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El
viaje del koi.
I
“Un
espíritu exaltado es tan débil como un espíritu deprimido ;
no
permitas que el enemigo perciba tu espíritu […] mira las
cosas
desde un punto de vista elevado” ( Miyamoto Musashi)
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La
carpa Koi ( Cyprinus Carpio) es originaria de Asia Oriental. Acostumbra a medir
entre 60- 90 cm y su peso ronda los 10 kg. Puede tener coloraciones muy diversas.
En condiciones normales puede vivir hasta 30 años pero se han encontrado
especies que han vivido hasta 100. En los estanques , la planta que la acompaña
es el nenúfar.
De : bertiguapi@hotmail.com
Para: marietalinda@hotmail.com
Asunto: No te preocupes , cariño. Ya mismo
nos vemos.
Hola
Marieta , ¿ estás más animada? A ver si das el gran salto de una vez por todas.
La verdad es que nunca te has decidido. No te has planteado que seguir el ritmo de la inercia deja un poso denso en un vaso vacío. Los mediocres no saben volar más allá de sus narices pero tú eres
grande , María. No te dejes vencer por el destino . Vuela más lejos que las
gaviotas y pronto saborearás las gotas
del éxito.
Pedro
ha salido a fumar un cigarrillo y se acuerda de ti más que nunca. Te recuerda
dormida a su lado y siente que aún estás ahí para prepararle las tostadas del
desayuno y el café con leche. No quiere recordar que te marchaste a oscuras y lo dejaste envuelto en una
tiniebla de dudas. No creas que ha
cambiado demasiado. Sigue dejando la puerta del comedor abierta cuando pone la
estufa y sigue sin peinarse el pelo cómo tú querías. Pero como no
estás , ahora sólo pone una pescadilla fría en la sartén. Le falta tu
compañía , le sobra tu ausencia.
No
te preocupes por mí. Sé que me echas de menos pero
nos veremos pronto. Tengo que ir al pueblo para recoger las cosas del
abuelo. Unas alpargatas marrones , el reloj de bolsillo y las fotografías. Hoy
, por fin , me siento libre. Arrastraba un remordimiento que no me dejaba
respirar y que hubiera acabado por asfixiarme si no fuera por tu e-mail.
Supongo que sigues comprando un ramo de rosas
todas las mañanas para nuestro amigo Pablo . Escúchame bien , no lo
dejes de hacer . Me llamarás pesada y chiquilla pero
tengo entendido que los muertos se enfadan si los desatiendes. No te olvides
de aquellos que no están porque son más
trascendentes de lo que a primera vista parece. Nuestros muertos cuidan de
nosotros. Gregoria , la mujer del practicante , se olvidó una noche de rezar un padrenuestro a su
difunto marido y al día siguiente se
levantó con un ojo morado. La gente dejó de mirarla como antes , hasta que dejó
de salir a la calle. Y dicen que se marchitó . Debió rezarle el padrenuestro. Ten
confianza en ti misma y acuérdate de escribirme más a menudo. Tus e- mails le sientan bien a mi espíritu.
Ahora estoy leyendo el libro que me recomendaste. Ese Machado tuvo que ser un
buen hombre , de aquellos que lo entregan todo con una sonrisa. Yo creo que
escribía para matar el tiempo mientras
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esperaba
tranquilo la muerte. Ya sabes que a mi
me encanta la poesía , pero me gustan mucho más los poetas. La mayoría salen
apuestos en las fotos de época. Sentados en sus butacas tapizadas y mirando al
objetivo con una mirada seductora , de
esas miradas que enamoran . Si no se me olvidan al hacer el equipaje , te
traeré mis acuarelas. Son todas de paisajes que tomé en la Cerdaña. ¿Te acuerdas de
Patrick? Me pregunta por ti siempre que
nos vemos. Ahora hacía casi un año que no lo veía. Me llamó ayer por teléfono y
quedamos en vernos por la tarde. Sigue igual de ocupado. Ese sí que es un
artista. Le acaban de exponer sus pinturas en el Metropolitan de Nueva York.
¿ No es increíble? Ya sabes que él siempre te apoyará en todo lo que hagas y me ha vuelto a repetir que si necesitas que
te eche un cable con tus publicaciones que no dudes en ponerte en contacto con
él. Ya sé que no fue tu mejor amigo
mientras vivías aquí pero debes tener más confianza en las personas. Es un
consejo. Te dejo porque llaman a la puerta. Un beso de esquimal muy fuerte. ¡Ciao!
De: bertiguapi@hotmail.com
Para: marietalinda@hotmail.com
Asunto: Ya tengo ganas de verte. Dile a
Luisa que haga mis platos preferidos.
En
tu último e-mail me contabas que el médico
te había mandado reposo . No muevas demasiado el brazo y ya verás como no te
duele. Siempre estás con lo mismo, que necesitas escribir y que el dolor no te lo va a impedir. Dices
que allí llueve, pero aquí truena. Los árboles tiemblan cuando ven aparecer los
rayos y el cielo se vuelve negro cuando anuncia tormenta. Todos los días tengo
que salir con paraguas y siempre me lo dejo olvidado en algún sitio. Anoche me
llamó al timbre el carnicero y me comentó
que estaba harto de que me lo dejara en su tienda. Todas las mañanas me pasaba por
allí para recoger el maldito paraguas , hasta ayer. Qué quiere que haga si soy
olvidadiza. El pobre Paco no ha levantado cabeza desde que murió su mujer …
Pedro
ha vuelto y me está mirando. No le gusta
que te escriba. Se cree que lo estoy ofendiendo, que te estoy dando la razón ,
como si en el desenamoramiento hubiera
algún culpable. Sigue siendo el mismo chico acomplejado y visceral de siempre y ahora bebe más que nunca. No tiene
suficiente con las cervezas , ahora toca ginebra y ron para ir al trabajo. No
sé como no lo han despedido. Se cree que no lo veo pero cuando estoy metida en
la cama va a la nevera, coge una botella de cerveza y se sienta en el comedor. Se cree que estoy
dormida. Entonces llora y bebe con más ahínco. Sorbiendo con ardor el líquido y mezclando sus lágrimas con la cerveza logra un poco de consuelo. Te sigue amando en
silencio. Cuando se ha terminado la botella sale a la terraza y se queda
mirando las estrellas largo rato. No sé si te has fijado en lo pequeñas que son
y en el brillo que irradian. Tu ya no te acuerdas , pero cuando papá nos
llevaba al planetario movías el brazo de un lado para otro y yo te mandaba
que te estuvieras quieta. Creo que las
estrellas son los anillos de Dios , sus pequeñas joyas. Y
7
es
en el silencio de la noche cuando brillan con todo su esplendor, como su
creador. No dejes de creer nunca en ti. Piensa que sólo Él sabe quién eres y Él es el único al que debes rendir cuentas. No
es nada y es tu conciencia. Lo es todo, María. Ya sabes que he pasado por
momentos duros , pero nunca he dejado de confiar mi vida en esa creencia. Tu
Dios eres tú y la imagen ideal que
tengas de ti misma es la de tu propio Dios. Me viene ahora a la memoria la
imagen de los emperadores romanos , tan seguros de sí mismos y tan débiles.
Creyeron que eran auténticos dioses y se olvidaron de ser mortales. Procura no
caer en el mismo error. Tú escribes para que otros te lean pero no quieras compararte con los grandes.
Síguelos paso a paso, como quien sigue el rastro de unas pisadas en el asfalto,
cautelosa y prudente. Muévete sigilosa , como una serpiente , y confía en poca
gente. Habrá quien quiera hacerse pasar
por tu amigo cuando en realidad es un
aprovechado.
Últimamente
no me encuentro demasiado bien. Tengo miedo de que me pase lo que a mamá.
Comenzó con un pequeño dolor y acabó por convertirse en la manía crónica-
nacional para el resto de sus días. De momento ya he empezado a quejarme. No
tengo nada más que hacer , salvo pintar . Ayer vendí tres cuadros de la galería. Sí , sí , son aquellos tan
malos que no había forma de sacar. Se
los ha llevado un nuevo rico de corbata y puro que pasa por entendido. Me dijo
que nunca había visto algo tan sugerente , y me lo dijo con una sonrisa bobalicona mientras me estrechaba la mano. Pobrecillo , no sabe la birria que se ha
llevado. Pero si ya sabes que los pinté
cuando empezaba mi carrera, y como bocetos para una profesora de Bellas Artes
que no me dejaba ni a sol ni a sombra. Se llamaba señorita Isabel , ¿ te acuerdas? Y
cuando no contestaba a sus pruebas se
escabullía entre las lentes y fijaba su mirada en el iris de mi pupila. Qué
mujer tan horrible… , y pensar que por fin me pude deshacer de sus bocetos. Te
echo tanto de menos. Ya no tengo con quien hablar de mis secretos. Cuando nos
veamos me has de preparar una tarta de chocolate y frambuesa, de esas que sabes
preparar tan bien. Dile a Luisa que yo también la echo mucho de menos. ¡Ah!
Y ni se te ocurra decirle que estoy
depre. Un beso.
De: bertiguapi@hotmail.com
Para:marietalinda@hotmail.com
Asunto: Que no necesito money , que noooo.
Ahora
voy económicamente bien pero ya sabes que
este oficio es muy inestable. Me levanto de la cama porque Pedro me obliga. No
quiero ducharme pero él me arrastra
hasta el plato de ducha y me pone la toalla en la mano . Gracias a él te
escribo hoy y sé que leeré el último
correo que me envíes. Es un apoyo incondicional y lo necesito tanto que ,
cuando paso horas sin verlo, siento su
ausencia. Empieza por ser un pequeño ahogo que te oprime la garganta y aumenta hasta hundirse en el pecho , y se me hielan las manos. Intento calmarme . Me levanto y doy varias
vueltas por el piso. Pero no estoy
tranquila hasta que vuelve. Entonces todo vuelve a la normalidad.
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Dependo
de él para todo y sé que nunca le estaré
eternamente agradecida. Parecemos un matrimonio mal avenido pero es el amigo que necesito. No me importa
que sea tu ex y sé que a ti te encanta
que nos llevemos bien , y es que nunca me
he compenetrado tan bien con alguien. Ni siquiera mis novios me aguantaban tantas insolencias. Ya sabes que nos respetamos mucho y que nunca
nos haríamos daño. Simplemente nos comprendemos. Los de la escalera se piensan
que somos pareja y a mí ya me va bien. Cuando la comunidad tiene algún problema se
dirigen a él , por eso de que son los hombres quienes se han de encargar de los
asuntos serios mientras las mujeres
actuamos de simples espectadoras. Soy comodona para todo , hasta para comprarme
la ropa. A él le encanta verme guapa e
insiste en acompañarme y hacerme de
estilista. Que si tienes que comprar una
falda color negra que te haga conjunto con el suéter gris o no te olvides de comprarte unos pendientes a
juego. Y siempre que vamos de compras acabamos discutiendo . Nuestras riñas
duran diez minutos pero son
suficientemente escandalosas para que la gente se nos quede mirando por la
calle. Yo siempre acabo preguntándome para qué quiero trajes tan sofisticados si no salgo casi nunca. De
verdad que no entiendo nada. Ni siquiera me entiendo a mí misma. Pero él
insiste en que la belleza exterior ayuda a la interior y no se qué rollos más.
Desde que te fuiste se ha hecho místico y habla como los hindúes. A veces pienso que si no vuelves dejará de
ser el chico intelectual y empollón que conociste en la facultad.
Me
molesta esa obsesión por ganar dinero con tus ideas. Ya sé que vives de eso pero no creo que sea conveniente que tu
prioridad sea el negocio antes que la creatividad. Si no puedes vivir de tu
arte , búscate un trabajo que te ayude a
pasar el mes pero no supedites aquello que amas a los mandatos de tus agentes.
Ellos se mueven por líneas económicas que fluyen como ondas recubiertas de
dólares pero tú sólo tienes tu corazón y
tu mente. Y si te falla alguno de los dos , habrás dejado de ser una buena
escritora. No sé lo que serás , quizás una empresaria magnífica , pero no una
artista. Tu último libro me encantó. Mostraste mucho de ti misma y hasta la última palabra tenía vida. Los personajes me eran conocidos y en los
lugares me pareció ver algunos recuerdos
de tu estancia en Barcelona. La plaza de Cataluña con sus palomas , las calles negras de la
catedral y sobre todo el mar , ese azul intenso recostado entre el cielo y el
cemento gris de la ciudad perdida. Supongo
que añoras la vista desde el monte Carmelo y pasear por las calles de Gracia sin
un centavo en el bolsillo. Nos lo pasábamos tan bien y éramos tan ingenuos. Nos comíamos el mundo
sin saber que el mundo nos comería a nosotros. Que siendo aún jóvenes tres años
fueron suficientes para castigarnos a ti
, a Pedro y a mí. Me niego a pensar que las cosas sucedan porque sí.
Todo tiene un significado profundo , sólo necesitamos interpretarlo. La vida
son signos e interrogantes que al despertar cada día son diferentes a los del
día anterior. Si tú no te hubieras
marchado, todo sería diferente pero repetías que aquí no te concentrabas, que
necesitabas un sitio tranquilo , que la ciudad no estaba hecha para ti. Y te
fuiste. No vuelvas a decirme que volverás porque sé que es mentira. La casa del
abuelo es grande y te está aportando seguridad para escribir. Si algún día
decides volver, tráete el cuadro con la foto de mamá. Siempre lo he querido
colgar en la pared de mi habitación, como un recuerdo de aquel ser que tan poco
conocimos.
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Pedro
siempre te decía que te parecías a ella. La nariz larga y recta , los labios
encarnados y el cabello moreno , cortado
a lo garçon. Siempre he pensado que
estaba equivocado. Te pareces a ti misma. A nadie más. Me cuesta entender la manía de querer ver un parecido físico con nuestros parientes, como si por
obligación tuviéramos que ser copias de otros. Corto el rollo porque tengo que
salir. ¡Y no te comas tanto el coco! Para eso ya estoy yo. Espero tu
contestación.
De: bertiguapi@hotmail.com
Para:marietalinda@hotmail.com
Asunto: No tardes tanto en responderme…
¡
Por fin , María! Creí que te habías olvidado de mí. Tengo sed. Pedro me mira y
sonríe. Desaparece y me trae un vaso de agua. Ha leído mi pensamiento. Sabe lo
que necesito en el momento preciso. A veces me produce miedo su forma de actuar
, tan condescendiente y amable. Me gusta la soledad compartida y ya sabes que los dos somos seres un tanto
extraños. He oído un ruido y no se qué
es. Oigo el ruido de la puerta al abrirse y la voz de Pedro me llega muy
lejana. La conversación dura unos cinco minutos, luego se oye el cierre de la
puerta , y , a continuación , los pasos se aproximan a mi habitación. Vislumbro
a Pedro tras el umbral y me llega el sonido dulzón de su garganta: - Era el
cartero. Me ha hecho firmar un papel y
me ha dado esta carta certificada. Es para ti.- Subo a la etérea realidad y
recuerdo que estaba pendiente de recibir un DVD de la boda de mi primo. No me
apetece nada volver a recordar las
juergas a las tantas de la madrugada de aquellos días espantosos. Me apetece
menos ver algunas caras conocidas y me
niego rotundamente a escribir una contestación diciéndoles que ya he recibido
el regalo. Pedro me insiste en que debería verlo. Me mira y pone cara de perro pero no me importa , siempre he estado
acostumbrada a hacer lo que me viniera de gusto. Sabe que acabaré por ver el jodido vídeo y por eso no me lleva la contraria. Se me
queda mirando y da media vuelta. Siento que gruñe como un perro enjaulado y que
insulta a las paredes. Me es absolutamente indiferente. Tengo ganas de comer un
buen bocadillo de chorizo para aguantar el resto de la noche delante del
ordenador , escribiéndote mis días ,
sentada en una silla vieja , indiferente y
abotargada por el calor que desprende la estufa. Ya sabes lo mal que lo
he pasado en esta habitación durante meses pero ya estoy algo mejor. Mañana comenzaré a hacer el equipaje. Es sólo
una semana , así que no me llevaré demasiada ropa. Un par de pantalones, tres
jerséis de lana , ropa interior (siete bragas , dos sujetadores y un camisón de
franela). Dices que por allí hace frío, sobre todo por las noches. Me
llevaré un buen abrigo para salir por
las noches a pasear por el campo. También añadiré un paraguas. Necesito charlar
contigo y despejarme del ruido intranquilo de la ciudad. Allí se piensa con
claridad y quizás encuentre nuevas ideas.
No seas tan impaciente. El jueves parte el tren a las siete de la
mañana. Te llamaré cuando llegue a la estación. Cuídate mucho.
10
Me
olvidé de contarte que mañana dan una misa en el barrio por la mujer del
carnicero. Estamos invitados Pedro , tú y yo. Aquí todo el mundo sabe que te
has ido del piso pero siguen contando contigo para todos los eventos de alcance
mundial. No los intentes entender porque acabarás neurótica. Acaso no se
entiendan ni ellos mismos. Te escribo desde una tierra de grandes contrastes.
El ordenador no me funciona bien últimamente por lo que te pido que me vuelvas a enviar el
correo. Ya llamaré al informático cuando regrese.
De:bertiguapi@hotmail.com
Para:marietalinda@hotmail.com
Asunto: Tienes razón , no hace falta que
me lleve tanta ropa.
