No quisiera pecar de alarmista y mucho menos de catastrofista, pero asistimos en las últimas décadas a una crisis del modelo de bienestar occidental. Sin tener en cuenta las diferencias y semejanzas entre los diferentes modelos de bienestar expuestos, el estado de bienestar occidental está envuelto en una profunda crisis de valores. La última crisis económica del 2008 mermó la prosperidad económica de muchos países que antaño eran modelos de éxito y un ejemplo a seguir.
Los ciudadanos han visto mermados a través de políticas económicas de recortes y más recortes sus derechos sociales y todas esas políticas de austeridad impulsadas por los gobiernos y la comunidad económica europea han ido dirigida, precisamente, a la merma y reducción de la excelencia de los pilares de ese mismo estado de bienestar que los europeos ideamos para vivir con la mejor calidad de vida posible y por garantizar un envejecimiento digno. La sanidad, la educación y las pensiones así como otros sistemas de protección social están heridos de gravedad y requiere una revisión de su supervivencia o un replanteamiento de su futuro. Todos los países de la Unión Europea, en mayor o menor grado, han recortado en sus pilares básicos. Y el futuro no augura un cambio en esas políticas. La actual crisis generada por la pandemia del coronavirus, en la que estamos inmersos, está generando una oleada de despidos por ERTE ( Expediente Regulación Temporal de Empleo) de manera masiva.Las familias están viendo disminuidos su esperanza en un futuro mejor y temen que esta crisis se traduzca en los próximos meses en desempleo y en escasez de oportunidades laborales. Observamos por los medios de comunicación que ni sindicatos ni gobiernos tienen la fuerza suficiente para parar este goteo. Con los colegios cerrados. y, por tanto , el plan educativo de las escuelas medio paralizado – por mucho que digan que existe la educación a distancia en los niveles de primaria y secundaria- no se está garantizando al menos durante este año escolar un plan de estudios adecuado a los menores. Y es precisamente el otro gran pilar del estado del bienestar – el de la Sanidad- el que está sufriendo los peores embates y está mostrando sus debilidades durante esta crisis sanitaria. Los años de recortes que dejaron nuestro sistema sanitario debilitado ahora está sufriendo sus peores consecuencias. La crisis por la pandemia del Covid-19 está evidenciando los problemas de gestión y previsión de nuestros hospitales, que están al borde del colapso y cuyas exigencias y necesidades urgentes no pueden ser atendidas.
El problema de todo esto es que , al final, no sólo nuestro estado de bienestar se ha ido a pique sino que también estamos perdiendo vidas humanas valiosas y únicas. Espero que esta crisis sirva para revalorizar la importancia de tener un sistema sanitario , educativo y social fuerte para hacer frente a cualquier dificultad. Los ciudadanos debemos de sentirnos protegidos y que nuestras necesidades más básicas como la salud, el aprendizaje y el mantenimiento de nuestro sistema de pensiones estén asegurados. No estamos hablando de lujos y artificios prescindibles. Hablamos de necesidades esenciales conquistadas por nuestros abuelos tras años de lucha y sacrificio. Por las generaciones futuras y como deber hacia quienes se sacrificaron para que nosotros gozáramos hoy en día de esos derechos sociales, no debemos dejar que se pierdan por el camino. Ahí queda dicho.
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