"Las cartas de Elena Francis" es una obra de carácter investigador y divulgativo que nos sumerge de manera rigurosa y ampliamente documentada en el universo radiofónico del consultorio de Elena Francis, aquella voz que se coló durante los años de posguerra y franquismo en el hogar del ama de casa para hacerle saber lo que debían pensar, querer y hacer.
El libro analiza cientos de cartas enviadas a Elena Francis por su radioyentes. Convertida en policía moral del franquismo para la reeducación de las mujeres tras el paréntesis de la Segunda República, las misivas del consultorio suponen una documentación de gran valor sociológico para analizar la moral y la represión ejercidas sobre la mujer en pleno régimen. La audiencia del consultorio necesitaba de ayuda y confesaba sus problemas y frustraciones a una voz femenina , el personaje ficticio de Elena Francis , detrás del cual había un hombre que dictaba por escrito los consejos y las respuestas a las demandas de las mujeres que hacían peticiones. La triste realidad es que en todas las cartas se observa a la mujer como mera compañera del hombre , al que debía someterse en cuerpo y alma después del matrimonio. Las restricciones y los prejuicios que sometían a la mujer en esta época parecen inauditas en la actualidad , pero lo peor es que esa educación sentimental llegó a toda una generación de mujeres que vieron mermados sus derechos y libertades.
Aunque la mayoría de mujeres que escuchaban el consultorio era de clase social humilde y modesta que ejercían oficios como los de modistas, empleadas domésticas o trabajadoras de fábricas, es cierto que la fama del programa se extendió a otras capas de la sociedad : enfermeras, oficinistas y secretarias también cayeron en las redes de los consejos sentimentales y puritanos de Elena Francis. No todas las cartas se radiaban, pero casi todas se contestaban, porque el Instituto Francis entendió que esa era la forma de fidelizar a la audiencia y vender los productos de belleza que se anunciaban en el programa.
Tras la muerte de Franco, el consultorio trató de adaptarse a los nuevos tiempos —en 1978 se legalizó la píldora anticonceptiva; en 1981, llegó la ley del divorcio—, pero era luchar contra su propia naturaleza. Cerró sus puertas en 1984,después de haber adoctrinado bajo unas consignas represivas e injusta a miles de mujeres que seguían sus consejos.
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