Ya
sabía yo que me olvidaba de algo. No he puesto
las gafas de sol , ni el abrigo marrón con la capucha a cuadros. Buscaré
las gafas por si acaso salimos alguna
mañana a hacer una excursión por el campo. Me alegra que esté ahí Luisa , seguro que te echa una
mano de vez en cuando con las plantas del jardín . Coméntale que mañana llego
sobre las cinco de la tarde. Seguro que se pondrá contenta al verme. Me
comentaste que dejó de cuidar al hermano. Que se lo llevó una sobrina que vivía
sola , en un pueblo cercano. Pues le ha hecho un favor, con tres nietos y un
marido que huele a tabaco rancio. Todavía no entiendo cómo Luisa puede estar
con un hombre que la insulta y la
humilla cuando bebe más de la cuenta , que suele ser casi todos los días. Sí , sí , ya sé que tú le has ofrecido la
casa miles de veces y que ella se niega a cambiar de vida pero no acabo de
creerme que pueda ser tan tonta. Supongo que es dependencia o amor , la verdad es que no lo sé. Los sentimientos se confunden y nos hacemos
falsas ilusiones de aquello que soñamos. Superponemos la ficción a la realidad
y nos obstinamos en creer que el mundo siempre se hará a nuestra medida , cuando
, en realidad , éste acaba por ser quien nos moldea y nos hace tal y como somos.
Estoy convencida de que ella ha dejado de quererlo pero tiene miedo al
cambio y
no sabe cómo puede reaccionar él. Todo esto me da asco, María. Estas
situaciones superan mi capacidad de razonamiento. Creo que tendré que convocar una reunión para
ensalzar la autoestima femenina. Me acuerdo que meses atrás me hablaste de crear una asociación de la
mujer en la que se hicieran charlas y conferencias . Creo que es una buenísima
idea. Si te convences a ti misma de que puedes tirar hacia delante el proyecto
, no dudes en contar conmigo para lo que sea. Es un proyecto audaz , que
revolucionaría a esa pandilla de
atrasados que siguen amparándose en las manos de Dios para limpiar sus
culpas. Me dijiste que el cura es un
buen tipo , de aquellos que son capaces de quedarse sin un trozo de pan para
dárselo al vecino. De esos ya no quedan. También me comentaste que lo habían
destinado allí porque la diócesis no sabía qué hacer con él. Pídele consejo y ayuda , quizás él sea de los
pocos que prestarían su voz para la defensa de esa organización. ¡Qué cojones! Sin miedo se puede hacer tanto…
11
Pedro
no está por casa. Me ha dicho que se iba a casa de un amigo que vivía por el Maresme y que no volvería hasta mañana. Yo no me puedo
creer que me haya querido dejar sola durante tanto tiempo. Quizás me ha visto
más recuperada. Hace una semana le dije que me marchaba al pueblo para estar
contigo. No opinó, simplemente , me recomendó que llevara la ropa necesaria y
que le avisara el día anterior a mi partida. Esta mañana se lo he
recordado y me ha insistido en que lo
llame al móvil cuando llegue. Ya veo que nada va a salir como esperaba. No me pongas sábanas térmicas en mi cama , ya
sabes que me molestan mucho y que me impiden dormir. Cada vez que voy me lo
preguntas y siempre te contesto lo mismo.
Te estás volviendo ñoña. Acaso siempre lo has sido. Aún me viene a la memoria
aquel día tan divertido cuando éramos niñas , ¿ te acuerdas? Te pusiste unos
calcetines de diferente color e ibas por la calle bien tranquila. Cuando
llegaste al cole una pandilla de imbéciles te echaron una repasada y cuando sus miradas
llegaron a tus pies , las risas llegaron hasta donde vivíamos . Se pararon en
la cocina , donde estaba mamá preparándonos un puré de verduras. Al cabo de una
hora llegó ella con su escoba a la puerta del cole y volaron golpes por todas partes. Se magullaron piernas , se
torcieron brazos y cayeron mechas de pelos , enteras, al suelo. Qué bruta fue
nuestra madre , con la cara de angelito que tenía. No sé si te acuerdas pero al día siguiente no fuiste al cole porque
el director te había expulsado. Nuestra madre fue a hablar con él y pidió
disculpas por los mamporros pero le
recriminó que hubiera niños tan malos en su escuela. Volviste una semana
después. No se volvieron a meter contigo. Se apartaban de ti cuando te
veían y jamás te dirigieron la palabra. Tú te hiciste amiga
de dos niñas de familia bien a las que nadie hablaba por aquello de que miraban
por encima del hombro al resto y pasaste los años duros hasta los dieciocho.
Voy
a tener que dejarte. Dentro de un rato me vuelvo a conectar y termino de
escribirte. Te mando este cacho de vida hasta la tarde. Me olvidaba que tenía
una entrevista de trabajo. Me llamaron de una academia para dar clases de
pintura. Nos mantenemos en contacto. Hasta esta tarde.
12
I
Es
una mañana lluviosa, como de primavera. Una muchacha está a punto de subirse al
vagón de un tren cuando , de repente , alguien la llama. Es un hombre de pelo
grisáceo y muy bien arreglado. Le muestra un libro y ella niega con la cabeza
que sea suyo. El tren emite un alarido y los primeros vagones van cerrando
puertas. La chica deja al hombre plantado y sube al tren. Escoge un asiento
vacío , cerca de las ventanas, y lo primero que se encuentra es al hombre del
libro gritándole y moviendo los brazos compulsivamente. La gente del vagón se
los quedan mirando y ríen. El hombre hace ademán de subir pero las
puertas están cerradas herméticamente y el tren comienza a andar. Ella se
sonroja y comienza a dar las primeras explicaciones a los pasajeros . Que si no conoce de nada a ese señor. Que si debe ser
un chiflado de poca monta con ganas de
jaleo y cara de malos humores. El tren
se aleja del andén y la silueta del
hombre se va haciendo pequeña hasta que desaparece. Se acomoda en el asiento y
abre una revista del corazón. No la lee pero se queda largo rato mirando las
primeras páginas. Primero se fija en las letras pero tiene la sensación de que no simbolizan
nada. No las puede leer porque las ve borrosas. Desvía la mirada a las imágenes
y la sensación es aún peor. Siente un
dolor de cabeza terrible. Las letras se confunden con las imágenes y hasta le
parece verse a sí misma tomando un baño
de sol en una playa andaluza, cerca de un tío cachas que la embadurna de aceite solar, toda
enterita. Cuando el tren para , vuelve a
la realidad. Mira a su alrededor y ve a
la mitad de los pasajeros durmiendo ; la otra mitad leen aburridos un
periódico y una mínima parte miran por
la ventana. Ella , ya sea por
aburrimiento o por inercia , cierra poquito a poco los ojos. Le pesan los
párpados y encoge el cuerpo hasta hacerse un ovillo.
Son
las diez de la mañana. Ha dormido tres horas. Y si se despierta es porque alguien
se sienta a su lado. Es un chico joven , de unos treinta años. Le dice
“Buenos días , señora” , y ese saludo le
revienta en la cara. Ya es el colmo que
un chico un poco más joven que ella la trate de señora y ella tenga que decirle
: “Gracias ”. Se sienta bien y deja espacio para que pueda poner sus cosas. Intenta dormir un poco
más pero no puede. Sus oídos registran hasta el sonido más pequeño y siente las
respiración de su compañero. Abre los ojos y se lo queda mirando :
-
Oiga, ¿ se encuentra bien? – dice asustada.- El chico se ha quedado blanco y le
caen gotas de sudor por el rostro.
–
Sí , gracias. Sólo ha sido un ataque de
ansiedad , sin ninguna importancia. A veces me pasa , sobre todo cuando
voy en tren.
Respira
hondo y el color comienza a aparecer en su rostro. Ella le ofrece un pañuelo
perfumado para que se refresque . Abre
el bolso y saca un dulce.
13
-
Tómese esto. Le sentará bien si ha tenido una pequeña bajada de azúcar.- El
chico la observa , coge el dulce y sonríe.
-Usted
no es de por aquí , ¿verdad? Tiene el cabello rubio , la piel demasiado blanca
y un acento muy dulce para ser española. – La mira y espera una contestación .
–
Soy tan española como usted o quizás más.
Yo tuve un abuelo torero.
Sueltan
varias carcajadas que provocan la curiosidad de algunos pasajeros , que vuelven
los rostros hacia sus asientos. Charlan
durante largo rato sobre el tiempo , sus vidas , el paso de los años y la más o
menos suerte en sus relaciones sentimentales. Intiman. No se conocen de nada
pero traban una amistad que se profundiza a medida que van hablando. Él le
cuenta que es diseñador , soltero y con una hija. Ha cogido el tren por asuntos
de negocios. Tiene que ultimar unos asuntos con un colega que vive en un pueblo
y que ha invertido parte de dinero en un negocio.
–
No soy hombre de viajar y odio los
trenes. Le agradezco que me haya querido dar conversación. El trayecto se me
está haciendo más leve. Por cierto , y ,
si me permite una pregunta , ¿ qué hace una chica tan divertida viajando sola
en un tren?
-Voy
al pueblo de mis padres. Allí vive
ahora mi hermana , en la casa que nos
legó el abuelo. Ella es escritora . Hace tiempo que no la veo y necesito estar
con ella un tiempo. Estaré por poco tiempo. Una semana.
-
Bueno, lo suficiente para que dos hermanas se mantengan unidas, ¿no cree? Yo
tengo un hermano y hace más de doce años
que no sé nada de él. Nos peleamos cuando nuestro padre murió . Nos dijimos
cosas horribles y ya no nos volvimos a llamar. Sólo se por un amigo en
común que está bien. Vive en un
pueblecito de la costa y trabaja en una escuela.
La
conversación es interrumpida por el sonido del móvil. Ella rebusca por el bolso pero no lo encuentra. No han pasado un par de minutos cuando vuelve
a sonar con más fuerza. Habla poco rato pero se le muda el rostro a medida que escucha
una voz conocida. Cuando apaga el móvil no puede reprimir las lágrimas y comienza a
llorar.
-Tranquilícese.
¿Qué le pasa?
-
Un amigo de mi compañero de piso ha muerto.
El muchacho le ofrece un pañuelo e intenta
consolarla mientras el sol sube hasta el horizonte y quema con más intensidad y
fuerza que nunca. Un camarero les anuncia que ya pueden pasar al vagón
restaurante.
14
-Creo que debería comer algo, ¿qué le parece
si come usted conmigo? Tenía reservada una mesa en el vagón comedor.
-
No, gracias. No estoy con ánimos. Con un bocadillo tengo bastante.
El
tren corre ahora más rápido que nunca. Ella mira por la ventana y ve una enorme
cantidad de árboles. Árboles en hilera , árboles verdes y marrones , árboles
alargados y pequeños y el olor a hierba fresca recién mojada. Imagina el crick
crack de los animales que comen hojas y se esconden cuando ven aparecer una
máquina ruidosa galopando entre vías de hierro.
Kilómetros y kilómetros y el paisaje cambia al compás de los minutos. Se
espera a los segundos y se sufre porque llegue la tarde y su nostalgia. Un hombre
que vuela , los pájaros que se cagan en
las ventanas y los bostezos de un señor que acaba de comer cocido. Terrible. Y
monotonía. Y silencio. Y muerte. Un amigo de un amigo que ha muerto en
circunstancias extrañas y un compañero destrozado por su amigo. Una
muchacha que viaja en tren para
encontrarse con una hermana y un desconocido que infla sus carrillos en un
pútrido vagón-comedor. Pero todo acaba teniendo sentido , es un puzzle que
acaba por encajar todos sus piezas cuando se ha jugado la última partida. Oye
música de fondo y una voz aterciopelada que emerge de las notas se cuela por sus oídos y le calma el ánimo. Es
una voz de África , un alarido de hambre que zumba y zumba hasta que un siseo
de abejas comienza a invadirlo todo. Lo siento. Sí , mi amor, no te dejé fuera de Viena
para que ahora te largues con otra chunga colorada. Los primeros
comensales servidos se sientan y
eructan. Les ha sentado bien la comida. Ronroneo de dos gatitos enjaulados y su
compañero de confidencias que no viene y ella de imaginar los platos llenos de
pasta italiana se le ponen las manos llenas de nervios. No , no , no demostraste quererme cuando te dije adiós. La figura de un hombre que se acerca. Es su
compañero. Le tiende un bocadillo. - Perdona el retraso pero aquello es un hervidero.- Ella
devora el primer bocado mientras no escucha a su compañero, pero lo observa
menear los labios. No entiende lo que le está diciendo. Piensa en lo feo que
está intentando poner gestos agradables. - Te dejo un rato, voy a comer algo. ¿ Te encuentras mejor , verdad? -
Y piensa que no entiende el usted de antes y el tú de ahora. Siempre es la
misma y resulta que se empeñan en cambiarle la piel , en transformarla en trozos aislados de sí misma. Ni una llamada , ni un consuelo amargo de
verdad. Ya no le queda ni la mitad del bocadillo. El estómago satisfecho y
una sonrisa placentera acaba por manifestar su ebriedad. La voz de la canción comienza a molestarla y tiene ganas de que termine. Una canción que es larga
se espesa hasta hacerse una pasta imposible, sin forma , sin sal. Poco
condimento y muchos hilos sin trenzar.
La letras por fin paran y la música se extingue
y desaparece por los resquicios de las puertas , por las cremalleras de
los bolsos , por el nudo de corbatas. La figura de su compañero de asiento
vuelve a aparecer, esta vez más nítido, y se fija en sus labios y en la punta
de una nariz con excesiva personalidad.
- No he comido ni a gusto. Tanta gente apiñada
alrededor de las mesas. Algunas ni
esperaban a que te pusieras el abrigo y ya las tenías encima.
15
Sentándose
en tu mesa, colocando las bolsas en las
sillas vacías y mirándote con urgencia como queriéndote decir : “ Mira , date
un poco de prisa que los demás estamos esperando”. ¡ Qué agobio ! - Ella le
sonríe y no dice nada.- Nunca he entendido porque la gente es tan maleducada.
Una mujer hasta me ha invitado a salir del vagón para que pudiera entrar ella.
Como si yo tuviera culpa de sus quilos.
Y
Berta se gira para observarlo mejor y comprobar que las venas frontales se le
hinchan de rabia. Se enrojece a medida que habla y grita fuerte para que todos los del vagón ,
del tren y del mundo le oigan lo indignado que está. Y un hombre sentado frente
a él está a punto de llamarle la atención cuando la voz de un operario se deja
escuchar por el vagón:
“SEÑORES
, les comunicamos que pararemos en la próxima estación durante una hora
aproximadamente. Se ha producido una pequeña avería que debe ser reparada
urgentemente. Aprovechen el tiempo para pasear por el pueblo y realizar algunas
compras. GRACIAS por su atención y disculpen las molestias”.
Gritos
y murmullos de maledicencia. Mi amigo se levanta para preguntar por la
incidencia a un operario del tren. Miro por la ventana y veo una inmensa llanura salpicada de rojos ,
amarillos y verdes. En el fondo y , sobre una colina , se alzan las ruinas de
un castillo . Cierro los ojos intentando
no oír , no escuchar , pero vuelvo a sentir los pasos de mi compañero , el chismorreo
de las dos viejas que tengo detrás y el pliegue de la chaqueta de un viajero que
se acaba de sentar.
-
Me han comentado que dentro de cinco minutos estaremos en la estación. Es un
fallo del motor y tardarán en solucionarlo. Han dicho una hora , pero quizás se
alargue.
Me acuerdo
de mi hermana y pienso que sería
conveniente avisarla.
El
tren para en la estación de Soldevieja,
un pueblo de quinientos habitantes. Un pueblo dormido. Sin carnaval. Las flores no saben a primavera y la gente es
muy mayor , de corte antiguo. Ellos salen de la estación y caminan por la
estrecha calzada de una carretera que los lleva al centro del pueblo. Un cartel
indica el camino a seguir a esa larga
hilera de gente que camina una detrás de otra. Son hormigas gigantes a punto de
invadir una migaja de pan. Berta y su nuevo amigo se apartan del grupo y tiran por un sendero de
montaña. Salen a pasear , a respirar
aire puro y a deleitarse con las maravillas de la naturaleza. Por el camino van encontrándose glorias de vaca que deben ir
sorteando y un aroma cabruno que invita a la contemplación del ambiente.
Nuestra naturaleza es sana y sale en las guías de viaje , en los manuales
de autoayuda y en los libros escolares.
Todo sería perfecto si no costara cien euros la noche hospedarse en un parador
nacional.
16
Una
flor que se alimenta de cemento y gasolina te la venden como el máximo atractivo
de lugar. Y , en este pueblo , el tono es el mismo. Un hostal de media estrella
sólo cuesta treinta euros pero búscate
la vida si quieres ingerir algo comestible. Volvemos al paleolítico y decidimos
que lo mejor es comer hierba , como las vacas y los conejos. Así nos ahorramos la friolera de comer a la
carta y que te soplen dos billetes de los buenos. Y es que el campo invita a
filosofar.
-
A mi me encanta el queso de
agujeros. Es suave para el estómago y
ayuda a sentirte bien. Es un alimento ideal para quienes estamos a dieta por cuestiones de salud.
Esto
lo dice un anuncio de la tele y ella lo suelta en versión original. No se da
cuenta de que es una chica culta que no
tiene necesidad de imitar las palabras de otros, pero ha sido una acción
inconsciente. Y después alardea , con su compañero de piso , de que ella no se
siente influenciada por los medios de comunicación.
-
Yo escuché hace poco que el queso era un alimento del que nadie debería prescindir por sus propiedades curativas. Por
lo visto hay un pueblo de Asturias que elabora uno que es la ganga. Te cura el
mal de huesos y evita la vejez prematura. - Pone semblante de
médico cuando dice todo esto. Con tanto
filosofar no se percata de un mojón de vaca plantado en el camino. Lo pisa.
