viernes, 6 de febrero de 2015

La muerte del Koi: Primera Parte.


La muerte del Koi.












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El viaje del koi.

                                                                
                                                                  
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“Un espíritu exaltado es tan débil como un espíritu deprimido ;
no permitas que el enemigo perciba tu espíritu […] mira las
cosas desde un punto de vista elevado” ( Miyamoto Musashi)












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La carpa Koi ( Cyprinus Carpio) es originaria de Asia Oriental. Acostumbra a medir entre 60- 90 cm y su peso ronda los 10 kg. Puede tener coloraciones muy diversas. En condiciones normales puede vivir hasta 30 años pero se han encontrado especies que han vivido hasta 100. En los estanques , la planta que la acompaña es el nenúfar.




De : bertiguapi@hotmail.com

Para: marietalinda@hotmail.com

Asunto: No te preocupes , cariño. Ya mismo nos vemos.


Hola Marieta , ¿ estás más animada? A ver si das el gran salto de una vez por todas. La verdad es que nunca te has decidido. No te has planteado que  seguir el ritmo de la inercia deja un  poso denso en un vaso  vacío. Los mediocres no saben  volar más allá de sus narices pero tú eres grande , María. No te dejes vencer por el destino . Vuela más lejos que las gaviotas y  pronto saborearás las gotas del éxito.

Pedro ha salido a fumar un cigarrillo y se acuerda de ti más que nunca. Te recuerda dormida a su lado y siente que aún estás ahí para prepararle las tostadas del desayuno y el café con leche. No quiere recordar que te marchaste  a oscuras y lo dejaste envuelto en una tiniebla de dudas. No  creas que ha cambiado demasiado. Sigue dejando la puerta del comedor abierta cuando pone la estufa y sigue sin peinarse el pelo cómo tú querías. Pero como  no  estás , ahora sólo pone una pescadilla fría en la sartén. Le falta tu compañía , le sobra tu ausencia.

No te preocupes por mí. Sé que me echas de menos  pero  nos veremos pronto. Tengo que ir al pueblo para recoger las cosas del abuelo. Unas alpargatas marrones , el reloj de bolsillo y las fotografías. Hoy , por fin , me siento libre. Arrastraba un remordimiento que no me dejaba respirar y que hubiera acabado por asfixiarme si no fuera por tu e-mail. Supongo que sigues comprando un ramo de rosas  todas las mañanas para nuestro amigo Pablo . Escúchame bien , no lo dejes de hacer . Me llamarás pesada y chiquilla  pero  tengo entendido que los muertos se enfadan si los desatiendes. No te olvides de aquellos que no están  porque son más trascendentes de lo que a primera vista parece. Nuestros muertos cuidan de nosotros. Gregoria , la mujer del practicante , se olvidó  una noche de rezar un padrenuestro a su difunto marido  y al día siguiente se levantó con un ojo morado. La gente dejó de mirarla como antes , hasta que dejó de salir a la calle. Y dicen que se marchitó . Debió rezarle el padrenuestro. Ten confianza en ti misma y acuérdate de escribirme más a menudo. Tus e- mails le sientan bien a mi espíritu. Ahora estoy leyendo el libro que me recomendaste. Ese Machado tuvo que ser un buen hombre , de aquellos que lo entregan todo con una sonrisa. Yo creo que escribía para matar el tiempo mientras

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esperaba tranquilo la muerte.  Ya sabes que a mi me encanta la poesía , pero me gustan mucho más los poetas. La mayoría salen apuestos en las fotos de época. Sentados en sus butacas tapizadas y mirando al objetivo  con una mirada seductora , de esas miradas que enamoran . Si no se me olvidan al hacer el equipaje , te traeré mis acuarelas. Son todas de paisajes que tomé en la Cerdaña. ¿Te acuerdas de Patrick?  Me pregunta por ti siempre que nos vemos. Ahora hacía casi un año que no lo veía. Me llamó ayer por teléfono y quedamos en vernos por la tarde. Sigue igual de ocupado. Ese sí que es un artista. Le acaban de exponer sus pinturas en el Metropolitan  de Nueva York. ¿ No es increíble? Ya sabes que él siempre te apoyará en todo lo que hagas  y me ha vuelto a repetir que si necesitas que te eche un cable con tus publicaciones que no dudes en ponerte en contacto con él. Ya sé que  no fue tu mejor amigo mientras vivías aquí pero debes tener más confianza en las personas. Es un consejo. Te dejo porque llaman a la puerta. Un beso de esquimal muy fuerte. ¡Ciao!

