los brazos de la galaxia espiral barrada llamada Vía Láctea, una galaxia más que forma parte de un supercúmulo de galaxias más de entre los miles de millones de
galaxias que hay en el Universo. Apenas hemos podido investigar una pequeña
parte de las maravillas del espacio exterior y sólo una pequeña parte es la
observable por el ser humano. Nuestros telescopios y modernos instrumentos
tienen un límite de observación, más allá del cual no sabemos qué existe porque
jamás lo hemos visto. Y de este universo observable, aún existen conceptos que
se nos escapan. Una buena parte del Universo está formado por una materia y una
energía de la que no se sabe nada. El descubrimiento de su composición cambiaría
la física por completo y aportaría nuevos datos sobre sus orígenes y, por ende,
el origen de los planetas y los seres
humanos. Todo en astronomía está conectado,
y una vez se descubre algo, las teorías y las perspectivas que teníamos sobre
el Todo, cambian por completo. Los avances en esta ciencia son lentos, pero una
vez obtenidos, los resultados son valiosísimos.
El ser humano ocupa, por tanto, una pequeñísima posición en nuestro
Universo. Somos frutos de una serie de hechos y circunstancias que tuvieron
lugar en el Universo hace miles de
millones de años, que provocaron una serie de modificaciones también en nuestro
planeta que, a su vez, facilitaron las condiciones necesarias para que se
desarrollara vida en la Tierra. Sin esos hechos y situaciones que se dieron en
nuestro Sistema Solar hace millones de años , el ser humano jamás hubiera
existido. Es por eso que debemos ser humildes y no creernos dueño del mundo. La
astronomía es la ciencia de la humildad y sólo adoptando una posición pequeña
podemos aprehender parte de las grandiosidades de nuestro Universo, diseñado de
forma perfecta, cuyos misterios aún son muchos y gracias al cual hoy podemos decir que
estamos aquí, disfrutando del espectáculo inigualable que nos ofrece el
escenario de los cielos y los astros y
objetos que lo forman.
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