-
El mal de huesos es por el calcio. Y lo de la vejez son técnicas de mercado. Me
voy a creer yo semejante patraña. Que vayan contando cuentos a su abuela , si
es que todavía vive. Estos paisanos no tienen vergüenza. Y aún les damos las
gracias por ofrecernos productos típicos del país. Si es que los de ciudad nos
creemos superiores y nos toman el pelo cuando quieren. Ya me dirás el nombre
del pueblo. Igual le comento a mi hermana que haga un reportaje sobre el tema.
Fíjate que mi hermana y yo somos gente criada en pueblos y no habíamos visto
esto. Pero ahora.... Mucho turismo rural y muchas emociones. Mira con pies de
plomo que nos comen.
-
Oye , ¿ venderán queso en este pueblo?
-Pues
no lo sé. Aunque no creo que nos de
tiempo de ir al casco antiguo. Ya han
pasado treinta minutos. Deberíamos dar media vuelta si queremos coger el tren.
El
cielo se tiñe de negro a medida que
avanza la tarde. Se expande el frío y se cierran los últimos destellos de luz
en el horizonte. Comienzan a caer las primeras gotas y , por suerte , la
estación de tren no les queda tan lejana. Corren apresuradamente y llegan justo a tiempo para que no les pille el
chaparrón. Llueve a mares , con una fuerza extraordinaria, de cólera divina.
17
Durante
breves minutos la lluvia ahoga el espacio y ensordece los oídos. Truena. Poco a
poco la lluvia se apaga , y, después de
largo rato , sólo se escucha el goteo de ropas mojadas y el crujido de ramas
caídas de los árboles. Un operario les avisa de que ya pueden subir al tren.
Los puños de las camisas se rozan y el repiqueteo de los tacones de aguja de
algunas señoritingas clama al cielo. La tarde comienza a despejarse y ella
recuerda que a esta hora ya tendría que estar con su hermana. Un frío recorre
su espalda mientras se sienta de nuevo en el vagón. Él le ha ido a buscar una
taza de café caliente. Poco a poco la estación
queda vacía y las palomas llegan en bandadas para despedirlos. El tren cierra puertas e inicia la marcha.
Cuando
despierta no sabe donde está. Ha soñado durante infinidad de siglos con una
madeja de lana en la que se enredaba para
no salir y enfrentarse al mundo.
La madeja la estrechaba cada vez más y
estaba tan atada que no podía mover los brazos.
– Se ha quedado dormida mientras le iba a
buscar el café. Duerme usted muchísimo.- Berta le pregunta por las hora . - Son
las siete , estamos por Ridruejo. Por
cierto , ¿dónde va usted?. - Ella le contesta que se baja en la última parada y
le quiere preguntar dónde se va a bajar
él pero no le salen las palabras. Está
demasiado cansada. Le crujen los huesos y siente escalofríos seguidos de rápidas
llamaradas de calor. La voz del operario vuelve a inundarlo todo. Acaba por ser
una voz conocida que la acompaña durante
todo el viaje. Ahora comenta que están a pocos minutos de llegar a la última
estación y final del viaje. Avisa a los viajeros que quedan en el tren que comiencen a recoger
su equipaje. El tren está llegando a la penúltima estación y comienza a
sentirse mal. Berta pide a su compañero que la deje pasar y corre hacia el
servicio. El tren acelera la marcha. Ya
es de noche en la ciudad . De repente el
tren para . Desde un estrecho lavabo no oye el ruido exterior. Se moja el
rostro y las manos en una pica blanca y maloliente. Respira hondo y poco a poco
comienza a respirar. Se pasa largo rato analizando sus rasgos en el espejo ,
sintiendo como la vida vuelve a fluir por debajo de su piel. Por unos instantes
se olvida de que es ella misma y
descubre a otra mujer. Siente que alguien le ha retirado un velo finísimo , de
gasa blanca , que le tapaba sus imperfecciones. Entonces se ve tal y como es. Con una mancha de carmín
mal puesta en los labios , con unas ojeras que le afean el rostro y un brillo febril en sus ojos. El tren para de
nuevo. Se apresura a secarse las manos. Cuando abre la puerta , el vagón se ha quedado casi vacío. Sólo hay una
viejecito que entra porque se ha
olvidado el bastón. Mira a su alrededor y
no ve a su compañero. Siente pena por no haber podido despedirse de él y darle
las gracias por su amabilidad. Ni siquiera sabe su nombre. Recoge el equipaje y
se baja del tren no sin antes mirar hacia su asiento. Ha sido un viaje
horrible.
18
La
estación se convierte en un ir y venir de gente anónima . Un trajinar de
maletas y de hombres con corbata despidiéndose de sus queridas. El personal de
limpieza recoge las botellas de refrescos tiradas en los bancos , el vómito de
un borracho y las cáscaras de pipas alfombradas en el suelo. Berta busca a su hermana con los ojos , la busca
con la nariz y hasta con el extremado sudor que baja por su rostro mientras
piensa en todo lo malo que puede haber ocurrido. Se sienta en un banco y abre un libro para
distraerse. Lee con voracidad, como si
fuera la última vez que fuera a leer. No
quiere pararse a pensar y pasa páginas completas hasta que se lo acaba. Se ha
hecho de noche. Llueve en la estación.
II
La
casa relucía más que nunca cuando llegaron las dos hermanas. Aparcaron el coche
a pocos metros de la casa y , mientras recogían el equipaje , les vino a
recibir una mujer de unos setenta años, de pelo canoso y cara de sufrimiento.
Luisa las ayudó a llevar las maletas hasta el interior después de estrechar a
Berta fuertemente contra sus brazos y zarandearla de un lado para otro como si
estuviera examinando un ejemplar vacuno. María entró rápido a la habitación de
huéspedes y dejó las maletas en el
suelo. Fue hasta la cocina y metió la dorada en el horno. Había estado
preparando una buena cena para recibir a su hermana y se le había ido el santo
al cielo. Berta la había llamado para decirle que se retrasaría porque había un
problema con el tren y llegaría sobre las
siete pero ella había entendido a las ocho. Recordó haber sentido cierto alivio
porque así le daba más tiempo para tenerlo todo a punto. Quería darle una
sorpresa a y hacerle ver lo bien que se
sentía de tenerla a su lado. Puso el horno a 150º y sacó la ensalada . Luisa chillaba de
contenta en el comedor , sin perder ni un ápice de su expresividad e hizo sentar a Berta en una silla para
contarle las últimas novedades del pueblo. Le contó que el alcalde estaba recibiendo llamadas anónimas
que lo amenazaban de muerte. La tía de
Juanito , el panadero , estaba mala porque tenía una cara de muerta que asustaba a
medio pueblo y a José , el “anciano” del
pueblo , le habían tenido que dar un calmante anteayer porque un vecino le había asegurado que había alguien más viejo
que él.
- Y ese viejo del que hablas , ¿ de veras
existe?- Le pregunta Berta.
Y
Luisa se indigna porque piensa que no tiene suficiente credibilidad . ¿Acaso la
hermanita de ciudad se piensa que está contando mentiras? Y no dice nada pero
se la guarda para otra ocasión. Ella es una mujer decente y sincera, con dos
delantales para toda la semana y un olor a lejía en las manos que llega a
espesarse al anochecer , cuando los gallos duermen en los manantiales.
19
-Tenías
que haber visto al viejo cuando le dijeron que el solterón de Pepe tenía dos
meses más que él. Yo creo que casi se desmaya. Comenzó a gritar y a dar
pataletas en el suelo como un crío chico. Ese hubiera necesitado que los
pájaros le hubieran comido lo blanco de los ojos. Con lo malo que había sido de
joven. Llegó a echar a sus dos hijas de
casa sólo porque algún malintencionado le había dicho que hacían de putas por
la noche. Y el tío va y cree a la primera el chisme. No te puedes imaginar lo
mucho que lloraron las hijas antes de irse. Se arrodillaron ante el padre y
juraron y perjuraron que ellas no serían capaces de manchar el honor familiar.
Total , que de nada sirvió y al día siguiente ya las veías con la maletita a
cuestas saliendo por el pueblo porque
entonces no había tren. Caminaron diez quilómetros hasta el pueblo más próximo
, donde salía un autobús de línea que iba hasta Madrid. Y allí viven hoy en día
con sus maridos e hijos. Hace más de treinta años que no ven a su padre y eso que han intentado retomar la
relación pero …
María
puso cara de circunstancias cuando vio que Luisa estaba agobiando a su hermana
y se inventó una excusa para hacerla desaparecer un rato de vista.
–
Vaya , Luisa , me he olvidado de regar
las plantas del patio trasero.
-Esta
niña nunca sabe donde tiene la cabeza, pero si te dije el miércoles que lo
había hecho yo. ¿ Pa qué las quieres
mojar tanto? . Pues bueno , lo que te
iba diciendo, el viejo es un perla de cuidao
y … Ya no sé lo que te estaba contando, me ha cortado el rollo tu hermana.
En
el jardín hacía frío, o al menos eso sintió al verse sola y rodeada de verde
por todas partes. Berta se quedó mirando el vacío durante un rato , sin ver
nada. Caminó hacia la pequeña verja de la entrada y apoyó sus brazos en los barrotes de
hierro. Al otro lado, sólo el campo. Estaba
anocheciendo. Las hormigas se escondían en sus madrigueras mientras los últimos
labradores se recogían en sus casas. La luna se haría esperar, como las novias
vírgenes y blancas que hacen esperar al novio en el altar. Un grillo comenzó a
cantar y les siguieron los demás. Ella escuchaba el silencio y esbozó una
sonrisa de luz mientras se oía grillar también a la luna , que comenzaba a dar
sus primeros pasos hacia el altar del cielo. De repente , un olor
a rosa cautivó su atención. Se giró y siguió el rastro de aquel olor tan
agradable. En seguida aparecieron los rosales. Estaban dispuestos en hilera y
las flores se abrían más que nunca para que ella pudiera contemplar su pétalos.
Eran rosas amarillas y rojas . A su alrededor volaban los mosquitos y se posaban
en las hojas verdes para descansar. Se acordó de Pedro . ¿Qué estaría haciendo? ¿ Estaría llorando por su amigo? Recordó la
última vez que vio a Carlitos. Fue en un bazar chino. Ella había ido a dar un
paseo por el centro y, al pasar por la tienda, le había llamado la atención un
chico bajo y delgado que estaba pagando unos artículos. Su cara le sonaba pero
no acababa de reconocerlo. Cuando salió de la tienda , sus rostros se
encontraron y entonces su nombre le llegó a la lengua y saltó hacia fuera.
20
Qué tal , qué es de tu
vida , hacía tiempo que no sabía nada de ti. Me alegro de que estés bien. Besos y una serie de cumplidos que
no sabían a verdaderos. De eso hacía ya tres meses y ahora estaba muerto. El rojo de la rosa le pareció más intenso
y la arrancó con rabia. La tiró al suelo
y la pisoteó con fuerza mientras rompía a llorar por alguien a quien casi no conocía. El olor de una rosa es intenso y penetrante pero llega directo al
centro del alma cuando se piensa en nebulosidades variables . El resto de
rosales cerraron sus capullos y apagaron su olor pero ella no se dio cuenta de nada , ni
siquiera de que su hermana la llamaba para la cena. Se acordó , de repente , de
aquella canción que sonaba en las pistas de baile cuando ella vestía con
minifalda y escote al descubierto. Pensó en sus salidas de tono y en todo el
glamour que había perdido por querer acomodarse a la rutina. Y quiso llorar más
pero no pudo. Las lágrimas se contenían
en el lagrimal y un fuego inmenso invadió sus mejillas. No pensaba en nadie
cuando se coló en una clase que no le pertenecía , ni cuando la madre de su
pareja le hizo un mohín de desprecio porque llevaba unos zapatos de color rosa
que no le gustaban. Ella tenía que haber previsto que aquello no funcionaría porque
estaba acostumbrada a que todo fuera mal. No quería tener más relaciones
sentimentales.
-Pero
chiquilla , ¿ qué te pasa? Parece que te
has peleao con alguien.- Luisa la
había ido a buscar al ver que no venía. – Vamos dentro que cogerás frío. Yo siempre
he dicho que eras un bicho raro. Mira que salir al jardín para pisotear mis
rosales. Pero , ¿ qué culpa tienen mis plantas de que estés tontaina? - Berta
se la quedó mirando y se echó a reír.
–
Siempre me sorprendes , Luisita - Corrieron hacia dentro y apostaron a ver
quien llegaba antes al comedor y le
hincaba el diente a la dorada.
Se
había levantado frío y un fuerte viento azotaba las rosas. Una maceta clavada
en el muro del patio trasero cayó y esparció la tierra por todo el suelo de
cemento. Un gato escurridizo salió de un
arbusto , asustado, y comenzó a correr por el jardín. Los rosales abrieron sus flores y le robaron
la fragancia al aire. Ya nada olerá tan bien como aquellas rosas. Blancas ,
rosas , multicolores. El ruido del grillo sonó con más fuerza que nunca y la
luna desprendió un halo de luz que ayudó al gato a salir de aquel laberinto. Luisa
se despidió dejando un sabor amargo a Berta. De repente la luz de un rayo iluminó el comedor y Berta
sintió una sensación parecida al miedo , que penetraba de forma más seca y con más
intensidad. Un ruido ensordecedor hizo temblar los cimientos de la casa y las
ramas de los árboles chocaron con fuerza contra los cristales del comedor. Se
sentó y comenzó a servir los platos sin contar con su hermana. La dorada tenía
buena pinta y sintió deseos de probar con los dedos la salsa. Deliciosa. No
había manera de copiarla. María hacía mejores asados que ella. María era mejor
en todo. Cogió la servilleta y limpió deprisa los bordes de la bandeja. Escondió
la prueba del delito en su bolsillo y buscó , en la cocina, una servilleta
nueva. Estaba segura de que María no se daría ni cuenta. Ahora estaba demasiada
ocupada pensando en su historia y en hacerse la mujer feliz delante de ella.
21
Apareció
espléndida , vestida con un vestido negro de tirantes y envueltos los hombros
con un echarpe blanco que Berta le había
regalado para su cumpleaños.
-Estás
guapísima pero no hacía falta que te
arreglaras tanto.- Ella sonríe y le explica que le gusta sentirse coqueta ,
vestir como no lo había hecho los últimos años. Se refería a su vida con Pedro
en Barcelona , al desenfreno , a las
fiestas con borrachera y a los dolores de cabeza de la mañana siguiente.
Aborrecía aquella vida y quería borrarla de su mente pero sabía que no podía porque ella sólo era una cuarta parte de la
porción total del tiempo que había malgastado. Y no recuperaría el tiempo perdido a menos que lo
hiciera suyo en la memoria , recordándolo , viviéndolo en ella . María se sentó
y comió. Comía y no tenía hambre. El pescado estaba algo soso pero se podía comer. La salsa le había quedado
mejor otros días .
– María ,
come más . Tienes que engordar un poquitín.- María estaba delgada y la
languidez de su sonrisa casi se podía cortar con un cuchillo. Le robaba tiempo
al tiempo para escribir y apenas se daba cuenta de que se estaba marchitando
encerrada todo el día en su estudio. Los ojos se hundían en unas cavidades
huecas y oscuras y le sobresalían unas ojeras
marcadas por las noches en vela y las cavilaciones . Apenas hablaron
durante la cena. Sólo preguntas rutinarias, tejidas para quebrar un silencio
tenso que podía amenazar el equilibrio emocional , la tranquilidad de sentirse
bien , juntas de nuevo aunque por poco tiempo. Las copas
se llenaron de vino y los platos quedaron vacíos . La conversación de sobremesa nacía
con una nueva fuerza , que es la fuerza nacida del cansancio y el mareo. Berta preguntó por las gentes del pueblo, por
la escuela que se había inaugurado hacía unos meses. Quería retomar el ritmo de
un pueblo de provincias que se había
perdido en ella y del que quería recuperar los buenos momentos. Y ella sí tenía
recuerdos buenos de aquella casa. El abuelo sentado en una mecedora , fumando
una pipa y contándoles un cuento fantástico , de aquellos que te hacen sentir
heroína de la historia. Las vacaciones en casa del abuelo eran un soplo de vida
nueva. Estaban los meses de verano , hasta que
papá las recogía en coche para devolverlas a la ciudad. El abuelo vivía sólo. Su mujer se había
ido de viaje con una amiga
y no había vuelto. Pero eso ocurrió hace ya mucho tiempo. Papá era un
niño de diez años que comenzaba a necesitar el consejo de una madre. No se
podía decir que había sufrido pero durante mucho tiempo tuvo que madurar sólo.
El abuelo era un hombre triste y solitario que se convirtió en un buen tutor para su hijo pero poco afectuoso.
Al niño lo crió una joven de veinte años con la piel morena y los ojos más
grandes que cualquier hombre hubiera podido ver. Luisa era el sostén de aquella
casa. Ya trabajaba para la familia cuando la madre vivía con ellos. Entonces
era una chiquilla que ayudaba a su madre
a limpiar la casa y a servir la
mesa. Pero Mandy , su madre , cayó
enferma y Luisa tuvo que coger las riendas de aquel microcosmos maldito , que
no la dejaba ser una niña como las demás , que la obligaba a llevar esa bata
sucia y gris con la que fregaba los suelos
y pasaba el polvo a unos muebles
viejos. Arcaicos. Amanda. Una madre que se escondía a leer novelas de amor cuando los
patrones no estaban. Ella era la heroína de esas historias de papel viejo y
malgastaba
22
el
poco tiempo que el trabajo le permitía en imaginar cómo sería su vida siendo
una gran señora. Su amo no era rico pero vivía bien . Y ella tenía que
trabajar para cuidar a una niña
mugrienta a la que ni siquiera quería. ¿
Por qué se habría quedado embarazada de aquel pedazo de mierda de su novio? Era
un borracho que la endulzaba con palabras de amor y la manejaba a su antojo. Y
ella se fiaba de él porque se sentía protegida. Era su héroe de pacotilla. Y
cuando desapareció estaba a punto de anunciarle que estaba embarazada. Luisa
era el nombre ideal para una niña que nació igualita a la cara de vieja de su
madre. Flaca , feúcha y con una nariz afilada. La niña prometía ser mandona pero
los oráculos se equivocaron por completo. Luisa fue la mujer más sumisa del mundo
. La mujer más leal y más desafortunada del mundo.