  
De: bertiguapi@hotmail.com

Para: marietalinda@hotmail.com

Asunto: Ya tengo ganas de verte. Dile a Luisa que haga mis platos preferidos.

En tu último e-mail me contabas que  el médico te había mandado reposo . No muevas demasiado el brazo y ya verás como no te duele. Siempre estás con lo mismo, que necesitas escribir  y que el dolor no te lo va a impedir. Dices que allí llueve, pero aquí truena. Los árboles tiemblan cuando ven aparecer los rayos y el cielo se vuelve negro cuando anuncia tormenta. Todos los días tengo que salir con paraguas y siempre me lo dejo olvidado en algún sitio. Anoche me llamó al timbre el carnicero y me comentó  que estaba harto de que me lo dejara  en su tienda. Todas las mañanas me pasaba por allí para recoger el maldito paraguas , hasta ayer. Qué quiere que haga si soy olvidadiza. El pobre Paco no ha levantado cabeza desde que murió su mujer …

Pedro ha vuelto  y me está mirando. No le gusta que te escriba. Se cree que lo estoy ofendiendo, que te estoy dando la razón , como si en el desenamoramiento  hubiera algún culpable. Sigue siendo el mismo chico acomplejado y visceral de siempre  y ahora bebe más que nunca. No tiene suficiente con las cervezas , ahora toca ginebra y ron para ir al trabajo. No sé como no lo han despedido. Se cree que no lo veo pero cuando estoy metida en la cama va a la nevera, coge una botella de cerveza  y se sienta en el comedor. Se cree que estoy dormida. Entonces llora y bebe con más ahínco. Sorbiendo con ardor el líquido  y mezclando sus lágrimas con la cerveza  logra un poco de consuelo. Te sigue amando en silencio. Cuando se ha terminado la botella sale a la terraza y se queda mirando las estrellas largo rato. No sé si te has fijado en lo pequeñas que son y en el brillo que irradian. Tu ya no te acuerdas , pero cuando papá nos llevaba al planetario movías el brazo de un lado para otro y yo te mandaba que  te estuvieras quieta. Creo que las estrellas son los anillos de Dios , sus pequeñas joyas. Y

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es en el silencio de la noche cuando brillan con todo su esplendor, como su creador. No dejes de creer nunca en ti. Piensa que sólo Él sabe quién eres y Él  es el único al que debes rendir cuentas. No es nada y es tu conciencia. Lo es todo, María. Ya sabes que he pasado por momentos duros , pero nunca he dejado de confiar mi vida en esa creencia. Tu Dios eres tú  y la imagen ideal que tengas de ti misma es la de tu propio Dios. Me viene ahora a la memoria la imagen de los emperadores romanos , tan seguros de sí mismos y tan débiles. Creyeron que eran auténticos dioses y se olvidaron de ser mortales. Procura no caer en el mismo error. Tú escribes para que otros te lean  pero no quieras compararte con los grandes. Síguelos paso a paso, como quien sigue el rastro de unas pisadas en el asfalto, cautelosa y prudente. Muévete sigilosa , como una serpiente , y confía en poca gente. Habrá  quien quiera hacerse pasar por tu amigo  cuando en realidad es un aprovechado.

