martes, 24 de mayo de 2016

Pasión y tragedia de Isadora Duncan.


Pocas vidas fueron tan apasionadas y trágicas como la de Isadora Duncan , genio de la danza y precursora del estilo libre en la danza moderna. Para gran parte de críticos , su forma de bailar cambió para siempre este arte. Su vida estuvo plagada de amoríos , desencuentros  y , sobre todo , tragedias.El libro de Emiliano Aguilera resume la vida azarosa de este espíritu único.



Cuenta Aguilera en esta magnífica biografía que el primer contacto de Isadora con la danza fue el movimiento de las olas del mar. Cuando era niña solía contemplar el vaivén de las olas de la bahía de San Francisco. Isadora era una niña retraída y solitaria que jugaba e imaginaba movimientos nuevos que , en la edad adulta , se convertirían en su peculiar forma de bailar. Otra de las grandes influencias de Isadora fue el arte clásico.Admiraba la cultura clásica y , en cierta forma , imitó algunos de los movimientos de las bacantes. Cuando salía al escenario , su  manera de vestir y el escaso decorado que utilizaba en sus escenografías chocaba a un público acostumbrado a lo cánones y a la rigidez de la danza clásica.

   
Su vida privada fue tanto o más azarosa incluso que  su arte. Intentó encontrar el amor en la figura de varios hombres y fracasó en todos sus intentos. Sus amantes no colmaron sus expectativas e incluso la sumaron en más de una tristeza. Pero quizás la mayor tragedia de Isadora en vida fue la muerte en accidente de coche de sus hijos pequeños , Patrick y Deirdre , cuando cruzaba el automóvil el río Sena. Los acompañaba su nodriza y murieron los tres al caer el automóvil al río.

La segunda de sus tragedias fue su propia muerte , pues murió estrangulada al quedar enganchado el pañuelo de seda que llevaba en una de las ruedas de su coche mientras conducía. Murió estrangulada. Una muerte que la convirtió aún más en mito del siglo XX.          

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