El
viento y la lluvia habían cesado. Se
disponían a recoger la mesa cuando se fue la luz.
–
Lo que faltaba. Acaban de cortar el suministro . Berta , mira en el armario de
la despensa. Encontrarás unos farolillos de papel. Coge y tráemelos rápido. Los
utilizaremos para guiarnos.
El cuartillo de la despensa estaba en la parte
trasera del patio. Berta abrió una puerta de madera que amenazaba con caerse y
miró. Nunca había entrado allí cuando era pequeña porque le daba miedo. Luisa
le había hablado de seres diminutos y pegajosos que vivían escondidos debajo de
los muebles y detrás de las puertas. Las veces que había ido a visitar a su hermana
tampoco había sentido la necesidad de
hacerlo. Y ahora estaba como un pasmarote
mirando la oscuridad con una mezcla de estupor e indiferencia. Tanteó la
pared buscando el interruptor pero no lo encontró. ¿ Dónde diablos estaría el armario? Caminaba
con cuidado , sorteando los muebles y las sillas. La escasa luz que procedía del patio le
permitía vislumbrar los contornos de bultos , baúles y muñecas de porcelana. Se
apoyaba en todo lo que encontraba a su paso por miedo a caer. El armario estaba
en un rincón , en la pared del fondo. Abrió y un olor a humedad impregnó sus ropas. El armario estaba
compuesto por una serie de cajones de madera y un gran hueco en el que se
agolpaban bufandas y abrigos pasados de moda. Supuso que las velas estarían
dentro de algún cajón. No tardó en encontrarlas. Cuando iba a salir de allí su hermana la estaba
esperando en la entrada.
–
Date
un poco más de prisa, mujer
- No encontraba las velas y esto está tan oscuro
que … – Al salir, vio los ojos de una
lechuza posados en uno de los árboles de la parte trasera del jardín. La
miraban fijamente y despedían un halo de luz brillante que la animó. Dicen que quien se encuentra con la mirada de una
lechuza la vida le depara suerte en todo
lo que emprenda. María corrió hacia la casa mientas ella se paró a contemplar
aquellos ojos que la habían hipnotizado. Eran grandes y la atraían con una
fuerza inusitada. Estaba dispuesta a acercarse hasta debajo del árbol cuando el
ave desapareció.
23
Alzó
el vuelo y emitió un chillido agudo antes de entrar en lo oscuro. La lluvia y
el viento habían cesado y un frío seco había aniquilado los últimos destellos
de esperanza. Cerró bien la puerta antes de entrar en la casa y corrió las cortinas
de los ventanales. Un halo de luz
fantasmagórica salía del salón. Cerró las puertas de todas las habitaciones por
las que iba pasando hasta que llegó a la habitación iluminada por las velas. María
estaba en la cocina recogiendo los
últimos platos de la cena. Se había dejado un farolillo encima de un estante
mientras limpiaba la vajilla y
metía las sobras en un bol de cristal que luego metió en la
nevera. Berta estaba recostada en el sofá mirando los cuadros de las paredes y las fotos
que tenía su hermana en una mesita. María se acercó a ella y le hizo cosquillas en los pies , como cuando
eran niñas. Se sentó a su lado y se la quedó mirando embobada.
- Estás triste. ¿ Qué te pasa? Y no me digas que estás bien porque te
conozco.
-
No , nada. Estoy cansada por el viaje. Ha sido bastante fastidioso. Ya sabes ,
el mareo, la avería y luego que no
venías. Ha sido un día muy largo.
-¿
Sólo es eso? Creo que deberías ser más
sincera conmigo. Sé que estás preocupada por Pedro. Estás habituada a estar
siempre con él y crees que no se va a
valer por sí mismo. ¿ Me equivoco?
-Pedro
se vale como nadie , María. Y ya te he dicho que sólo es el cansancio. Además,
la que no sirve ni para planchar una camisa soy yo. Creo que me voy a acostar…
es demasiado tarde. Y tú tendrías que hacer lo mismo.
-Entonces
soy yo. Te has enfadado porque no te felicité por tu cumpleaños. ¿ No es así?
Ya te dije que me olvidé. Pero no es
para que te siente tan mal.
-¿
Por qué me sales con ésas ahora?
-Estabas
rara en la cena.
-Mira,
de verdad, no tengo ganas de discutir. Mañana será otro día. Estamos las dos muy cansadas y creo
que deberíamos descansar. ¿ Has cerrado las ventanas y la puerta delantera?
-Sí
, por supuesto.
-Pues
a la cama. Espero que me hayas puesto una manta. Esta noche hace frío.
-Sí
, sí. Luisa lo ha preparado todo con esmero.
-Perfecto
,
“señorita patas largas”.
24
-Buenas
noches.- Berta se levantó y se despidió de su hermana con un beso en la
mejilla.
-
Acuérdate de apagar todas las velas antes de dormir. No quiero morir chamuscada.
Berta
se levantó a las cuatro de la madrugada con un sudor frío cayéndole del rostro.
Había tenido un sueño terrible. En el sueño , se acercaba a la ventana y
respiraba profundamente. Tenía miedo de morir aplastada. Subía a un ascensor y
alguien le había vomitado encima un líquido viscoso. Había sido un sueño
espantoso. El ascensor se estrechaba poco a poco hasta que ella tuvo que
agacharse para coger una flor que se le había caído de la solapa de la chaqueta.
La flor tenía espinas y ella se rasgaba
las manos por coger los pétalos que iban
cayendo de su falda. El vómito se espesaba más y la cubría por completo. La
ahogaba con fuerza y no le permitía respirar. Había soñado que moría por
completo y que en ese estado de levedad infinita acabaría por encontrarse a sí
misma , partida en dos . Las dos mitades , una sola nota discordante que
florecía en Madrid a las cuatro en punto de la tarde. Un café en el paseo del
Prado y Velázquez mirándola a los ojos, enturbiándola con la mirada. Ella era
una de las meninas y el rostro de su
madre, cubierto de sangre y a punto de dar a luz a un ser deforme y bulímico.
Su madre gritaba pidiéndole ayuda y ella lloraba porque no podía salir de aquel
ascensor de acero . Rubias contoneando traseros y chulos tirando colillas en
una acera de dos metros y medio. Salía del cuadro y daba cuatro vueltas por
Recoletos en pleno siglo XX. La gente se la queda mirando y ella ríe sin parar
, como una bobalicona. Un chulo se
enfrenta a ella y la quiere hacer su puta. La infanta ríe y enseña un gel protovitamínico que suaviza el cabello. Lo ha comprado en el
supermercado de la esquina y piensa llevárselo a su mamá para que le limpie las
botas. Armonía celestial y una canción
de cuna suena más allá de un jardín de violetas . Una niña se para a recoger
los restos de una merienda y la ve llorando. La menina no encuentra el camino a
casa y le pregunta por un edificio clásico con columnas que está repleto de gente que viene a pasear
con sus hijos. Necesita regresar a su
mundo y salir de los pasos de peatones
mal pavimentados. Le pica el asfalto en sus ojos y la niña la ayuda a volver al
museo. La madre ha dejado de llorar porque el monstruo ha muerto con sólo
cuatro horas de vida y lo han tirado a la basura. El ascensor se agranda y ella
, que ha dejado de ser menina para volver a ser otra vez ella , puede salir de allí sin que nadie le
pida explicaciones. Va en busca del chulo y le pega una hostia que lo deja
tieso. Va también a un lavabo y se peina
. Se lava el rostro y se quita los restos de placenta. Ha aprendido a nacer , morir y
vivir. Le encantan los suizos y se compra uno para subir el ánimo. Se imagina
Manhattan a la luz de las velas y lleva un sucio impermeable que le cubre de
las gotas de sangre que manchan las calles. Entonces ve cuerpos débiles y exhaustos de
practicar un amor que no duele hasta que acaba el día y rompe el sol con sus tímidos
rayos el himen del recuerdo.
25
Abre
la luz de la habitación y sale despacio , como temiendo que alguien detrás
pueda sentirla. María duerme en la otra punta del pasillo pero sabe que en
cualquier momento puede despertarse y decirle: “ Oye, tú , qué haces levantada
a estas horas” . Te la quedas mirando y descubres lo bonito que puede ser tener
una hermana a tu lado , ayudándote a salir del pozo amargo de la indiferencia.
Sabe que nunca podrán llegar a conocerse del todo pero también sabe que no lo
necesitan . Se entienden sin siquiera hablarse porque han aprendido a interpretar los silencios
y las distancias que las separan. Baja
despacio las escaleras de madera. Las baja descalza hasta que llega a la cocina
y se pone unas babuchas turcas colocadas en una repisa color cielo. El grifo
derrama un hilillo de agua y en el aire se respira aún el olor de dorada al
horno . Sonríe. Abre un armario y saca un vaso de cristal. La nevera está
repleta de tetra bricks, paquetes de
plásticos y botes de salsas. Busca
despacio hasta que encuentra una jarra de agua y la vierte en el vaso
intentando no derramar ni una gota en el suelo.
Cierra los ojos mientras bebe y , cuando ha terminado , se siente mucho más aliviada. Apaga la luz de la cocina y se queda un rato
sentada en un taburete de madera. La
mirada perdida en la oscuridad. Sola. Piensa en el libro que compró en el
mercadillo. Era una edición barata de Küng
que le había llamado poderosamente la atención. Le atraía la teología que
discrepaba con los dogmas establecidos y buscaba el retorno a los orígenes de
lo cristiano. Pero , ¿qué es ser
cristiano? , ¿ era ella una buena cristiana?
En realidad no había tenido otra
opción. La habían bautizado como tal y
habían marcado en ella los signos de una fe que se vivía en cualquier momento
del día. Era cristiana por tradición pero sin el pleno convencimiento de amar a
sus enemigos. Al enemigo se le debe odiar porque nos ha hecho daño. Y ella se
negaba a perdonar a quienes la habían herido. Jamás perdonaría a Alicia que la
dejara tirada cuando más falta le hacía. Tomaron un mismo tren que las llevó
por caminos diferentes. Berta obtuvo suerte y reconocimiento pero Alicia sentía envidia del poder que
ejercía Berta sobre sus amigas. Alicia no contestaba a sus mensajes , ni le
abría la puerta cuando se plantaba
delante del rellano esperando una contestación. Habían sido amigas desde la infancia y
habían estado muy unidas hasta que un simple mal entendido las distanció
cada vez más. Berta vio dibujado el rostro de su amiga en el vidrio empañado de
la ventana. Una línea milimétrica y fina que sujetaba dos trenzas pelirrojas y
una cara pecosa. Los ojos hundidos de su amiga se sumergían en un mar de
tristeza que apagaba las luces de la felicidad. Temblaba y la miraba. El dibujo
parecía animarse cuando comenzó a sonreír. Se asustó cuando tocó el vidrio y comprobó que las
líneas de agua no desaparecían.
Cuando
era pequeña le daban mucho miedo las historias de fantasmas que le contaba su
abuelo a ella y a su hermana . Algunas noches se sentaban alrededor del fuego
rojo de la chimenea y miraban
emocionadas el libro que les abriría a un mundo lleno de placer e imaginación.
Podían quedarse hasta medianoche escuchando la voz cálida de un viejo de
ochenta años que recitaba fragmentos de
canciones de tango cuando ellas dos
estaban dormidas. Bailaba con su mujer en las fiestas que preparaban sus amigos argentinos.
26
Un
cubanito sabroso le tiraba a su niña
piropos al cruzar la calle y recuerda que se mosqueaba cuando alguien miraba a su Isabela , tan guapa ella con sus
pendientes de perlas que le rozan el cuello mientras baila. Le gusta sonreír
cuando la recuerda joven , eternamente joven en sus ojitos arrugados. Y
entonces mira siempre esa foto de ellos dos juntos , en las playas del norte.
Isabela está sentada en una butaca blanca , en el balcón de un hotel de playa.
Mira hacia el mar y lleva puestas unas gafas que insiste en llevar cuando es
fotografiada. Se parece a la princesa de Mónaco. Tan elegante con su vestido blanco y un pañuelo que le cubría los
hombros del fuerte viento . Se disponía a posar sólo para él. No habían tenido
tiempo de discusiones , malos entendidos
ni amantes inoportunos. No soportaba a
las mujeres que pedían regalos
caros para satisfacer sus caprichos , y menos a las que pedían un
compromiso a los dos días de conocerse . Pero su linda niña le descubría tantas
cosas que estaba contento de poder
tenerla a su lado para siempre. Por eso
el abuelo nunca entendió la desaparición de su mujer . Las investigaciones
coincidían en que ella había marchado por voluntad propia.
El
abuelo lloró hasta el último día de su
vida la ausencia de Isabela. Dicen que jamás se recuperó de aquello pero yo me pregunto si algún día superaría su hijo , mi padre , el desengaño que sentía hacia mi
abuelo. Se sentía vacío y huérfano de padre. Ni una caricia a tiempo , ni una
bofetada cuando comenzaba a traer chicas a casa y las instalaba en el cuarto
trasero. Mi abuelo no había hecho jamás de padre porque nunca le había interesado
ese papel. Él sólo quería
recuperarla a ella , mi abuela.
Cada día de su vida intentaba buscar una explicación a su desaparición. ¿ Qué
había hecho él para ahuyentarla? El recuerdo se transformó en obsesión y la
obsesión en una constante pesadilla. Él sólo quería volver a sentirse el chavalín de catorce años que fumaba a
escondidas y luchaba por abrirse camino como empresario. Y por aquel entonces
tampoco entendía que sus dos nietas crecieran con tanta libertad. Mis padres ,
divorciados , pero más amigos que nunca quedaban para salir de copas algunas
noches y se iban juntos de vacaciones
como si nada hubiera pasado.
El
ruido de unos pasos a su espalda la hizo despertar de su ensoñación.
-Berta
, ¿ te encuentras mal?- La voz de María
notaba una preocupación inquietante.
-No,
estoy bien. Es que no podía dormir y pensé en bajar a la cocina a prepararme
una infusión.
-Ah
, ¿ quieres que te ayude a prepararla?
-No
, tontita. Acuéstate que debes estar cansada. ¿ Qué haces despierta a las
cuatro de la madrugada?
-Me
toca la pastilla. Pero no te preocupes,
que me la tomo y enseguida me vuelvo a quedar dormida. Ya estoy acostumbrada.
Deberías ponerte una chaqueta. Aquí hace frío.
27
-Sí
, mañana me la pongo. Hasta mañana.
-Hasta
mañana. Te dejo la luz encendida.
Se
quedó sola , pero esta vez con la
extraña sensación de no saber qué hacer. Los pasos de su hermana por las escaleras
la habían distraído. Cuando dejaron de oírse volvió a sentir la soledad , ahora
más intensamente que nunca. La sentía como un puñal clavado en el pecho que
gira y gira alrededor de sí mismo. Lo mejor que podía hacer es volver a su
habitación , tenderse en el colchón y quedarse dormida mientras recuerda el
viaje en tren , los ojos de aquel desconocido
molestándose por ella y la noticia de la muerte de Carlitos. Al
levantarse de la silla se sintió mareada . La cena no le había sentado
demasiado bien y el tufo a dorada aún la incomodaba más. Volvió tras sus pasos
y ,al llegar a su habitación , prestó oídos hacia donde dormía María. Un
ronquido largo y seco , seguido de un soplo y un chasquido de dientes. ¡ Su hermana … roncando!
III
El
día amaneció de gris ceniciento , aunque un tímido rayo de sol iluminó la casa
dotándola de una nueva claridad. Sería una mañana agradable y emprendedora. Los
pájaros se posaron en la repisa de la ventana y picoteaban los cristales como
queriendo despertarla. Sólo se oía el ruido de una apisonadora a lo lejos y,
del cuarto de su hermana , sólo llegaba el silencio. Berta se levantó y miró
hacia el cielo. Era tan grande que sus ojos no podían abarcarlo entero. Se terminaba
en Barcelona . Allí era el fin de todo. Pero en el pueblo…. Todavía le quedaba
mucho por conocer de aquel pequeño pueblo de provincias. Sintió que aquel
espíritu que había dormido en su interior
comenzaba a despertar tímidamente de una larga enfermedad. Quería
comenzar a creer en la vida que había
dejado atrás. Tenía que empezar un esbozo que no se pareciera a los demás , que
rompiera con lo anterior . Un retrato de aquel paisaje que crecía más allá del jardín , entre las
llanuras secas y áridas de Castilla. Bajó despacio las mismas escaleras de la
pasada noche y se dirigió a la cocina.
María le había dejado una nota encima de la mesa:
“He bajado al pueblo a comprar churros. No
creo que tarde demasiado. Si quieres , puedes preparar el desayuno”.
28
Pasó
una mirada rápida a la habitación y se dio cuenta de que todo seguía igual. La
única novedad era un ramillo de flores
que su hermana había cogido de la parte trasera de la casa. Estaban puestas en
un jarroncillo de motivos
chinescos. Dispuso la mesa con un mantel
lila y rombos verdes que hacía juego con la vajilla. Puso la cafetera en el
fuego y abrió un paquete de galletas de
chocolate que había comprado para el viaje y ni siquiera había abierto. Las
colocó en una bandeja llana y colocó al lado un tarro de mermelada casera que había visto
en uno de los estantes de la despensa. La casa tiene dos plantas. En la primera planta está
la cocina , un cuarto de baño pequeño y
una habitación muy lóbrega que sus abuelos utilizaban para acoger a las visitas.