Últimamente no me encuentro demasiado bien. Tengo miedo de que me pase lo que a mamá. Comenzó con un pequeño dolor y acabó por convertirse en la manía crónica- nacional para el resto de sus días. De momento ya he empezado a quejarme. No tengo nada más que hacer , salvo pintar . Ayer vendí tres cuadros  de la galería. Sí , sí , son aquellos tan malos que no  había forma de sacar. Se los ha llevado un nuevo rico de corbata y puro que pasa por entendido. Me dijo que nunca había visto algo tan sugerente , y me lo dijo con una sonrisa bobalicona  mientras me estrechaba la mano.  Pobrecillo , no sabe la birria que se ha llevado. Pero si ya sabes que  los pinté cuando empezaba mi carrera, y como bocetos para una profesora de Bellas Artes que  no me dejaba ni a sol ni a sombra.  Se llamaba señorita Isabel , ¿ te acuerdas? Y cuando  no contestaba a sus pruebas se escabullía entre las lentes y fijaba su mirada en el iris de mi pupila. Qué mujer tan horrible… , y pensar que por fin me pude deshacer de sus bocetos. Te echo tanto de menos. Ya no tengo con quien hablar de mis secretos. Cuando nos veamos me has de preparar una tarta de chocolate y frambuesa, de esas que sabes preparar tan bien. Dile a Luisa que yo también la echo mucho de menos. ¡Ah! Y  ni se te ocurra decirle que estoy depre. Un beso.


De: bertiguapi@hotmail.com

Para:marietalinda@hotmail.com

Asunto: Que no necesito money , que noooo.

Ahora voy económicamente bien  pero ya sabes que este oficio es muy inestable. Me levanto de la cama porque Pedro me obliga. No quiero ducharme  pero él me arrastra hasta el plato de ducha y me pone la toalla en la mano . Gracias a él te escribo hoy  y sé que leeré el último correo que me envíes. Es un apoyo incondicional y lo necesito tanto que , cuando paso horas sin verlo,  siento su ausencia. Empieza por ser un pequeño ahogo que te oprime la garganta y  aumenta hasta hundirse en  el pecho , y se me hielan las manos.  Intento calmarme . Me levanto y doy varias vueltas por el  piso. Pero no estoy tranquila hasta que vuelve. Entonces todo vuelve a la normalidad. 

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Dependo de él para todo  y sé que nunca le estaré eternamente agradecida. Parecemos un matrimonio mal avenido  pero es el amigo que necesito. No me importa que sea  tu ex y sé que a ti te encanta que nos llevemos bien ,  y es que nunca me he compenetrado tan bien con alguien. Ni siquiera mis novios me aguantaban  tantas insolencias.  Ya sabes que nos respetamos mucho y que nunca nos haríamos daño. Simplemente nos comprendemos. Los de la escalera se piensan que somos pareja  y a mí ya me va bien.  Cuando la comunidad tiene algún problema se dirigen a él , por eso de que son los hombres quienes se han de encargar de los asuntos serios  mientras las mujeres actuamos de simples espectadoras. Soy comodona para todo , hasta para comprarme la ropa. A él le encanta verme guapa  e insiste en acompañarme  y hacerme de estilista. Que si  tienes que comprar una falda color negra que te haga conjunto con el suéter gris   o  no te olvides de comprarte unos pendientes a juego. Y siempre que vamos de compras acabamos discutiendo . Nuestras riñas duran diez minutos  pero son suficientemente escandalosas para que la gente se nos quede mirando por la calle. Yo siempre acabo preguntándome para qué quiero trajes  tan sofisticados si no salgo casi nunca. De verdad que no entiendo nada. Ni siquiera me entiendo a mí misma. Pero él insiste en que la belleza exterior ayuda a la interior y no se qué rollos más. Desde que te fuiste se ha hecho místico  y habla como los hindúes.  A veces pienso que si no vuelves dejará de ser el chico intelectual y empollón que conociste en la facultad.

