miércoles, 8 de agosto de 2018

La Alhambra , el sueño más hermoso de España.


Paseando por la Alhambra.

De todos los paseos más bellos e inspiradores que he recorrido hasta ahora, ha sido el de la Alhambra el que dejó una profunda huella poética en mí.La belleza de la Alhambra no se puede describir , se debe experimentar y pintar con símbolos y palabras poéticas. La única manera de entender su embrujo es dejándose hechizar por él.




No me extraña que el último rey moro llorara amargamente y suspirara al dejar lo que había sido su hogar y el de sus ancestros durante siglos. Mucho costó reconquistar aquellas tierras. Los árabes hicieron de Granada su último reducto en la península y construyeron un conjunto de palacios- fortaleza que permanecería como huella imborrable de su paso por la península. Me quedé prendada de la Alhambra nada más respirarla y sentirla. No me importa que sea un monumento islámico y que corresponda a una fe distinta a la cristiana. Es el monumento más exótico  y amalgamado en su entorno que conozco en España. Y es, sin lugar a dudas, una de las construcciones más singulares de Europa. De entre todas sus torres, mi favorita es la de la Cautiva. Es quizás la leyenda que la envuelve, que viene recogida en Cuentos de la Alhambra de Irving, lo que la hace tan atractiva. Dicen los granadinos que , recluida en ella, vivió doña Isabel de Solís, dama cristiana presa por los moros que se hizo la favorita del sultán Muley Hacén , rey de Granada.Dicen que  , al verla , el rey moro se quedó prendado de ella y la convirtió en su segunda esposa y fuente de sus desvelos. La relación entre el rey moro y la cristiana no gustó a la primera esposa del sultán, la reina Aisha , que conspiró para derrocarlo y poner en el trono al único hijo que habían tenido en común: Boabdil. La cautiva se convirtió al Islam con el nombre de Zoraida y tuvo dos hijos con el rey que fueron un peligro para la sucesión al trono.  El interior de los palacios nazaríes es una sucesión de estancias, columnas y patios ricamente decorados que dejan boquiabiertos a quien los contempla. En el Islam, a diferencia del cristianismo, no encontramos imágenes humanas que representen a Dios. Alá, entre muchas de sus  noventa  nueve atribuciones, es incognoscible e irrepresentable. Y es por eso que no hay representaciones humanas decorando la Alhambra. Dios se presenta mediante formas geométricas y a través de la caligrafía árabe. Las paredes de sus estancias están decoradas con hadices (dichos y tradiciones del Corán) y poemas de una musicalidad y pureza exquisitas.  En la fuente del patio de los leones, por ejemplo, hay inscrito un poema que une la realeza, la belleza y la pureza en un único concepto. Dicen así sus versos:


Bendito sea Aquél que otorgó al imán Mohamed
las bellas ideas para engalanar sus mansiones.

Pues, ¿acaso no hay en este jardín maravillas
que Dios ha hecho incomparables en su hermosura,
y una escultura de perlas de transparente claridad,
cuyos bordes se decoran con orla de aljófar?
 
Plata fundida corre entre las perlas,
a las que semeja belleza alba y pura.

En apariencia, agua y mármol parecen confundirse,
sin que sepamos cuál de ambos se desliza.


No ves cómo el agua se derrama en la taza,
pero sus caños la esconden enseguida?

Es un amante cuyos párpados rebosan de lágrimas,
lágrimas que esconde por miedo a un delator.

¿No es, en realidad, cual blanca nube
que vierte en los leones sus acequias
y parece la mano del califa, que, de mañana,
prodiga a los leones de la guerra sus favores?

Quien contempla los leones en actitud amenazante,
(sabe que) sólo el respeto (al Emir) contiene su enojo.

¡Oh descendiente de los Ansares, y no por línea indirecta,
herencia de nobleza, que a los fatuos desestima:
Que la paz de Dios sea contigo y pervivas incólume
renovando tus festines y afligiendo a tus enemigos!»
 

A tan diáfano tazón,
tallada perla,
por orlas el aljófar remansado,
y va entre margaritas el argento,
fluido y también hecho blanco y puro.
Tan afín es lo duro y lo fluyente
que es difícil saber cuál de ellos fluye.




Otro de los elementos que me asombraron al recorrer la Alhambra fue el jardín. La naturaleza, las flores se prodigan en su gracia cuando recogen la luz del sol. Por no hablar del agua, que ya sea estancada o en surtidores, junto al trinar de los  pájaros, es la melodía más dulce. El silencio compite con el discurrir del agua a su paso por las albercas y los canalillos. La fortaleza roja es tan hermosa a distancias cortas que vista desde el Albaicín. A propósito  de la fuente de los leones, otra leyenda habla de una matanza que se perpetró en el interior de los palacios nazaríes, en lo que hoy se conoce como sala de los abencerrajes.Dicen que el sultán decapitó allí toda una familia de abencerrajes por una cuestión de amor y celos  y que, desde entonces, la pileta de la sala tiene un color rojizo. Ríos de sangre recorrieron las fuentes de la Alhambra  en un episodio tan espeluznante como mítico.

La Alhambra es historia y leyenda. Los lugareños insisten en afirmar que , algunas noches, se oyen gritos desgarradores y llantos en el recinto. Son los llantos de los moros que la habitaron y que hubieron de dejarla, derrotados por las huestes de los reyes católicos. Todos estos cuentos sobre la Alhambra se forjaron desde el romanticismo e hicieron de ella un punto de atracción turística.Más allá de todos esos mitos, su figura se yergue majestuosa como símbolo de Granada y orgullo de España. Un lugar único que inspiró a poetas como Lorca, ilustre granadino, quien encontraba refugio entre sus paredes para soñar con sus lunas gitanas y sus fuentes yermas. La Alhambra es la esencia del misterio oriental, de la exquisitez de otras culturas y una buena muestra de lo que fue la España de las tres culturas. En ella el Islam muestra su esplendor medieval y es capaz de crear el paraíso en la tierra. Porque, más allá de sus lados oscuros, esta religión monoteísta ha demostrado ser igual de rica que la cristiana o  judía para forjar monumentos en piedra que desafían a Dios en perfección y refinamiento.

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