sábado, 26 de enero de 2019

Cómo hacer un show televisivo de un trágico accidente.




El placer del dolor o cómo hacer un show televisivo de una tragedia.

A raíz de la tragedia que ha mantenido en vilo a toda España, la caída de un pequeño a un pozo de más de setenta metros de profundidad y las dificultades de su rescate, se han sucedido toda una serie de programas informativos y espacios televisivos que han sabido jugar con esa extraña morbosidad del ser humano en escarbar en las miserias humanas, los accidentes y las tragedias. 




Viene siendo habitual en una televisión que cada vez es menos informativa y más exhibicionista. Siempre que surge un caso en el que los medios informativos ponen especial atención, tenemos el show brindado. Estúpidas presentadoras que se creen divas emiten juicios sin tener ni un ápice de verdadero conocimiento sobre el tema. Se suceden informaciones contradictorias y los expertos auténticos salen para darnos lecciones de sabiduría sobre la materia. Es vergonzoso e indignante que se permita una televisión tan carente de dignidad y respeto por la tragedia de lo ajeno. Me paro a pensar en los últimos casos de desapariciones de menores o de jóvenes, ya sea por accidente o de manera intencionada, y la tendencia sigue en alza. Los directivos de las cadenas privadas de nuestro país saben que el ser humano encuentra cierto placer insano en el dolor ajeno, que se solaza en los detalles, que los sucesos enigmáticos y confusos conllevan unas dosis de adicción que los mantiene pegados al televisor. Todo es cuestión de audiencias y no debemos olvidar que la televisión privada es  un negocio que busca el lucro, y que estará dispuesta a pasar cualquier titubeo ético o moral con tal de que las cifras cuadren a final de la temporada. ¿Era necesario que se desplacen tantos medios de comunicación? Yo creo que no. Una cosa es estar informados de un triste suceso y otra cosa bien diferente es que ese suceso se convierta en un “Gran Hermano” del dolor.  Debería existir ciertas normas éticas que regulen el alcance de una noticia y las horas que debe ocupar en el espacio informativo. No es que quiera restar importancia a un hecho tan trágico como es la muerte de un pequeño por un  desgraciado accidente, pero, ¿cuántos accidentes diarios se cobran la vida de menores cada día y no tienen esa resonancia mediática?  Seamos justos y pensemos en los cientos de desaparecidos y casos archivados. También hubieran merecido infinitas horas de televisión. No, señores.

En televisión parece que, últimamente , todo vale. Bajo la consigna de libertad de prensa , se aprovecha para hacer un tipo de televisión carroñera y pestilente que debería ser rechazada por cualquier espectador. ¿Cómo se podría combatir? Apagando el televisor. Cuando todo aquello que la televisión ofrece es pan , circo y sangre, lo mejor es ignorarla y abrir un libro. Estoy seguro de que aprenderemos mucho más de lo que nos pensamos.


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