Me molesta esa obsesión por ganar dinero con tus  ideas. Ya sé que vives de eso  pero no creo que sea conveniente que tu prioridad sea el negocio antes que la creatividad. Si no puedes vivir de tu arte ,  búscate un trabajo que te ayude a pasar el mes pero no supedites aquello que amas a los mandatos de tus agentes. Ellos se mueven por líneas económicas que fluyen como ondas recubiertas de dólares  pero tú sólo tienes tu corazón y tu mente. Y si te falla alguno de los dos , habrás dejado de ser una buena escritora. No sé lo que serás , quizás una empresaria magnífica , pero no una artista. Tu último libro me encantó. Mostraste mucho de ti misma  y hasta la última palabra tenía vida.  Los personajes me eran conocidos y en los lugares me pareció ver algunos  recuerdos de tu estancia en Barcelona. La plaza de Cataluña  con sus palomas , las calles negras de la catedral y sobre todo el mar , ese azul intenso recostado entre el cielo y el cemento gris de la ciudad perdida.  Supongo que añoras la vista desde el monte Carmelo y pasear por las calles de Gracia sin un centavo en el bolsillo. Nos lo pasábamos tan bien  y éramos tan ingenuos. Nos comíamos el mundo sin saber que el mundo nos comería a nosotros. Que siendo aún jóvenes tres años fueron suficientes para castigarnos a ti  , a Pedro y a mí. Me niego a pensar que las cosas sucedan porque sí. Todo tiene un significado profundo , sólo necesitamos interpretarlo. La vida son signos e interrogantes que al despertar cada día son diferentes a los del día anterior.  Si tú no te hubieras marchado, todo sería diferente pero repetías que aquí no te concentrabas, que necesitabas un sitio tranquilo , que la ciudad no estaba hecha para ti. Y te fuiste. No vuelvas a decirme que volverás porque sé que es mentira. La casa del abuelo es grande y te está aportando seguridad para escribir. Si algún día decides volver, tráete el cuadro con la foto de mamá. Siempre lo he querido colgar en la pared de mi habitación, como un recuerdo de aquel ser que tan poco conocimos.

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Pedro siempre te decía que te parecías a ella. La nariz larga y recta , los labios encarnados y  el cabello moreno , cortado a lo garçon. Siempre he pensado que estaba equivocado. Te pareces a ti misma. A nadie más.  Me cuesta entender la manía de querer ver un  parecido físico  con nuestros parientes, como si por obligación tuviéramos que ser copias de otros. Corto el rollo porque tengo que salir. ¡Y no te comas tanto el coco! Para eso ya estoy yo. Espero tu contestación.



De: bertiguapi@hotmail.com

Para:marietalinda@hotmail.com

Asunto: No tardes tanto en responderme…

¡ Por fin , María! Creí que te habías olvidado de mí. Tengo sed. Pedro me mira y sonríe. Desaparece y me trae un vaso de agua. Ha leído mi pensamiento. Sabe lo que necesito en el momento preciso. A veces me produce miedo su forma de actuar , tan condescendiente y amable. Me gusta la soledad compartida  y ya sabes que los dos somos seres un tanto extraños.  He oído un ruido y no se qué es. Oigo el ruido de la puerta al abrirse y la voz de Pedro me llega muy lejana. La conversación dura unos cinco minutos, luego se oye el cierre de la puerta , y , a continuación , los pasos se aproximan a mi habitación. Vislumbro a Pedro tras el umbral y me llega el sonido dulzón de su garganta: - Era el cartero.  Me ha hecho firmar un papel y me ha dado esta carta certificada. Es para ti.- Subo a la etérea realidad y recuerdo que estaba pendiente de recibir un DVD de la boda de mi primo. No me apetece nada volver a recordar  las juergas a las tantas de la madrugada de aquellos días espantosos. Me apetece menos ver algunas caras conocidas  y me niego rotundamente a escribir una contestación diciéndoles que ya he recibido el regalo. Pedro me insiste en que debería verlo. Me mira y pone cara de perro  pero no me importa , siempre he estado acostumbrada a hacer lo que me viniera de gusto.  Sabe que acabaré por ver el jodido vídeo  y por eso no me lleva la contraria. Se me queda mirando y da media vuelta. Siento que gruñe como un perro enjaulado y que insulta a las paredes. Me es absolutamente indiferente. Tengo ganas de comer un buen bocadillo de chorizo para aguantar el resto de la noche delante del ordenador , escribiéndote  mis días , sentada en una silla vieja , indiferente y  abotargada por el calor que desprende la estufa. Ya sabes lo mal que lo he pasado en esta habitación durante meses pero ya estoy algo mejor.  Mañana comenzaré a hacer el equipaje. Es sólo una semana , así que no me llevaré demasiada ropa. Un par de pantalones, tres jerséis de lana , ropa interior (siete bragas , dos sujetadores y un camisón de franela). Dices que por allí hace frío, sobre todo por las noches. Me llevaré  un buen abrigo para salir por las noches a pasear por el campo. También añadiré un paraguas. Necesito charlar contigo y despejarme del ruido intranquilo de la ciudad. Allí se piensa con claridad y quizás encuentre nuevas ideas.  No seas tan impaciente. El jueves parte el tren a las siete de la mañana. Te llamaré cuando llegue a la estación. Cuídate mucho.
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Me olvidé de contarte que mañana dan una misa en el barrio por la mujer del carnicero. Estamos invitados Pedro , tú y yo. Aquí todo el mundo sabe que te has ido del piso pero siguen contando contigo para todos los eventos de alcance mundial. No los intentes entender porque acabarás neurótica. Acaso no se entiendan ni ellos mismos. Te escribo desde una tierra de grandes contrastes. El ordenador no me funciona bien últimamente  por lo que te pido que me vuelvas a enviar el correo. Ya llamaré al informático cuando regrese.