María la había inutilizado porque no le veía ningún uso. Cuando llegó con la
intención de instalarse unos meses, que se fueron alargando hasta convertirse en
años , pensó que necesitaría un pequeño estudio en el que poder colocar el ordenador
, los libros que se había traído de Barcelona y los cuadros de pared. Pero
aquella habitación lóbrega le transmitía un vacío que la desconcentraba y le
impedía escribir. María decidió hacerse una pequeña cabaña de madera en la
parte trasera del jardín. Era una caseta de madera de pino de poco más de diez metros
y dos ventanas. En su interior sólo había espacio para un pequeño escritorio
, una mesa y varias estanterías. Aquél
era su refugio , lo único que necesitaba para pasarse las horas muertas
imaginando nuevas historias que dar a sus lectores.
“¿
Que cómo empecé a tomar café? Me lo aconsejó una compañera de trabajo. Tú
tómate una tacita todas las mañanas y ya
verás que te da energía.” Y había empezado por
una tacita y terminaría acabando cafeteras enteras. Berta estaba
dispuesta a servirse otra taza cuando oyó el ruido de la puerta. Era María.
-Había
demasiada gente por el pueblo. Hoy celebran el último día de fiesta mayor y
están engalanando las calles de globos de colores y farolillos. ¿ Por qué no te
das una vuelta esta mañana? - Me la quedé mirando y asentí con la cabeza
mientras esperaba a que sacara el
paquete de churros. Tenía un hambre voraz , como si un roedor me comiera por
dentro las entrañas y me pidiera
suplantar el esfuerzo que había realizado. Yo era un Sísifo inconformista y deslenguado que
pugnaba por salir fuera de mí y me obligaba a fregar los platos sin lavar y a
limpiar la mugre acumulada en los armarios. No necesitas nada para sentirte
mejor que probar lo nuevo y deleitarte en ello. El deseo de lo nuevo y la magia
de lo desconocido .Berta sabía que podía llevar a cabo sus proyectos si confiaba en sí misma y en quienes le
rodeaban. La vida le abriría con llave las puertas hacia nuevos caminos. La clave era no tenerle miedo al miedo. Desayunaron tranquilas , sin que
apenas un ruido exterior las molestara. Desconfiaban la una de la otra porque,
en el fondo, eran iguales. Y sabían que
los secretos sólo permanecen ocultos dentro de la boca de quien los guarda. Entre
la campanilla y la punta de la lengua. Quietos. Sumergidos para siempre en
un mar de saliva. A las diez de la
mañana se levantó un calor insoportable. Las hormigas se escondieron en sus
madrigueras y la tierra comenzó a
fundirse en medio del marasmo.
29
A veces
me pongo a pintar en plena noche. Cojo un lápiz y dibujo sobre el papel
un esquema de mis planes. Antes ya lo he
trazado en mi mente, disponiendo las formas en el fondo blanco y dotando de
volumen al contorno. Lo principal es saber ordenar y calcular la distancias.
Cuando sé que el árbol es menos importante que la figura humana , el conjunto
comienza a tener sentido. El oficio del pintor requiere de la frialdad de un
asesino y la pasión del amante. El pincel tiene las mismas formas que el
cuerpo de una mujer: Se ha de agarrar con seguridad pero sin dureza. Cuando expandes la pintura
sobre el papel , el movimiento debe ser delicado ; dejas ir el pincel con
cierto desdén hasta llegar al último trazo. Entonces
recréate un segundo en ese preciso instante. La mancha de pintura resbalando al
compás de tu mano y jugando contigo hasta que lo dejas ir con dulzura. El
último trazo es el definitivo , da carácter al cuadro y delata la personalidad del pintor. El
resultado es la mayor gloria del artista , es la gota de su esencia, secada.
Existen tantos cuadros como personas . Y cada uno es totalmente diferente al
anterior: Incluso aquellos que pretenden ser copias son distintos entre sí. Hay
algunos feos , otros gordos , algunos machistas , muchos vulgares y pocos
buenos. Pero hay muchos que son bellos. De una belleza infinitamente melancólica.
Los
ojos de la masa flotaban hacia arriba. Las pupilas se contraían y el blanco de
la retina se diluía en copos de nieve mojados. Los globos de colores que habían
tirado los niños se alejaban mientras ellos chillaban por cogerlos. Berta no
tenía muchas ganas de fiesta pero María
la había convencido. Al fin y al cabo no
tenía nada mejor que hacer. La tarde se presentaba animada. En la plaza del
pueblo , un grupo de músicos del Brasil tocaban
una música bailonga mientras unas mujeres exuberantes meneaban los muslos de un lado
para otro al son del timbal. Tan sólo iban tapadas con un tanga y un biquini de
brillantes ajustado por el que los hombres suspiraban arrancar. Las muchachas eran jovencitas pero
tenían un rictus de expresión enfermizo,
como si estuvieran realizando un papel con el que no se sentían identificadas.
Sus movimientos eran mecánicos y las sonrisas de sus rostros , postizas. Cuando
la pieza llegaba a su fin , un grupo de
mujeres del pueblo comenzó a increparlas para que se marcharan de allí.
Les gritaron putas , cochinas e indecentes. Las acusaron de excitar a sus
maridos y de mostrarse impúdicas ante los niños. Hubo alguna que hasta tiró tomates
al escenario y se acercó hasta una de
las bailarinas para escupirle. De
repente la música dejó de sonar y los integrantes del
grupo comenzaron a recogerlo todo. Las bailarinas intentaban salir del tumulto
pero tenían miedo de ser atacadas por el
grupo de manifestantes que se agolpaban frente a ellas. Los músicos recogieron
deprisa los bártulos y ellas se taparon con unas sábanas negras que habían
utilizado como telón. Pero les era imposible salir de allí. Se había formado un
tapón tan grande que no había hueco humano por el que escabullirse. Un puñado de hombres del pueblo lograron abrir
un camino para que pasaran mientras
algunos jóvenes de aspecto nazi , que armaban alboroto entre el montón de
manifestantes , amenazaban al grupo musical con vítores fascistas .
30
Me quedé mirando horrorizada el espectáculo
que se presentaba ante mis ojos y cerré
los párpados intentando evadirme de aquel tomate podrido. Algún desconocido a
mi espalda me empujó y me hizo reaccionar. La gente comenzaba a dispersarse y
yo era incapaz de dar un paso más al frente. Sentía que no podía desenclavar
mis pies del suelo y que un gigante
atroz , como los que salen en los cuentos infantiles , estaba a punto de llegar
para devorarme. Era una princesa desencantada , de sonrisa amarga y ojos apagados. Tiré por una de las
callejuelas y vi a la gente escondiéndose en los portales , corriendo para no
ser cogidas por los polis de paisano
que habían acudido a reprimir la revuelta. También yo corría el peligro de ser golpeada así que me escondí en un portal que estaba
vacío. No habían pasado ni cinco minutos cuando
el desconocido del tren , el chico que me había cautivado durante el
viaje , se metió dentro. Jadeaba como un
tigre asustado y dirigía las manos hacia el estómago en señal de dolor. Tenía
el rostro cubierto de sudor y los labios hinchados. Se sorprendió al verme .
- ¿ Se acuerda usted de mí? Nos conocimos en el tren.
-
Sí , sí,
¿está usted bien? , ¿ no tendrá un pañuelo a mano? Necesito secarme un poco
la cara.
-
Sí , tome. También le convendría beber algo de agua. ¿ Quiere que la acompañe a un bar? Creí que me molían a palos. Y
encima un poli me confunde con uno de
los alborotadores y me empieza a dar porrazos en el estómago. He escapado como
he podido….
-
Déjeme que le mire un momento. Puede que tenga que ir al médico.- Berta examinó
la herida pero no encontró ninguna
complicación. Su amigo sólo tenía un moratón en la barriga. – Creo que , de
momento , sobrevivirá a la tragedia- y
se echó a reír.
-
Muy divertida , pero la verdad es que me jode
estar así.
-
Nunca elegimos estar como estamos . Nos encontramos en situaciones inesperadas que debemos trampear
como sea.
- Pero crees que ha sido injusto golpear a
ciegas.
-
La medida de la justicia es subjetiva. Creo que lo que para ti es injusto, para el otro puede ser necesario.
-
La justicia es igual para todos . ¿ Cómo puede hablar así ? No puede existir
ojo para medirla. ¡ Si ni siquiera miraban cuando pegaban !
31
Llegaron
hasta el hotel y el desconocido del tren la abrazó en señal de agradecimiento. Antes de que desapareciera
por completo tras las puertas de un edificio gris , Berta le gritó.
-
¿ Cómo te llamas?
-
¡ Sergio!
-
¡Encantada , Sergio! Yo me llamo Berta.
-
¡Ok , Berta!
Berta no volvió a casa hasta que los dedos de los
pies se encogieron en sus zapatillas y el talón, magullado , no paraba de
gotear sangre. Tiró por un camino de grava que conducía a las afueras del
pueblo. Por allí había ido ella con su
pandilla de amigos cuando eran jóvenes. Al final del camino había una explanada
lisa y ancha que se llenaba de margaritas en invierno y campanillas en verano.
Ahora estaba cercado por unas vallas metálicas que acababan en púas. Un rico había
construido una casa de forma ilegal y , como no tenía suficiente , había
decidido apropiarse del terreno colindante. Me altera pensar que puedan existir
personas con tan poca apreciación del paisaje. Me gustaría imaginar que son más
bien pocas pero creo que la imbecilidad
humana es una enfermedad que se extiende por todas partes y los mayores
culpables de aquel asunto , sin lugar a dudas , eran las autoridades. ¿ Por qué
permitían tanta especulación inmobiliaria? El alcalde recibía bajo mano lo que
quería por mantener la boquita callada y el resto del pueblo protestaba
mucho pero hacía bien poco. El tipo en
cuestión era un alemán que había hecho una gran fortuna jugando a las
cartas. Era un amante de España y creía que Don Quijote existió de verdad, y ,
lo que es más penoso , que la familia de Sancho había saltado del papel a la
vida real , que habían vivido en el pueblo , criado a hijos , y , como lo de la
literatura no daba para mucho , habían
construido un bar de copas en el centro del pueblo. En la explanada Berta
vio como comían hierba dos caballos árabes. El primero era blanco y tenía una
mancha negra en el lomo. El segundo , pequeño y corpulento , tenía una mirada
altiva que inquietaba a quien se atrevía a mirarlo fijamente. Los caballos
árabes son la raza equina más antigua del mundo y una de las más fascinantes.
Cuenta una leyenda del Islam que Alá concibió al caballo como un regalo para
los hombres. Cuando quiso crearlo , llamó al viento del Sur , lo recogió entre
el hueco de sus manos y dijo: “ Yo te
creo y te llamo ARAB ”. Y así se formó una raza de caballos que flotan en el aire. Berta los miraba fascinada
cuando uno de ellos , el blanco , se acercó hasta ella. Le entraron unas ganas
enormes de acariciarle la cabeza . Lo observó
durante un buen rato y ya había dado unos
pasos hacia el camino de regreso cuando oyó un relincho. Se dio la vuelta y vio
que el caballo movía impaciente las orejas y golpeaba el suelo con las patas.
Se acercó de nuevo a él y se quedó quieto. Le acarició el morro y las crines
con suavidad y sin miedo. No dejó de hacerlo hasta que el dueño la vio y gritó
en un mal castellano que se alejara de allí , que estaba invadiendo una
propiedad privada .
32
Ella
no quiso entrar en polémicas y dio media vuelta
con la intención de marcharse cuando la hicieron detenerse en seco estas
palabras : “ Maldita mocosa maloliente”.
Entonces se giró y comenzó a insultarlo
también ella. Lo llamó inculto , tirano sin escrúpulos y estafador. Gritó tan
fuerte que el caballo se encabritó y golpeó las vallas con la cabeza.
-
¡ Me
matarás al animal!
-
Es usted un tipejo insoportable que debería responder ante la justicia. ¿ Se
cree que el pueblo no conoce sus artimañas? Ha comprado al alcalde y a unos
cuantos concejales para que mantengan la boquita cerrada pero sabemos sus negocios .
-
¡Largo de aquí o llamo a las
autoridades!
Me
marché porque presentía que me estaba
metiendo en un buen lío. Si al caballo le hubiera llegado a suceder algo , ya
me veía yo en chirona , con un traje
de cebra y unas esposas a medida. La cara de presunta culpable ya la llevaba
enganchada de oreja a oreja , ahora sólo necesitaba consumar el hecho. O me iba
sin escuchar las culebrillas que el tipo soltaba por su boca o lo acribillaba a bofetada limpia.
María había decidido que no iría a aquella fiesta.
Le molestaba el ruido y la masa humana apiñada , sin nombres. Anónima.
Aprovecharía el resto de la mañana para terminar de escribir un párrafo que se
le había quedado a mitad. Le había costado una hora escribir cuatro líneas decentes y va el
ordenador y se apaga. Vuelta a empezar y ahora ni se acordaba de lo que
había escrito. Se había quedado en el
momento más melodramático. La mujer
descubría que estaba enamorada de un ser misterioso al que apenas conocía de un viaje en tren y
un paseo furtivo por las calles del pueblo. Ese sentimiento la hacía sentirse
bien pero también la asustaba. Nunca había experimentado una sensación más
intensa que la que la estaba destruyendo con una fuerza rápida y sin límites. Y
aquello que más le atraía de aquel hombre era precisamente lo que más la
dañaba: Su inaccesibilidad. María sabía que tenía que ahondar más en el tema ,
ir más hacia el fondo de la cuestión. Una descripción exacta de los sentimientos
de la protagonista podría resolver el problema de la extensión. Se veía
limitada a escribir forzada por el impulso de una necesidad externa. Alguien le
había dicho que escribiera otra novela
pero ella no estaba segura de hacer lo correcto. Por primera vez sentada ante lo que sería el tramo final de
su cuarto libro , dudó. No podía terminar noventa páginas de golpe con
una simple historia de amor almibarada . Tenía que ser lo suficientemente madura para saber que
aquello ya no funcionaba , que era necesario un final original. Había pensado
en otras soluciones para su libro:
33
Una
discusión que acabara en suspenso o con la sensación de derrota de la protagonista.
Al fin y al cabo todos somos seres
derrotados . Recordaba que la escritura podría brindarle la oportunidad de
demostrar su superioridad moral , que es , al fin y al cabo , la fuerza motora
de cualquier escritor. Había fracasado en muchos trabajos. Su vida personal
discurría entre el engaño y la ilusión de un proyecto inacabado. La historia
que tenía entre manos la convocaba a seguir soñando. María recordaba la primera
novela que había escrito. Una novela de aprendizaje. Adolescente. Tímida.
Audaz. Le descubrió
facetas de sí misma que
desconocía. Siempre
le gustaba releerla . Lo difícil de lo nuevo y la ilusión del inicio
estaba allí. Se había perdido a sí misma y necesitaba encontrarse. Y siempre
que leía aquella novela volvía a sentir los miedos del principio. La escritura
le servía para alejarse de sí misma y
conocer a la otra persona que dormía en ella. Su verdadero yo. Se acababa de
acordar que no había bajado al pueblo.
Tampoco le importaba demasiado , iría a ver a Sergio otro día. Estaba cansada de sus
ironías, y de sus pretensiones hacia ella. Jamás volvería a cometer el mismo
error que había cometido con Pedro. Sergio era un hombre genial , que la hacía
sentirse bien consigo misma. Se conocían poco pero congeniaron enseguida. Habían pasado
momentos muy divertidos y no necesitaban nada más. No quería complicarse la
vida con una relación formal, sujeta a compromisos y ataduras. Necesitaba un
amante ocasional y ya lo tenía. ¿Para qué
complicar una situación de forma innecesaria? Él también parecía
encontrarse bien pero desde hacía unos meses su modo de actuar y sus palabras
habían cambiado de tono. La visitaba poco , y , cuando estaban juntos , parecía
estar abstraído. No prestaba atención cuando le hablaba y se mostraba menos
atento con ella que al principio de su relación. La última vez que se vieron le comentó que necesitaba estabilidad . Se
negó a interpretar sus palabras . Nunca nadie le había exigido nada y ahora él
le pedía algo que no estaba dispuesta a realizar. Ya sabía que aquello podía
terminar en cualquier momento , y así lo
había sentido siempre. Pero cuando llegó al creo que no nos queremos lo suficiente ,
porque no me has dicho nunca que vivamos
los tres juntos, la niña , tú y yo , la ilusión y la sensación de lo
imprevisible se habían esfumado. Se veía
cuidando de la hija de su amante y viviendo con alguien por el que se
sentía atraída pero al que apenas
conocía. Tembló ante la perspectiva de una futura convivencia. Se sentía tan
bien en su propia soledad que la idea de
mudar de estado la inquietaba. Oyó el ruido de la verja y pensó que era su
hermana. Se levantó cuando golpearon la puerta.
-
¿ Te has dejado las llaves?- Creyó que era Berta. Abrió y vio plantado a un
hombre vestido de uniforme y gorra que le sonreía estúpidamente.
- ¿ Es usted la señorita María Quintanar?
Asintió y dejó su firma estampada en una hoja de recibo. El hombre hizo entrar
un paquete de cartón que juzgué debía pesar por la cara que ponía y los gestos
de dolor de su rostro mientras me lo llevaba hasta el salón.
