Yo también he sucumbido al exitoso bestseller "The girl on the train" (La chica del tren) , una novela inscrita en el género de misterio que ha venido precedida por un marketing y unas estrategias de promoción increíbles. El resultado es un libro que empieza con unas propuesta interesante y que va diluyéndose a medida que se desarrolla su trama. Tras leer la última de sus frases , uno no puede dejar de preguntarse: ¿Y qué tiene esta historia que no haya visto ya cientos de veces?
Una chica que hace dos años ha roto con su novio , metida en el alcohol y en una fuerte depresión , coge el tren a la misma hora de la mañana y se fija en las mismas casas y en los vecinos que habitan en ellas. Un buen día, una visión inesperada le llamará la intención e iniciará un viaje inesperado que recalará en lo más hondo de la vida de algunas personas de su entorno. Muy del estilo del maestro del cine de suspense, Alfred Hitchcock, la novela logra captar la atención al lector desde su inicio y crea un ambiente de misterio que no deja de ser un mérito. Aburrir no aburre. El problema es que cuando ya llevamos tres cuartas partes de la historia, intuimos quien es el asesino de Megan Hipwell y cuando cerramos el libro no podemos dejar de sentir que hemos leído una novela como tantas otras , que ni siquiera llega a la altura de la peor de las novelas de la escritora Agatha Christie o Donna Leon, por citar a dos maestras de la novela de suspense.
Si ahora que tenemos el verano ya aquí se les ha pasado por la cabeza leer este libro , yo les recomendaría que escogieran mejor otra novela que les pueda sorprender mucho más. No es que sea la peor de las novelas de misterio que he leído , la verdad, pero es una novela sobrevalorada y destinada a entretener a mentes aburridas. Si llego a saber que era más de lo mismo creo que ni siquiera me hubiera molestado en leer ni una de sus páginas.
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