De:bertiguapi@hotmail.com

Para:marietalinda@hotmail.com

Asunto: Tienes razón , no hace falta que me lleve tanta ropa.

Ya sabía yo que me olvidaba de algo. No he puesto  las gafas de sol , ni el abrigo marrón con la capucha a cuadros. Buscaré las gafas  por si acaso salimos alguna mañana a hacer una excursión por el campo. Me alegra  que esté ahí Luisa , seguro que te echa una mano de vez en cuando con las plantas del jardín . Coméntale que mañana llego sobre las cinco de la tarde. Seguro que se pondrá contenta al verme. Me comentaste que dejó de cuidar al hermano. Que se lo llevó una sobrina que vivía sola , en un pueblo cercano. Pues le ha hecho un favor, con tres nietos y un marido que huele a tabaco rancio. Todavía no entiendo cómo Luisa puede estar con un hombre  que la insulta y la humilla cuando bebe más de la cuenta , que suele ser casi todos los días.  Sí , sí , ya sé que tú le has ofrecido la casa miles de veces y que ella se niega a cambiar de vida pero no acabo de creerme que pueda ser tan tonta. Supongo que es dependencia  o amor , la verdad es que no lo sé.  Los sentimientos se confunden y nos hacemos falsas ilusiones de aquello que soñamos. Superponemos la ficción a la realidad y nos obstinamos en creer que el mundo siempre se hará a nuestra medida , cuando , en realidad , éste acaba por ser quien nos moldea y nos hace tal y como somos. Estoy convencida de que ella ha dejado de quererlo pero tiene miedo al cambio  y  no sabe cómo puede reaccionar él. Todo esto me da asco, María. Estas situaciones superan mi capacidad de razonamiento.  Creo que tendré que convocar una reunión para ensalzar la autoestima femenina. Me acuerdo  que meses atrás  me hablaste de crear una asociación de la mujer  en la que se hicieran charlas  y conferencias . Creo que es una buenísima idea. Si te convences a ti misma de que puedes tirar hacia delante el proyecto , no dudes en contar conmigo para lo que sea. Es un proyecto audaz , que revolucionaría a esa pandilla de  atrasados que siguen amparándose en las manos de Dios para limpiar sus culpas. Me dijiste que el cura es un  buen tipo , de aquellos que son capaces de quedarse sin un trozo de pan para dárselo al vecino. De esos ya no quedan. También me comentaste que lo habían destinado allí porque la diócesis no sabía qué hacer con él.  Pídele consejo y ayuda , quizás él sea de los pocos que prestarían su voz para la defensa de esa organización. ¡Qué cojones!  Sin miedo se puede hacer tanto…