34
– Sí , por supuesto. Lo manda Pedro García.- María
le dio las gracias y lo acompañó hasta
la salida. Cruzaron el jardín hasta llegar a la verja y le pidió disculpas por
haber dudado del paquete. El mensajero se marchó entonando un estribillo de Bob Dilan.
Cuando
Berta abrió la puerta , ni rastro de su hermana. La llamó un par de veces pero
nadie contestó. Cruzó el salón y comprobó que las luces estaban apagadas. Salió
a la parte trasera del jardín y tampoco vio a nadie. Se acercó al estanque de
los peces. Había un total de veinte
peces Koi nadando . Berta se acordó de su abuelo. Fue él quién hizo construir
aquel estanque y crió las primeras variedades de Koi
en el pueblo. Su interés por estos peces le vino después de haber realizado un
viaje a Japón , cuando su esposa ya había desaparecido. Le llamaron la atención
aquellos peces de estanque que parecían estar presentes en cualquier jardín
público o en la finca de cualquier funcionario u hombre notable. Gracias a la
amabilidad del guía que les acompañaba , mi abuelo descubrió algo más sobre
aquellos seres fascinantes. Los peces Koi
proceden de China y se introdujeron en Japón durante la Era
Yayoi. En un principio no debieron llamar mucho la
atención como variedad ornamental porque los granjeros de arroz los criaban
como alimento. Seiji , que así se llamaba el guía , le explicó a mi abuelo que
no fue hasta mediados del siglo XIX cuando la carpa Koi comenzó a popularizarse
como capricho exquisito entre los ricos japoneses.
Eran
las seis de la tarde y comenzaba a refrescar. Fue a la habitación y se puso una
chaquetilla de punto que había
pertenecido a su madre. Al pasar a la
cocina vio un paquete que le llamó la
atención. Era una caja de cartón
bastante grande que contenía libros antiguos. En una esquina , un sobre a medio
abrir . Se acercó y dudó entre coger aquella carta y descubrir de qué iba todo aquello
o esperar a que viniera su hermana. Le picaba demasiado la curiosidad . Era un
carta corta ; más bien parecía un mensaje. No le costó demasiado reconocer la letra de Pedro. No quería leer pero su mirada se deslizó por aquellas letras
con la culpa fijada entre los espacios en blanco. Como un eco lejano , Berta
escuchó la voz de su compañero de piso:
“Aquí tienes el resto
de libros que me regalaste. Ya no me queda nada. Dale recuerdos a Berta y
recuérdale que aquí hace más falta. Si hubiera algo de lo que te acuerdes , se
lo comentas a ella. Supongo que ya sabes lo de Carlos. Una pena , ¿verdad ?
Poco a poco se van los amigos que más has querido. Hace unos meses fue Enrique
, de una cirrosis crónica. Y ahora éste. Lo del suicidio si que no me lo esperaba.
Ninguna pena justifica esa elección , ni siquiera el desengaño. En fin , espero
que tú estés bien.
Berta
sintió el frío de una historia acabada y la punta afilada de un rencor que no acaba de superarse. No pensó más
en aquel asunto hasta que su hermana se lo refirió aquella misma noche.
35
Un
ángulo abierto. Una habitación sombría y
dos sillas ocupadas. Las hermanas fingen que están comiendo pero , en
realidad , ninguna está atenta al plato de fiambre que tienen delante. Mientras
una guarrea la comida , la otra
devora el plato de forma compulsiva. Berta se dispone a hablar cuando una
mirada triste la detiene ; piensa que no es buena idea recordar ideas amargas pero decide enfrentarse con la realidad antes
que ningunearla:
-Hoy
he visto un paquete encima de la mesa. Eran unos libros.
-Sí
, me los ha mandado Pedro.
-Y
un sobre .
-
Sí, sí , un sobre.
Berta
la miraba esperando a que mostrara algún tipo de gesto o señal que desvelara
sus sentimientos pero María ni siquiera
se inmutó. No entendía cómo era posible que una escritora fuera tan poco expresiva. Se supone que los
escritores son personas altamente sensibles y emocionales . María se empeñaba
en encerrarse en sí misma para protegerse de no se sabe qué enemigo porque el
mayor enemigo que su hermana tenía era ella misma.
-¿
No me preguntas por él?
-
¿ Por qué debería hacerlo?- A María no le gustó el tono de reproche de su
hermana.
-
Pues son muchas las razones. No sé. ¿ Quizás porque ha sido tu pareja durante los últimos diez años?
-Ya
te dije una vez que lo nuestro había terminado definitivamente.
-Pero
, ¿ qué tiene que ver eso ? - Berta no entendía el profundo resentimiento que
María guardaba en su interior.
-Nunca
debió hablar de lo nuestro a mis espaldas. ¿Quién demonios se creía para
pegarme un bofetón? Tiene que nacer cien veces para alcanzarme.
-Estaba
borracho cuando lo hizo. No lo puedes seguir culpando todavía. Se arrepentirá
toda su vida de aquello.
-Tienes
razón. Por eso lo he perdonado y te aguanto que pronuncies su nombre en la
mesa.
36
-Está
destrozado , María. Sigue enamorado. No consigue olvidarte.
Hacía
calor aquella noche y necesitaba abrir un poco los ventanucos. A María le
dolió mucho que Berta defendiera tanto a Pedro . Se sentía como una anfitriona desprestigiada
y esa sensación de inferioridad la
acompañó durante el resto de días que Berta pasó junto a ella. De repente la ilusión con
que había acogido la llegada de Berta desapareció. El entusiasmo se convirtió en
rutina y las ganas de compañía en un deseo ferviente de volver a estar sola. No
diré que me molestara su presencia , atento lector , pero
mis respuestas posteriores fueron cortantes y la conversación , poco
agradable. Salí a tomar el fresco mientras Berta hablaba por teléfono. El olor a jazmín lo
impregnaba todo. Recordé mi etapa revolucionaria , las noches en vela citando a
Martí y maldiciendo a los cabrones
que acabaron con el comunismo. Cristo fue el primer comunista. Amó con plenitud
y vivió como un auténtico guerrillero de la paz. Mucho antes de que Marx
escribiera su manifiesto comunista ya existía una auténtica doctrina del mismo
en los evangelios. En ese sentido quizás
sí podía reconocer al cristianismo como una religión verdadera. Era la religión
del amor y la única que daba vida auténtica y eterna. Los viajes a Cuba y el olor
de velas encendidas en los puestos de santeros y curas falsos de la Habana. De eso seguro que todavía se acordaba Pedro. Por supuesto que lo había
perdonado pero aquello no era suficiente. Necesitaba que le diera una
explicación convincente a sus ataques de cólera y a los momentos de auténtica
maldad. Siempre que bebía se ponía como un demonio y llegó a maldecir a mis
abuelos. Él , que ni siquiera había conocido a
los suyos. Pedro jamás me había pegado hasta aquel día. Pero aquel día…
Aquel día fue diferente. Tiró un vaso al suelo , que se hizo añicos. Me gritó
al oído que me estaba poniendo los cuernos con una compañera y que nunca había
disfrutado tanto viéndome sufrir de
aquella manera. Entonces se sacó la correa y comenzó a darse golpes en la
espalda. Estaba como loco. Me empujó hacia la habitación y me pegó un bofetón.
No sentí nada más. Creí morirme. Volví a
odiarme.
-Era
de una librería. Necesitan a una dependienta en
caja para hacer una sustitución de un mes.
-
¿ Y qué vas a hacer ?
-Nada.
No me interesa.
-¿
Estás loca? No te puedes permitir el lujo de rechazar una oferta de trabajo.
Tienes un alquiler de piso , unos gastos.
-Eso
lo pago con la pintura. Con mis últimos bocetos gané para casi todo el año. Con
eso me gano la vida. Ya te lo he dicho muchas veces.
37
-Nunca
encontrarás algo estable porque estás obsesionada con los cuadros.
-María
, ¿ se puede saber de qué vives tú?
-De
la escritura. Sí .Vale. Yo trabajé de otras cosas antes de llegar a donde estoy.
-Me
gusta mi trabajo y no pienso cambiarlo
por otro.
-Berta
, escúchame. No te digo que renuncies a la pintura , te digo que puedes
compaginarlo con otras cosas.
-
¿Acaso compaginas tú la escritura con otras cosas? , ¿ te dedicas a hacer de jardinera
para el pueblo en tus tiempos libres? No me hagas reír.
Callaron.
El ruido del motor de una Harley Davidson
ahogó las últimas palabras. Las hermanas se levantaron y corrieron hasta la
puerta . No hacía falta que pensaran demasiado para saber quien había llegado.
Berta llegó primera hasta la verja y lo
abrazó tan fuerte que hasta le hizo daño en la calva:
-¿
Qué haces aquí? Mira la jodía….
-¡Ricki!
-Ay
, mi Berta. Estás guapísima . Casi no te
conozco. ¿ Dónde está mi otra niña?
-
Cuéntame , ¿ has venido sólo o vienes con tu gente?
-Estamos
en ruta. Pero te veo rara…
Ricki
era un chico rubio , de tez blanca y ojos azules. Su forma de mirar era cálida pero
siempre miraba con desdén a sus competidores. Acostumbraba a enamorar a las chicas sensiblonas e inseguras. Pero
nosotras lo adorábamos. Era nuestro amigo ideal , el hombre perfecto hacia el
que proyectábamos nuestros deseos más íntimos. Pero, en el fondo , las dos
sabíamos que Enrique no era ni la mitad de buena gente que decía ser. Porque
robaba corazones , justo sería robárselo a él. Y aunque las dos competíamos por
ser su preferida , él ni siquiera se daba cuenta de que acabaría perdiendo el
juego. ¿ Y acaso era eso justo? Si alguna vez han visto Alfie , entenderán lo
que les digo. Es un personaje de una película romanticona. La versión actual la
protagoniza Judas Low , un caso ejemplar
de actor fetiche para hombres y mujeres. Pues eso mismo harían ellas. Berta y
María se vengarían de él poco a poco .
38
Y
jamás se daría cuenta. Entraron a la casa muy animados. La luz del sol se
quemaba a raudales y el primer soplo del viento sur encogió los árboles del
jardín. Los hizo pequeños ; las hojas se fueron encogiendo y el tronco pasó de
marrón a negro. Nadie se acordó de
apagar la luz del porche.
Ricki
habló de sus compañeros , de cómo se sentía cuando viajaba con su grupo de
moteros. Ya habían recorrido media España y pensaban emprender próximamente
alguna escapada al extranjero. Berta aprovechó el momento propicio para subir a
su habitación y cambiarse de ropa. Con su amigo era impensable aburrirse. Tenía
una elocuencia que rayaba la extravagancia. Eran sus salidas de tono y la superficialidad de su vida lo que más le
atraía de él . Ricki había tenido una novia de juventud que trabajó de
gogó en un club que ahora se dedicaba al
tráfico de amfetas. Pasó una
temporada loca hasta que se unió a un
motero , Alfredo . Se compró una moto y su vida giró trescientos sesenta
grados. Se convirtió en un hombre feliz que leía a Heidegger y dormía con Platón en el bolsillo. Vivía de
un pequeño taller que tenía alquilado en un barrio de mala muerte y en el que
diseñaba joyas que después compraba a mayoristas. Cuando se acercaba el verano
, cerraba el taller y recorría miles de quilómetros con la mochila a sus espaldas
y los tontos de sus amigos siguiéndole atrás , gritando que no le diera tanta
caña a la moto , que un día se iba a estampar con un camión. Pero como a Ricki le encantaba la velocidad , no le
importaba arriesgar su vida en carretera. “ Vivir al día”, esa era su
filosofía. Novias había tenido muchas más de las que decía y se encendía de rabia cuando le preguntaban por Maribel ,
su pareja durante cinco años. Aún se preguntaba cómo era posible que estuviera
todavía colgado de ella. Si ni siquiera valía la pena cuando hacían el amor en
plena noche , con las estrellas cuajadas de luz en un campo raso. Y un buen día
, cuando él menos se lo esperaba ,
cuando ya pensaba formalizar su
relación con alguna boda o compromiso por el estilo , ella le dice que necesita
darse un respiro. Y coge las maletas y le dice que volverá para llevarse el resto. Lo que nunca explicó
es que tenía a un tipo medio enamorado a la vuelta de la esquina. Pues menuda
mierda , esta vida. Y Ricki dejó de creer en las chicas como quien deja el
alcohol o las tragaperras. Se desintoxicó poco a poco. Ligar ya no le importaba
y mucho menos le gustaba salir de marcha hasta las tantas. Ahora se iba a
dormir a las once de la noche y tomaba una birra sin alcohol en las comidas.
Riki salió del servicio abrochándose la bragueta con un eje de superioridad
superlativa y entonando una canción de amor para sus amigas , que esperaban
impacientes en el salón a que su chico
les siguiera contando historietas divertidas. En la mesa , tres zumos de limón
que había preparado María:
-Chicas
, ¿ os gustó la última película de mi amigo,
el mejicano?
Y
nosotras seguíamos mirándolo embobadas , tragándonos sus palabras como pepitas
de oro en el desierto.
39
Cuando
se proponía que cayéramos rendidas a sus pies sólo tenía que emplear una palabra
galante y un gesto amable. “Estás especialmente guapa esta noche.” Y a ver
quién se atrevía a despreciar unas
frases tan bonitas. Así era nuestro Ricki.
-Berta
, ¿ te acuerdas de aquella noche , en el club nocturno?
-Sí
, pillé la mayor cogorza de mi vida.
-Cogiste
una tan grande que te tuvieron que coger entre dos y llevarte al maletero del
coche , porque si nos pillaba la pasma
se nos caía el pelo…
Me
fijé que se le había quedado una mancha de zumo de limón cerca del labio y me apresuré a quitársela con
el dedo meñique. Ni se inmutó. Siguió hablando como si aquello, que las chicas
estuvieran dispuestas a besar sus pies , fuera lo más normal del mundo. Y, de
repente , le entró un sueño repentino. Decidimos que ya era hora de apagar las
luces y dejarnos llevar por el sopor de la noche. María insistía en dormir en
el sofá pero él , que era todo un caballero , se negó rotundamente. Nos mandó que le trajéramos una almohada y una manta por si se levantaba frío a primera hora de la
mañana.
María
se despertó a las ocho de la mañana y bajó al salón para comprobar si Ricki estaba allí o había marchado. No vio a
nadie. Encima de la mesa , junto al vaso
de zumo , su amigo se había dejado olvidados los guantes de la moto. Los guardó
en uno de los cajones del velador estilo francés que había comprado en Madrid .
Era un mueble de madera de roble con
unos curiosos detalles de bronce en las patas que representaban a Buda en
actitud meditativa. Su hermana dormía y
prefirió no hacer demasiado ruido. Temía despertarla y que levantara en cólera.
Se vistió y salió de la casa hacia la carretera de grava que llevaba al pueblo.
La casa estaba a unos tres quilómetros del casco antiguo. Ella siempre
utilizaba el coche cuando tenía que hacer algunas compras pero esta vez iba por un motivo diferente.
Tenía que atravesar el pueblo y tirar hacia la carretera. A las afueras , en un
hostal de poca monta que había abierto el hijo de Juanita , la bailaora , la
esperaba Sergio. El camino a pie no se le hizo demasiado largo. A esa hora de
la mañana no vio a nadie . Caminaba despacio , robándole al aire las últimas gotas de una juventud maltrecha.
Drogas , alcohol , cocaína. Cuánta mierda de esa tomaste para sentirte una
mujer libre , sin prejuicios. Y ahora
sientes que tu vida personal es un balancín que se mece al compás de los
días. A mitad de camino se paró para ver pasar a un viejo que iba
montado en un tractor. Era el tío Pepe. Movía las manos para que me apartara del
camino y me tiró un piropo de aquellos
que te hacen sonrojar. No pude evitar reírme cuando el pobre se quiso hacer el
interesante y se levantó del tractor
para hacerme una gracia. Pobre tío Pepe .
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Pisaste
el acelerador y la máquina tiró a toda marcha mientras tú perdías el equilibrio
y te caías hacia atrás. Te pegaste un buen porrazo en el coco y gracias a que pude
ayudarte cogiendo el tractor y parando el motor. Me encantó
ver tu cara de pena . Sentías que habías hecho el ridículo y aún
resultabas más patético cuando intentabas ligarte a una jovencita que podría
ser tu hija. Porque Pepe , ¿ tú ya tienes los sesenta? ¿ O
los cumpliste al saber que tu hija se había metido heroína por las
venas? La libertad es un precio que se paga demasiado alto. La niña murió de
una sobredosis y nadie se acordó de ampararla a la salida de una discoteca. Le
salió sangre por la nariz y tuvo unas convulsiones terribles que le machacaron
la vida en pedacitos de hojalata movidos por el viento. Seguí mi camino hacia
el hotel con una pasividad asombrosa. Mi mente estaba realmente confusa , divagaba entre
pensamientos confusos y diversos. Era un maremágnum de ideas que viajaban del
polo sur hacia el polo norte sin ninguna conexión aparente y siempre con la
niebla rodeándome a mis espaldas. Atravesé el pueblo y me paré a contemplar a una vieja que murmuraba frases sin sentidos y miraba hacia
al vacío con la mirada perdida.
Del
hostal salían varios turistas ingleses que pensaban realizar la ruta de Don
Quijote a su manera ; visitando cuatro casas viejas y un establo medio derruido
donde los pueblerinos habían montado un negocio muy lucrativo. Los turistas eran dos parejas de mediana edad
con sus respectivos hijos. Las mujeres iban con unos vestidos floreados y los
hombres , con unas bermudas a cuadros escoceses. Estaban para hacerles una foto.
María se los quedó mirando. Su rostro , un interrogante blanco y sin punto.
