sábado, 30 de julio de 2016

Lo lamento mucho , he dejado de ser imbécil.

Lo lamento mucho  , he dejado de ser imbécil.

La bondad sólo nos lleva al abuso. Ahí reside la clave mágica de toda relación humana. Si eres bueno con las personas, estas mismas personas te toman el pelo. La bondad  no extrae ganancia ni beneficio alguno. Si a alguien le das la mano, te coge también del brazo y cree que siempre estará esa opción, la de hacer con esa persona lo que nos de la real gana. Pero nadie pertenece a nadie. En un mundo en el que el único valor es el dinero, la bondad y el altruismo son reliquias de un siglo pasado. “De tan bueno, parece tonto” dice el dicho popular de quienes se vuelcan con los demás. Pues ya es hora de decir a la gente que la bondad hacia los demás es un claro ejemplo de inteligencia y educación. Que ser bueno significa muchas cosas: perfeccionar nuestra alma, atraer a la virtud y no doblegarse ante el caciquismo del mal.



Querer hacer algo por los demás de forma puntual no te convierte en vasallo. Me considero una persona libre y muy exigente conmigo misma. Para mí, la perfección del alma implica un continuo ejercicio de conciencia  y buenas obras. A pesar de que, al salir por la puerta de tu casa, sean más los baches que encuentres en el camino que los laureles, el sol siempre ilumina nuestro rostro y nos invita a seguir caminando, siguiendo los rayos de la verdad. Muchas veces me siento cansada de seguir obrando bien. Pero creo que el bien sólo tiene un premio: La tranquilidad del espíritu. Y tener un espíritu tranquilo es tanto o más necesario que comer o respirar. Hace poco escuché de alguien muy cercano a mi corazón que “el mal es de ida y vuelta.” Yo creo que el mal sólo muestra la cara más débil de lo humano, la sinrazón de las superficies dormidas. Y es que, obrando mal, aún me siento más cansada. No es cansancio mental. Es cansancio filosófico. Cuanto más intento entender el complicado mundo de las relaciones humanas, más cansada me siento. Allá donde existe un ser humano también existe ,a su lado, un mar encharcado de dudas. ¡Oh , filosofía pura y divina , que alumbraste mis años de luz y serenidad! Yo no soy tu criada, ni tampoco tu amante. Yo soy tu igual. Y ese igual de mi alma y mi pensamiento me lleva a adorarte y a lanzarte  piropos de sinceridad. 

Yo siempre he luchado por  tener un pensamiento que no me ligara a nada ni a nadie. El pensamiento me lleva a dibujar muchas veces las vías de un tren , infinitas en su recorrido y guías certeras de nuestro futuro. Este país en el que vivo es una vía de tren descarrilada que abusa de la bondad del tren que nos transporta de un lado a otro. El tren es sinónimo de la persona que ha nacido para servir a los demás. Porque reinar en el corazón de los demás es servir en la libertad propia. Estoy cansada. Estoy cansada de luchar.




Estoy cansada de escuchar a los fanfarrones que admiten saber mucho y desprecian la humildad.Estoy cansada de los analfabetos de encefalograma plano y de los pobres con ansias y pretensiones de superioridad que pisan mierda mientras cruzan el asfalto creyéndose dioses pequeños. Pues son muertos de hambre que  viven de un tiempo pasado en el que les llovía la abundancia y los regalos por no hacer nada. Que ya basta, señores. Que se acabó el abuso y la ignorancia. Que los pobres despiertan de su letargo porque quieren ser ricos  mientras los ricos temen a los pobres porque los ven como una  amenaza. Que la sociedad ha avanzado y los señores ya no son tan señores. Que los criados ya no existen porque todos somos iguales y únicos. Todos prestamos servicio a la nación y la riqueza no depende del nivel de conocimientos, no. La riqueza depende de lo hábil que seas en generar una red de contactos y en saber moverte por el mundo de las pretensiones  y los falsos moldes. Que les den candela a quienes quieren abusar de nosotros.  Queda muy bien si dices que eres progresista y liberal y de izquierdas. Queda de maravilla siempre y cuando tenga la cartilla llena de dinero. Porque los de derechas piensan que todavía existen las clases sociales, y los de izquierdas creen que aquel tiempo, el de los opresores y oprimidos, ya pasó. Pues yo digo, señores, que la verdad no está en izquierda ni en derecha. La verdad está en el centro de nuestro corazón. Y quiera o no el débil y el poderoso seguir abusando de nuestro corazón, lo cierto es que jamás lo conseguirá si somos conscientes de sus intenciones. El primer paso para combatir cualquier abuso es atender nuestras prioridades y defender nuestros principios. Porque no existe abuso si no hay quien lo tolere.


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