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Pedro no está por casa. Me ha dicho que se iba a casa de un amigo que vivía por el Maresme  y que no volvería hasta mañana. Yo no me puedo creer que me haya querido dejar sola durante tanto tiempo. Quizás me ha visto más recuperada. Hace una semana le dije que me marchaba al pueblo para estar contigo. No opinó, simplemente , me recomendó que llevara la ropa necesaria y que le avisara el día anterior a mi partida. Esta mañana se lo he recordado  y me ha insistido en que lo llame al móvil cuando llegue. Ya veo que nada va a salir como esperaba.  No me pongas sábanas térmicas en mi cama , ya sabes que me molestan mucho y que me impiden dormir. Cada vez que voy me lo preguntas  y siempre te contesto lo mismo. Te estás volviendo ñoña. Acaso siempre lo has sido. Aún me viene a la memoria aquel día tan divertido cuando éramos niñas , ¿ te acuerdas? Te pusiste unos calcetines de diferente color e ibas por la calle bien tranquila. Cuando llegaste al cole una pandilla de imbéciles  te echaron una repasada y cuando sus miradas llegaron a tus pies , las risas llegaron hasta donde vivíamos . Se pararon en la cocina , donde estaba mamá preparándonos un puré de verduras. Al cabo de una hora llegó ella con su escoba a la puerta del cole y volaron golpes  por todas partes. Se magullaron piernas , se torcieron brazos y cayeron mechas de pelos , enteras, al suelo. Qué bruta fue nuestra madre , con la cara de angelito que tenía. No sé si te acuerdas  pero al día siguiente no fuiste al cole porque el director te había expulsado. Nuestra madre fue a hablar con él y pidió disculpas por los mamporros  pero le recriminó que hubiera niños tan malos en su escuela. Volviste una semana después. No se volvieron a meter contigo. Se apartaban de ti cuando te veían  y jamás  te dirigieron la palabra. Tú te hiciste amiga de dos niñas de familia bien a las que nadie hablaba por aquello de que miraban por encima del hombro al resto y pasaste los años duros hasta los dieciocho.

Voy a tener que dejarte. Dentro de un rato me vuelvo a conectar y termino de escribirte. Te mando este cacho de vida hasta la tarde. Me olvidaba que tenía una entrevista de trabajo. Me llamaron de una academia para dar clases de pintura. Nos mantenemos en contacto. Hasta esta tarde.
















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I


Es una mañana lluviosa, como de primavera. Una muchacha está a punto de subirse al vagón de un tren cuando , de repente , alguien la llama. Es un hombre de pelo grisáceo y muy bien arreglado. Le muestra un libro y ella niega con la cabeza que sea suyo. El tren emite un alarido y los primeros vagones van cerrando puertas. La chica deja al hombre plantado y sube al tren. Escoge un asiento vacío , cerca de las ventanas, y lo primero que se encuentra es al hombre del libro gritándole y moviendo los brazos compulsivamente. La gente del vagón se los quedan mirando  y ríen.  El hombre hace ademán de subir pero las puertas están cerradas herméticamente y el tren comienza a andar. Ella se sonroja y comienza a dar las primeras explicaciones a los pasajeros . Que si  no conoce de nada a ese señor. Que si debe ser un chiflado de poca monta  con ganas de jaleo y cara de malos humores.  El tren se aleja del andén y  la silueta del hombre se va haciendo pequeña hasta que desaparece. Se acomoda en el asiento y abre una revista del corazón. No la lee pero se queda largo rato mirando las primeras páginas. Primero se fija en las letras  pero tiene la sensación de que no simbolizan nada. No las puede leer porque las ve borrosas. Desvía la mirada a las imágenes y la sensación es aún peor.  Siente un dolor de cabeza terrible. Las letras se confunden con las imágenes y hasta le parece verse a sí misma  tomando un baño de sol en una playa andaluza, cerca de un tío cachas  que la embadurna de aceite solar, toda enterita. Cuando el tren  para , vuelve a la realidad.  Mira a su alrededor y ve a la mitad de los pasajeros durmiendo ; la otra mitad leen aburridos un periódico  y una mínima parte miran por la ventana.  Ella , ya sea por aburrimiento o por inercia , cierra poquito a poco los ojos. Le pesan los párpados y encoge el cuerpo hasta hacerse un ovillo.