Miró el reloj y vio que eran las nueve y cuarto. Ya habían pasado diez minutos
y su chico no aparecía. Estaba pensando
en entrar al hostal y preguntar en recepción cuando lo vio aparecer. Corrió a abrazarla con ímpetu pero ella se resistió con frialdad. Estaba
cansada de tanta pantomima barata.
-¿
A qué has venido si ni siquiera quieres
darme un abrazo ? - Sergio la miró con una desilusión patológica que se
prolongaba en ondas expansivas hasta caer en un cubo de arena.
-Quiero
dejarlo.
-Dejar
qué.
-Lo
nuestro. Nuestra relación. O lo que tengamos.
-Pero
Marieta - te apartó un mechón de pelo
que te tapaba los ojos – no entiendo qué
te pasa últimamente. Estás nerviosa.
41
Luisa
cogió las llaves y abrió la puerta de su casa con una seguridad inusitada. Tenía la
firme convicción de estar haciendo algo importante en su vida. No miraría atrás
jamás. Cogió las bolsas de tela y sus
pasos sonaron a badajos verdes y azules que ahuecaban la vida entre metales
religiosos. Ding , Dong , Ding , Dong… Los
pasos de semana santa y el nazareno al que cuidaste cuando era joven . Te
acuerdas de tu primera comunión , del vino sagrado y las mentiras que tuviste
que escuchar antes de llorar , en tu casa. Habitaciones blancas y tú eras una
niña inocente que nunca había visto a un hombre desnudo. Te casaron pronto y te hiciste mujer antes de tiempo. La música
que escuchabas era de un maestro de la copla y recuerdas a tu hermana , la que vivía en
Córdoba , toa vestidita de faroles y
dándole un manteo a la cola .Tienes más miedo que pena y más desamor que irrealidad. Paquita podría
haber sido una gran artista pero sus
sueños se truncaron cuando madre enfermó
y Luisa tuvo que cargar con su enfermedad. Ella aún se libró porque estaba ya
casada y con dos niñas cargadas en las espaldas. Si tu gente no me quiere , ni a ti te traga la mía , ¿ Por qué tú te
has vuelto loco y yo estoy loca perdida? El tablao vibraba con los
zapatitos de tacones que destrozaban la
madera en polvo de oro fino. Y el
aliento a vino blanco que sale de esas
bocas que cantan al buen salero , al pan
y a las mujeres bonitas. Si tu manolillo te hubiera querido más – piensas- hoy
no estarías limpiando la mierda de otra gente. Y es que tienes ansias locas de
recuperar los negativos que tiraste a la basura. La vida de Sofía no habría
sido la misma si le hubieras dado más libertad . Con los niños fue distinto ,
pronto se echaron novia y salían de casa cuando querían. Pero Sofía … nunca te
remorderá tanto la conciencia como cuando pienso en ella. Soltera y ya preñada.
¿Qué va a ser de mi hija? , ¿ quién le
va a echar una mano sin una vida decente? Ay mi niña , ay , ay , ay , ay y ay.
Sonaron las campanas de la iglesia mientras Luisa marchaba por la carretera de
grava que conducía a la casa de su amo , su casa , la única que le había dao chicha
para su gente.
El
plano le gustaba. Había dado muchas vueltas hasta encontrar el lugar adecuado.
Era un paraje solitario , a unos cuatro kilómetros de la casa. Un rincón
perdido en el “bosque de pinos” , un lugar tranquilo y misterioso. Había un
árbol viejísimo del que colgaba un columpio de madera que estaba enmohecido y
medio roto. Berta buscó un ángulo desde el que pudiera obtener una imagen
completa. Se sentó y dibujó cuatro líneas. En el medio debía situar al árbol y , alrededor , se inventaría alguna figura
humana en actitud meditativa. Quizás ella misma podría introducirse en el
cuadro . Se podría situar justo debajo del tronco, con una hoja de papel en la
mano y un lápiz de punta fina en la
otra. También podría inventarse el momento del día. Aunque en aquel lugar siempre
se respiraba una oscuridad húmeda , ella dibujaría un paisaje alegre y
primaveral. En el bosque de pinos , las
copas de los árboles impedían la entrada de la luz solar. Tan sólo en algunos
momentos del día , especialmente a media mañana, entraban algunos rayos.
42
Su
abuelo les decía que jamás se adentraran en el bosque , que era un lugar
peligroso. Hacía muchos años había desaparecido allí una niña de ocho años y jamás se había vuelto a saber de ella. Esto
, por supuesto , son cuentos que explicaban los mayores para que los niños no
salieran de casa. Pero recuerdo que a nosotras dos no nos producía ningún
efecto parecido al miedo , más bien lo contrario. Cuando Luisa y el abuelo dormían la siesta
profunda de las tres de la tarde , ellas salían en busca de la niña perdida. No
la encontraron nunca pero el rato de
risas que pasaban juntas era inolvidable. Por muy distinta que fuera su hermana
, por mucho que a veces se discutiera y pasaran meses sin verla , Berta no podía evitar quererla. No entendía la manía que le había pillado a
Pedro. No pretendía que se fueran a comer juntos pero María podría intentar un acercamiento. En el
fondo , los dos querían saldar cuentas.
Borrar el pasado y mirarse sin el rencor que carcome la esperanza y te deja muerto. Berta
meditaba . Y meditaba.
¿Hay
alguien ahí dentro? Picó a la puerta pero nadie le contestó. Y ahora , ¿qué?
Dejó las maletas en el porche y se sentó en las escaleras principales. Llevaba
una falda azul que le había regalado María para su cumpleaños y una camiseta negra , de tirantes. A enseñar
pecho , que es lo que se lleva. Y a sus años todavía podía conquistar a algún
buen mozo. Si es más jovencito que ella , pues mejor , y a darle alegría al
cuerpo , que para eso se viven dos días y uno está ya pasado. ¿ Cómo saldría
adelante? Pues como siempre lo había hecho , por ella misma. Oyó el ruido de la
verja y vio venir a María por el jardín. El rostro , triste y preocupado.
Cuando se fue acercando y vio las maletas en el suelo , soltó lo que nunca se
puede imaginar uno cuando intenta escribir una escena de estas características.
No sale en las novelas. No sale en los cuentos. Sale aquí.
-¿
Qué hacen esos bultos en mi puerta?
Luisa
se los mira como si no los hubiera traído ella y se alza erguida. De repente se le cae el mundo porque le viene a la mente
la idea de no ser bien recibida. Su cara pasa de la ilusión a la estupefacción
más absoluta.
-Yo
es que ... Hoy ya no he aguantado más y me ha entrado un arranque. Mira…
María
coge los bultos y abre la puerta.
-Bendita
vieja renegrida , se te podía haber ocurrido hace diez años atrás. Pasa pá adelante y no cambies de opinión.
43
-Ay
la madre que te parió . Por un momento me veía haciendo autostop hasta Madrid-
Luisa se ríe a carcajada limpia mientras entra en la casa.
-¿
Dónde dejo las maletas?
-Ahora
te las llevo al cuarto de invitados.
-¿Y
Berta?
-Pues
no sé. Yo es que he salido temprano y no he llegado hasta ahora.
-Esta
niña me tiene preocupada. Muy preocupada.
Nadie puede acceder al pensamiento
íntimo de cada individuo y quizás sea
esa la mayor libertad individual que exista. Aquello que se piensa y nunca se
dice es el bien más preciado del ser humano. No hablo por miedo a callar la
última palabra porque la última puede
ser la más dañina. Y lo que pienso se queda dentro a la espera del momento más
adecuado. Los personajes de esta historia son pretextos , monigotes que
hablan por boca de su dueña. Nada de lo
que aquí escribo está planificado. Es un ensayo de piezas. Un experimento sin
más alcance que el que yo quiera darle. Berta y María son
los dos reversos de una misma moneda . Y la trama está hecha a base de improvisación y
sentimiento. Pero , sin embargo , es mi historia , y , aunque esté escrita al ritmo de una vida
vestida de calle , no puede terminar sin más. Hay que coger de un hilo y tirar
fuerte hacia dentro , muy hacia dentro. Entonces llegará un momento en el que
hilo no de para más y haya que cortar. Pero
mientras eso no pasa , mucho mejor si
continúa. Nunca he entendido por qué nos empeñamos en leer los libros empezando por la primera
página. Si comenzáramos por el final , el placer de la lectura sería distinto.
No sentiríamos la necesidad de leer rápido para satisfacer la necesidad de
saber el desenlace. Podríamos entonces detenernos en los pequeños detalles ,
recrearnos en las descripciones y en los adjetivos. La palabra azul es
cristalina , y , si la escucho de los
labios de Sergio , tengo la sensación de que se
enciende una luz y la aspereza de la ropa prende fuego. Brilla el
amanecer azul celeste. Los fuegos
artificiales de Islandia son azulados.
Azulima rompió a llorar cuando le
dieron la mala noticia. El primer azul está enturbiado por el segundo adjetivo
, compite con él y pierde fuerza. El segundo , en cambio , está aislado y
reina. Nos imaginamos unos fuegos azules que caen al mar , al hielo de la isla.
Y el azul se apodera también del nombre propio y pinta el cielo de un pobre
país sudamericano .Mi escritura comenzó un día de junio. Era verano y apretaban
las gomas de la ropa. Me dejé caer en una silla y vi un libro en blanco. Pensé
que tenía que ser rellenado por alguien
y me dije que ese alguien tenía que ser yo. Cuando quise coger el libro
, una voz a mis espaldas me susurró flojito que esperara. Era mi editor.
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Sólo le interesaba el negocio que se
podía montar alrededor de un best-seller. Y jamás se permitiría la humillación
de un fracaso. Si su editor no quería publicarle el libro , sería ella quien lo
hiciera. No disponía de suficiente dinero
pero ahorraría lo necesario para que aquella última trama viera su fin. No
existen escritores , sólo hay personas
con el afán de escribir.
Ricki pasó a recoger los guantes sobre
las ocho de la tarde . Se encontró a Luisa y a
María esperando la llegada de Berta.
Iban de un lado para otro y les resultaba difícil pensar con claridad.
-
Vamos
a ver , ¿ no os ha dicho dónde iba? María , ¿ no te ha comentado nada?
-
No.
Ella nunca dice lo que hace . Conozco por dónde se mueve porque me lo dice
después. Pero me extraña que no haya llegado…
-
A lo
mejor ha ido al pueblo y se ha encontrado con alguien conocido. No sé. ¿Se ha
llevado el móvil?
-
No ,
lo tiene encima de la mesita de noche.
-
Si
dentro de dos horas no está aquí habrá que hacer algo.
-
Dos
horas , ¿ pero tú estás loco? – Luisa , que estaba sentada en un rincón del
sofá, se levantó y movía los brazos de
un lado para otro en señal de desaprobación.- Dentro de dos horas mi niña puede estar muerta.
-
¡No
digas eso! , ¿ me entiendes? No vuelvas a decir eso.
-
Estáis
histéricas. Lo primero que deberíais hacer es conservar la calma. No arregláis
nada si no pensáis con claridad.
-
Son
las cuatro de la tarde y no está aquí , ¿ cómo quieres que estemos , Ricki?
-
María
, lo que intento decir es que no debemos
precipitarnos.
Había oído un ruido extraño que la
despertó de su ensoñación. Dejó los bultos debajo de una roca hueca y comenzó a
andar hacia aquella dirección.
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Era parecido al ruido de alguien que
rompe unas ramas secas y las tira al suelo. A medida que avanzaba perdía el
sentido de la orientación. Se adentraba cada vez más en el bosque y los árboles se hacían cada vez más espesos. Oyó un gemido a sus
espaldas y se giró pero no vio nada. Era un grito , ¿ qué otra cosa podía ser?
-
¡ Hola!
, ¿hay alguien ahí?
Nadie le contestó. De repente toda la tranquilidad que sentía se convirtió
en inquietud. Dio varias vueltas sobre
sí misma y se dio cuenta de que no sabía
cómo regresar. No , Dios , esto no me puede estar pasando a mí. Son cosas que
pasan. Debes conservar la calma. ¿ Por
qué he tenido que meterme donde no me
llaman? De nuevo, el gemido. Acentuó los
oídos intentando averiguar la naturaleza de aquello que oía. Porque no era su
mente. Eso era imposible. Ella no estaba loca. Parecía el llanto de alguien que
sufría mucho. Quizás el llanto de un adulto. No , era agudo y penetrante. Era
el llanto de un niño.
-
¡
Hola!
-
¿ Me
oyes?
-
¿ Por
qué lloras?
No se atrevía a dar un paso más . Si
se adentraba más en el bosque, empeoraría la situación. Y mirara donde mirara
sólo veía árboles en hileras y un paisaje triste y agujereado. Se hundió en la desesperación más absoluta.
Quería llorar también ella pero no
podía. Se sentó bajo la sombra de un pino y aguardó a que vinieran a buscarla.
Respiró hondo y se convenció a sí misma
de que sabría encontrar la solución. El piar
de unos pajarillos le devolvió parte de la tranquilidad. Apoyó la espalda en el
tronco y cerró los ojos. Estaba medio dormida cuando volvió otra vez el llanto. Ahora más cercano
y dolorido que nunca. El vello de sus brazos se erizó y la boca se vació de
saliva. A la mente le vino la historia que le había contado su abuelo. La de la
niña perdida. Vio la cara de la niña sin verla y lloró ella también como nunca
había llorado. Cómo lo haría un chavalín de quince años al que acaban de
quitarle la novia. Se acurrucó todo lo que pudo mientras lágrimas silenciosas resbalan por su rostro .
-
Ya no
aguanto más. Si no das tú el aviso , lo
daré yo.
-
Sí .
Esto comienza a pintar feo.
-
Ay ,
la niña , ¿qué le habrá pasado?
46
-
Luisa
, cuida de María . Yo me voy ahora.
-
¿ Qué
vas a hacer?
-
Voy a
ver qué ha ocurrido. Les pediré a mis amigos que me ayuden a buscarla por el
pueblo. Haremos un rastreo intenso con las motos.
-
Tendrías
que llamar a la guardia civil. Ellos sabrán qué hacer.
-
Podemos
intentarlo nosotros. Somos un grupo bien grande.
-
Vosotros
mismos. Si es algo grave , no podríais solucionarlo.
-
Estaos
quietas y atentas al teléfono , ¿vale? Ah , otra cosa…
-
¿¿ Qué
???
-
Preparad
una mesa para unas doce personas. El vino que sea crianza , y la carne de
ternera para arriba. ¿ Vale , guapas?
Las ruedas de las motos se quejaban
del permanente contacto con las piedrecillas del camino. El grupo de moteros
rastreó todo el pueblo pero no la
encontraron. A Gusta , uno de los más jóvenes , se le ocurrió que podían mirar
por el bosque de los alrededores. Les quedaba combustible suficiente para hacer
una última intentona. Todos aprobaron la idea. El ruido de las motos es
ensordecedor. Se paran las mujeres que acuden a las fuentes a llenar de agua los botijos. El olor del cuero
y de metal irrumpe en las aldeas y los
aceites del motor dejan una estela de
charcos tras el paso de los motoristas. Se dividieron en dos grupos . Tres , los más
intrépidos , se adentrarían en el bosque. Gusta y Fabián esperarían en la
entrada y Carlos rastrearía por las lindes y estaría preparado para acudir a la
llamada de sus compañeros. Tenían que encontrar a Berta. Si no estaba allí ,
darían la búsqueda por perdida y no les quedaría más remedio que llamar a las
autoridades. Tenían que encontrarla. Ricki comenzó a sentir miedo cuando el sol
se escondió y la oscuridad se adueñaba lentamente del día:
-Yo tiraré todo recto. Tú , Leo ,
tira hacia la derecha y tú , Julio ,
hacia la izquierda.
-Dentro de muy poco será difícil
buscar por aquí – Leo frunció el ceño y les dio la espalda a sus amigos. Miraba
el camino de vuelta fijamente.
47
-¿ Y qué quieres hacer? , ¿ nos
vamos y dejamos que mi amiga se pudra en
el bosque? Si no quieres ayudarnos , te puedes largar .
-Vaya , el líder se nos ha mosqueao. Sólo digo que es peligroso
meterse aquí de noche. Ni siquiera tenemos linternas para alumbrarnos. Puede
que esté metida en una cueva , en un agujero . O puede que no esté aquí y nos
perdamos nosotros.
-Ricki , creo que Leo tiene razón.
No es conveniente…
Me dejaron solo en medio del bosque.
En la mochila , sólo llevaba un machete para arrancar las hierbas que
encontrara a mi paso y un mechero que me podía hacer de guía en los rincones
más oscuros. Al principio sentí que las
piernas me flaqueaban pero a medida que
avanzaba saqué las fuerzas de la esperanza , que , agazapada entre las ramas ,
me aconsejaba que siguiera. Anochecía. La llamé por su nombre a gritos pero nadie contestaba. Las fuerzas de mis
músculos comenzaban a resentirse. Me paré a descansar un minuto , y , por primera vez , me arrepentí de no haber seguido a mis amigos. De pronto , un
ruido. Parecía el crujir de unas ramas y los pasos de alguien. Me giré y una
sombra se escondió tras un árbol.
-¿ Berta? , ¿ eres tú?