Son las diez de la mañana. Ha dormido tres horas. Y si se despierta es porque  alguien  se sienta a su lado. Es un chico joven , de unos treinta años. Le dice “Buenos  días , señora” , y ese saludo le revienta en la cara.  Ya es el colmo que un chico un poco más joven que ella la trate de señora y ella tenga que decirle : “Gracias ”. Se sienta bien y deja espacio para que  pueda poner sus cosas. Intenta dormir un poco más pero no puede. Sus oídos registran hasta el sonido más pequeño y siente las respiración de su compañero. Abre los ojos y se lo queda mirando :

- Oiga, ¿ se encuentra bien? – dice asustada.- El chico se ha quedado blanco y le caen gotas de sudor por el rostro.

– Sí  , gracias. Sólo ha sido un ataque de ansiedad , sin ninguna importancia. A veces me pasa , sobre todo  cuando  voy en tren.

Respira hondo y el color comienza a aparecer en su rostro. Ella le ofrece un pañuelo perfumado para que se refresque . Abre  el bolso y saca un dulce.


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- Tómese esto. Le sentará bien si ha tenido una pequeña bajada de azúcar.- El chico la observa , coge el dulce y sonríe.

-Usted no es de por aquí , ¿verdad? Tiene el cabello rubio , la piel demasiado blanca y un acento muy dulce para ser española. –  La mira y espera una contestación .

– Soy tan española como usted  o quizás más. Yo tuve un abuelo torero.


Sueltan varias carcajadas que provocan la curiosidad de algunos pasajeros , que vuelven los rostros hacia sus asientos.  Charlan durante largo rato sobre el tiempo , sus vidas , el paso de los años y la más o menos suerte en sus relaciones sentimentales. Intiman. No se conocen de nada pero traban una amistad que se profundiza a medida que van hablando. Él le cuenta que es diseñador , soltero y con una hija. Ha cogido el tren por asuntos de negocios. Tiene que ultimar unos asuntos con un colega que vive en un pueblo y que ha invertido parte de dinero en un negocio.

– No soy hombre de viajar  y odio los trenes. Le agradezco que me haya querido dar conversación. El trayecto se me está haciendo  más leve. Por cierto , y , si me permite una pregunta , ¿ qué hace una chica tan divertida viajando sola en un tren?

-Voy al pueblo de mis padres.  Allí vive ahora  mi hermana , en la casa que nos legó el abuelo. Ella es escritora . Hace tiempo que no la veo y necesito estar con ella un tiempo. Estaré por poco tiempo. Una semana.

- Bueno, lo suficiente para que dos hermanas se mantengan unidas, ¿no cree? Yo tengo un hermano  y hace más de doce años que no sé nada de él. Nos peleamos cuando nuestro padre murió . Nos dijimos cosas horribles y ya no nos volvimos a llamar. Sólo se por un amigo en común  que está bien. Vive en un pueblecito de la costa  y  trabaja en una escuela.


La conversación es interrumpida por el sonido del móvil. Ella rebusca  por el bolso pero no lo encuentra.  No han pasado un par de minutos cuando vuelve a sonar con más fuerza. Habla poco rato  pero se le muda el rostro a medida que escucha una voz conocida. Cuando apaga el móvil  no puede reprimir las lágrimas y comienza a llorar.

-Tranquilícese. ¿Qué le pasa?

- Un amigo de mi compañero de piso ha muerto.