Nadie respondió. Fue una visión ,
fruto del cansancio y la desilusión. Entonces estaba convencido de ello pero , cuando años más tarde Berta me dijo que
había oído lo mismo , pensé que había en aquel bosque una tercera persona que
lo sabía todo. Alguien que nos había
espiado y probó a jugar con nosotros. Seguí caminando. Un viento repentino y
fastidioso hizo tintinear las hojas de los árboles. El campanilleo me
recordó los momentos con Alberto , mi
fiel amigo. Jugábamos al gato y al ratón en la casona del amo. Él se escondía
en un rincón de la casa y hacía sonar una especie de campanilla para
despistarme y evitar que lo sorprendiera. El viento paró de inmediato , y , en su lugar, se instaló un silencio
cadavérico. Noté el vacío en mis huesos , lo noté en la punta de la nariz , que
rastreaba cualquier olor que no fuera el aséptico que despedía el bosque. Empecé a tatarear la letra de una canción
infantil para ahuyentar el miedo y el frío. Al principio , la cantaba flojito ,
sólo para mí. Era mi único acompañante , el mejor aliado. Cuanto más desafinaba
, más seguro me sentía de mí mismo. ¿ Lo veis , árboles , que no podréis
dominarme? Nada de este lugar me afecta lo suficiente como para retroceder. No
lo haré porque tengo la firme convicción de que la tenéis aquí . ¿ Dónde la
tenéis? A pocos metros , un ruido extraño me hizo detenerme en seco. No era
demasiado perceptible pero parecía
humano. Tal vez fuera el aullido de un animal herido porque se prolongaba hasta
finalizar en un llanto contenido de dolor y rabia. Pero en aquellos momentos de duda y recelo el rostro de Berta riéndose de mis ocurrencias
surgió con mayor fuerza que nunca.
48
-¡ Berta!!
Y se hizo el milagro. Oí la voz de
mi amiga a escasos metros pidiéndome ayuda. La encontré arrinconada bajo un árbol. Estaba temblando y
observé que sus ojos despedían los
últimos destellos de fe . Me acerqué a abrazarla y a preguntarle qué le había
ocurrido. Tan sólo hacía seis horas que
había desaparecido y su aspecto era el de una persona que llevaba mucho tiempo
perdida. Estaba más delgada y su cabello despedía un olor a hojas muertas. La tez de su piel , más bien
morena , era ahora blanca. Intentó decirme algo pero no pudo. Al cogerla entre
mis brazos noté cómo
sus fuerzas se debilitaban hasta
que caían a un horrible precipicio. Cayó dormida en mis brazos en aquel largo
camino de regreso.
Viajas en coche a través de un túnel
que no termina nunca. Es un túnel negro
, de óxido y luces fosforescentes. El túnel se alarga a medida que conduces , y , cuando ya ves la luz del exterior , los
focos del automóvil parpadean y proyectan sus líneas difusas hacia unos metros
más de tierra subterránea. Serenidad y calma. Algunos fragmentos de tu vida en
sesión continua . Los puedes ver en las paredes del monstruo: El día de tu
bautizo , las noches de la infancia sentada en un taburete mirando por una
ventana cómo tus padres hacían el amor con desespero , la adicción de tu
hermana, la escritura , los viejos patines de mamá. Tu vida sigue pasando hasta
llegar a tu primer amor , el chico que siempre te ignoraba y aquél otro que
suspiraba por ti y al que jamás dedicaste unas palabras de consuelo. No me
molesta que hablen de mí a mis espaldas. Lo que más me enciende es que me
señalen sin causa. Te apuntan con el dedo y te injurian sin que nadie entienda
por qué vistes así , por qué olías a perfume de vieja con sólo veinte años. A
medida que despertaba , veía cosas maravillosas. La vida. El rostro de su hermana mirándola
con impaciencia. Al otro lado, un señor de bigote gris y bata blanca le tomaba el pulso.
- Vaya , vaya , señorita Berta. Nos
ha dado un buen susto. – El médico abre los ojos como platos y acerca su rostro
al mío.- Abra la boca y respire hondo. Ajá , sí , ya veo , bien , perfecto. Uhhh.
Tiene caries y unos dientes algo
deformados. ¿Visita con frecuencia el dentista?
Tenía a un hombre que casi había
metido su nariz en mi boca y que despedía un olor a no haberse duchado en unos
cuantos días. Su pelo , pegado a manchurrones de grasa , se peleaba con la
calva. Era Roberto , una insignia en
franca decadencia. Se levantó y le dio a
mi hermana un papel con algo escrito. Se despidió de mí con una sonrisa que
mostraba al descubierto cuatro perlas negras que bailaban un vals acuático con
música de Mozart. Salió por la puerta y detrás , siguiéndole con apuro , mi
hermana. La habitación se quedó vacía y
fijé los ojos en la pared antes de que el sueño volviera a sumirme en la ilusión
de su inexistencia.
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-Debería verla un psicólogo. Esta
joven tiene demasiados pájaros en la cabeza. Y si me dicen que la han visto
llorar más de una vez …
Un psicólogo. El médico había dicho
claramente que necesitaba un psicólogo. Esta niña ya era rara cuando nació.
Miraba a los ojos de la gente con la seriedad de un adulto y la frialdad de un
fantasma. Leía libros de tres en tres y nunca había tenido auténticos amigos.
Era agradable pero poco simpática. Seca. Impenetrable. Luciérnaga sin luz.
Luisa guardó su ropa en el armario
de la habitación de invitados. Dobló las camisetas y las puso en uno de los estantes. Eran las dos de la tarde y hacía un día y
medio que era libre. A la sorpresa inicial de su marido por su abandono del
hogar, le siguió una indiferencia asombrosa después de años de matrimonio. Luisa se sintió ofendida a medida que pasaban
los días y Manuel no se acercaba hasta la casona para
hablar con ella. Porque estaba convencida de que Manuel sabía que paraba en la
casa grande. Era el único lugar donde la
podían acoger con alegría y donde podía empezar de nuevo. Escuchó un ruido en
el salón y salió del cuarto arrastrando
los pies , embuchados en unas zapatillas rojas de lentejuelas y dibujos de florecitas. En el salón un joven bien vestido hablaba con María. No notaron su presencia hasta que no hubieron
pasado unos minutos , durante los cuales pilló palabras aisladas y algunas
frases sueltas. El hombre hablaba de una casa a la que podríamos
ir dentro de un par de semanas. Luisa
se dio cuenta de que entre ellos había algo más que una relación
profesional o amistosa. María le dijo al hombre que su hermana estaba con ellas
esa semana y que había caído enferma. “No cuentes conmigo” le había contestado , y , en aquel momento , se giró y vio a Luisa
que los miraba plantada al fondo de la habitación y con la boca abierta. Me
disculpé y volví a mi cuarto con la sensación de haber hecho algo malo. Cerré
la puerta y esperé hasta que el murmullo de las voces dejó de oírse. Al cabo de un rato , alguien picó a la puerta.
-¿ Luisa? Soy María.
-Pasa , pasa.
-He preparado albóndigas de atún. ¿
Quieres que te traiga un plato?
-No . No tengo demasiada hambre.
-Por cierto , Luisa, creo que te
debo una explicación por lo de hace un rato.
-¿A mí? No tienes que dar
explicaciones a nadie , y , mucho menos , a la mujer del servicio. Yo
soy una simple sirvienta.
-Sabes que aquí eres como de la
familia. No vuelvas a emplear esas palabras.
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-Perdona , estoy muy cansada.
-El hombre que has visto en el salón
es mi amante.
-No sabía que estuvieras saliendo
con alguien.
-No salgo con él . Me acuesto con
él. Voy a echarle un vistazo a Berta.
María nunca había sido el tipo de
persona que utiliza a los otros para beneficio propio. Desde pequeña había sido
una persona demasiado buena y complaciente con los demás. Tenía una
personalidad arrolladora , todo lo que le faltaba a Berta. Así lo había creído
siempre Luisa. A Luisa no le entraba en la cabeza que María utilizara a aquel
chico sólo para pasar el rato. Se levantó de la cama , cruzó la habitación y fue a echarle un vistazo a Berta .
La vida tiene una extraña forma de
jugarnos malas pasadas. Trazamos unos planes que obsesionan nuestra tabula rasa
y le impiden pensar. Un viaje largo , una sonrisa , mi amor en estado crítico.
Enfermedad fatal se siente cuando levantas una piedra y aparece otra.
Obstáculos indefinidos. Sí , sí , sí y cientos de síes que acechan con sofocar
tus rebeliones. No quería estudiar , no quería amar , no quería trabajar. Sólo
el vagabundeo por esas calles de agua podrida y ollas a medio cocer. Bien sabes
que me gusta esta historia. ¿ La del pirata? No . La otra. Otros tantos de ti misma
y un fluir dormido agazapado entre punto y espacio. Te quiero. No apartes la
maceta de sitio. Ayer dibujé un sol y una luna. Me los comí entre hora y hora.
El gato que viene por la noche ha vuelto a
regar las rosas y los geranios blancos. Luisa sospecha que ahora soy Mr
Hide. Glu , glu , glu , glu , glu , glu. ¡ Qué sed tenía! Mi amante me quiere
quitar la ropa y acariciarme los pechos.
Lo dejaré. Aunque antes me tiene que dejar él . No soporto tanta intromisión.
Le gusta el fútbol , la liga , los partiditos con pistachos al lado. ¿Cuándo se
recuperará mi hermana? Las nubes están hoy más claras. Se diferencian por sus formas cuneiformes. El presagio
egipcio : una buena trama con la que dar el salto. Renovarse o morir. Y ella no
iba a morir. No le faltaría dinero para
tirar sola. Hasta ahora se había entregado encantada. Pero cortar…
Escucho el pitido del microondas y doy un respingo.
Es sábado. Ya han pasado cinco días
desde que Berta llegó a la casa. Seguía delicada y aún le faltaban fuerzas para
caminar. Llevaba dos días en cama y había mejorado. El color volvió a reaparecer
en su rostro y ya podía hablar sin
tartamudear. Luisa y María se desvivían por cuidarla.
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Le traían las comidas y se quedaban largos ratos junto a ella para
hacerle compañía. María evitó hablarle de las recomendaciones del doctor . Lo
haría cuando se encontrara mejor. Luisa seguía creyendo que lo mejor era hablar
del problema a Pedro. Él podría buscar el mejor especialista , alguien de
confianza que la ayudara a cambiar su carácter. Un psicólogo. Berta era
excesivamente tímida y desconfiada. Aborrecía a la gente porque le habían hecho
demasiado daño. No soportaba a los aduladores y sentía un asco increíble hacia el mundo.
Dolor inmenso hacia sus enemigos. Rabia contenida por los amores
desaprovechados. El viejo que es su padre no se acaba de enterar que ella ,
aunque nadie la crea , es fuerte. Conseguirá su objetivo. Luchará hasta que las
fuerzas de los músculos se muevan hacia arriba y le revienten el estomago. La
última dirección es un corazón roto y un miembro mutilado. No regresaría a
Barcelona hasta que Pedro no la llamara. ¿Qué se había creído ese miserable ? Ni
siquiera había llamado para preguntar
cómo se encontraba. Pues que esperara mugriento si pensaba que se dignaría a llamarlo. Tosió al tragarse un soplo de
saliva. Tendría que encontrar trabajo si quería volver a la normalidad. No
quería pensar . No necesitaba pensar. Oyó que Luisa la llamaba. La fiebre había subido
y los ojos se le tornaron vidriosos. A media tarde apareció Ignacio por
la casa. Era el hijo de Roberto , el médico. Vestía una camiseta y un pantalón
tejano bastante ceñido. De estatura mediana y complexión fuerte , el más
pequeño de los Torres estrechó la mano
de María:
-Está usted siempre atractiva , María.
-Gracias - María lo acompañó hasta
el salón y le pidió que se sentara pero
el joven rechazó con la mirada cualquier tipo de atención.
-Le agradezco su amabilidad pero tengo prisa.
-Y bien , ¿ qué se le ofrece?
Mi padre me ha pedido que le traiga
este jarabe a su hermana. Como ayer le comentó que tosía demasiado , ha pensado
que esto le podría ir bien.- Le entregó
una bolsa con un paquete dentro.
- ¿ Cuánto le debo ?
-Nada. Regalo de mi padre.
-No , eso sí que no. Dime lo que te
debo.
-Ya le he dicho que nada. Mi padre
no quiere que le cobre.
-Pero él tiene un negocio , no puede
ir …
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-Mire , yo no me meto. Y me largo
que tengo un concierto a las nueve.
María lo despidió en la puerta
mientras insistía en pagarle el medicamento. Cuando desapareció de su vista,
sintió una punzada de dolor en el pecho. Le embargó una curiosidad morbosa
hacia aquel chico. Recuerda el primer día que llegó al pueblo : El coche la
dejó en una plaza. El conductor no bajó del autobús para ayudarla con las maletas. Se limitó a abrir el
maletero y a gritarle que se diera prisa porque tenía que ir a comer. María cargó con las maletas
arrastrando los pies y gimiendo de dolor. Pesaban demasiado. Caminaba unos
minutos y se paraba para cobrar fuerzas. De cada mano llevaba dos maletas y , colgado del hombro , una bolsa de tela negra.
Era mediodía y no había nadie en la calle. Cruzó la carretera y casi le atropella un todoterreno que no respetaba las reglas de velocidad.
- Por poco más y me mata-. El
conductor paró el coche y se bajó para ver cómo estaba. Vestía una camisa deportiva
y unos pantalones cortos.
-¿ Cómo puede ir tan cargada? Ni un hombre
como yo soportaría tanto peso-. Le pidió disculpas por haber estado a punto de
atropellarla y le preguntó hacia dónde
iba. - Soy del pueblo , puedo llevarla en un momento.- María subió al coche y
le indicó una carretera , a las afueras.
-Ah ,
ya , la Casa Grande.
Hace años que no para nadie por allí. Tengo entendido que tiene herederos , las
nietas del viejo Narciso.- Me callé , creí innecesario aclararle que yo era una
de las nietas. Abrí la ventanilla porque me estaba ahogando de calor y le
pregunté el nombre.
-
Me
llamo Ignacio , más conocido aquí , en el pueblo , por ser el hijo del médico.
-
¿
Tienes hermanos?
-
No ,
soy hijo único. ¿ Los tiene usted?
-
Sí.
Una. Vive en Barcelona.
-
¿ Y
cómo que va usted a la Casa Grande ?
-
Soy
una de las nietas del viejo.
La llamaba Luisa desde el interior
de la casa. María removía el agua del estanque con un rastrillo de madera.
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Apartaba las hojas secas , y , de vez en cuando , cogía una red para
sacar algún pez muerto. Los Koi
habían muerto. Entre ellos , el abuelo de todos. Medía ochenta centímetros y se movía lentamente para
no chocar con ninguna roca. María lo llamaba “el dormilón” porque cerraba los ojos más que
ningún otro. María sumergió una mano en el agua , y , cuando la sacó, la tenía
completamente amarilla. El agua estaba infectada. Lo que no sabía es si se
debía a causas naturales – es muy común que durante la primavera los virus de
las flores infecten los estanques - o era producto de una mano intencionada. Corrió hacia el salón y llamó por teléfono al
detective Marlowe , el más sagaz de todos los viejos con capucha que pululaban
por el casco antiguo de Barcelona. Apareció dos días después. Vestía un esmoquin negro y le tapaban los hombros
unas pieles de zorro. Se presentó con un bastón negro , con el que picó a la puerta de
entrada.
-
Te
llamo porque mis peces han muerto de forma misteriosa.
-
¿
Cuándo te has dado cuenta de lo ocurrido?
-
Hace
una hora . Fui a quitar las hojas muertas con un rastrillo y me di cuenta de
que el agua olía mal y tenía un color amarillento.
-
¿ Mantienes
el estanque con los líquidos
desinfectantes adecuados? Quiero decir , ¿no es posible que se te haya ido la
mano con algún tratamiento?
-
Pues
claro que no . ¿ Por quién me tomas? Nunca he descuidado mis peces y siempre he
calculado las dosis de desinfectantes .
-
No
pretendía ofenderte pero debo sopesar
todas las posibilidades. ¿ Me dejas mirar el estanque?
-
Sí ,
claro.
Abrí la puerta de madera y pasamos a
la parte posterior del jardín. Anochecía. Los gigantes de la noche graznaron
hasta que la envidia siniestra del día los hizo enmudecer. El detective Marlowe se acercó al estanque y miró durante
unos minutos el agua escarchada de amarillo. Los peces Koi flotaban con las
órbitas de los ojos desencajadas y las escamas ennegrecidas. El proceso de putrefacción
había empezado. Observé cómo Marlowe sacaba una bolsa especial de su maleta de
trabajo. Se puso unos guantes y sacó a los difuntos de uno en uno , metiéndolos
en bolsas de plástico con el mayor cuidado. A continuación extrajo unas jeringas y unos tubos de
laboratorio de un maletín negro. Guardó las muestras en una tela de terciopelo
negro.
-¿ Ya piensas marcharte?- María no
pudo disimular su asombro.
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-Sí , por supuesto. Mañana mandaré
las muestras al laboratorio . Dentro de unos días llamaré para darte los resultados. Pero quiero
que me hagas un favor.
-Sí , claro. Haré todo lo que esté
en mis manos.
-Haz un repaso a tu vida. Recuerda a
las personas que has visitado o frecuentado durante los últimos meses. Piensa
en todo lo que has hecho durante las últimas horas ,y , lo más importante , recuerda si tiene
algún enemigo que ande suelto por el mundo.
-¿ Enemigos? Yo no tengo enemigos.
-Nunca digas: “ No tengo enemigos.”
Hasta el más inofensivo de los bichos tiene enemigos.
-Vale , lo tendré en cuenta.
A María le molestó la advertencia de
Marlowe pero no dijo nada más y lo acompañó hasta la
verja. Se despidieron con la más cordial de las atenciones. ¿ Enemigos? María
sólo tenía amigos que la habían decepcionado. Tenía conocidos que envidiaban su
éxito como escritora pero enemigos…
Enemigos tiene todo el mundo , y ,
normalmente , suelen permanecer muy
cerca de nosotros. Nos oyen respirar. Vigilan nuestros movimientos. Nuestros
enemigos son también nuestros mayores admiradores.
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