 El muchacho le ofrece un pañuelo e intenta consolarla mientras el sol sube hasta el horizonte y quema con más intensidad y fuerza que nunca. Un camarero les anuncia que ya pueden pasar al vagón restaurante.


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 -Creo que debería comer algo, ¿qué le parece si come usted conmigo? Tenía reservada una mesa en el vagón comedor.

- No, gracias. No estoy con ánimos. Con un bocadillo tengo bastante.


El tren corre ahora más rápido que nunca. Ella mira por la ventana y ve una enorme cantidad de árboles. Árboles en hilera , árboles verdes y marrones , árboles alargados y pequeños y el olor a hierba fresca recién mojada. Imagina el crick crack de los animales que comen hojas y se esconden cuando ven aparecer una máquina ruidosa galopando entre vías de hierro.  Kilómetros y kilómetros y el paisaje cambia al compás de los minutos. Se espera a los segundos y se sufre porque llegue la tarde y su nostalgia. Un hombre que  vuela , los pájaros que se cagan en las ventanas y los bostezos de un señor que acaba de comer cocido. Terrible. Y monotonía. Y silencio. Y muerte. Un amigo de un amigo que ha muerto en circunstancias extrañas y un compañero destrozado por su amigo. Una muchacha  que viaja en tren para encontrarse con una hermana y un desconocido que infla sus carrillos en un pútrido vagón-comedor. Pero todo acaba teniendo sentido , es un puzzle que acaba por encajar todos sus piezas cuando se ha jugado la última partida. Oye música de fondo y una voz aterciopelada que emerge de las notas  se cuela por sus oídos y le calma el ánimo. Es una voz de África , un alarido de hambre que zumba y zumba hasta que un siseo de abejas comienza a invadirlo todo. Lo siento. Sí , mi amor, no te dejé fuera de Viena  para que ahora te largues con otra chunga colorada. Los primeros comensales servidos se sientan  y eructan. Les ha sentado bien la comida. Ronroneo de dos gatitos enjaulados y su compañero de confidencias que no viene y ella de imaginar los platos llenos de pasta italiana se le ponen las manos llenas de nervios. No , no , no demostraste quererme cuando te dije adiós.  La figura de un hombre que se acerca. Es su compañero. Le tiende un bocadillo. - Perdona el retraso  pero aquello es un hervidero.- Ella devora  el primer bocado mientras  no escucha a su compañero, pero lo observa menear los labios. No entiende lo que le está diciendo. Piensa en lo feo que está intentando poner gestos agradables. - Te dejo un rato, voy a  comer algo. ¿ Te encuentras mejor , verdad? - Y piensa que no entiende el usted de antes y el tú de ahora. Siempre es la misma y resulta que se empeñan en cambiarle la piel , en transformarla en  trozos aislados de sí misma. Ni una llamada , ni un consuelo amargo de verdad. Ya no le queda ni la mitad del bocadillo. El estómago satisfecho y una sonrisa placentera acaba por manifestar su ebriedad. La voz de  la canción  comienza a molestarla y tiene ganas de que  termine. Una canción  que es larga  se espesa hasta hacerse una pasta imposible, sin forma , sin sal. Poco condimento y muchos  hilos sin trenzar. La letras por fin paran y la música se extingue  y desaparece por los resquicios de las puertas , por las cremalleras de los bolsos , por el nudo de corbatas. La figura de su compañero de asiento vuelve a aparecer, esta vez más nítido, y se fija en sus labios y en la punta de una nariz con excesiva personalidad.

-  No he comido ni a gusto. Tanta gente apiñada alrededor de las mesas. Algunas  ni esperaban a que te pusieras el abrigo y ya las tenías encima.

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Sentándose en tu mesa, colocando las bolsas  en las sillas vacías y mirándote con urgencia como queriéndote decir : “ Mira , date un poco de prisa que los demás estamos esperando”. ¡ Qué agobio ! - Ella le sonríe y no dice nada.- Nunca he entendido porque la gente es tan maleducada. Una mujer hasta me ha invitado a salir del vagón para que pudiera entrar ella. Como si yo tuviera culpa de sus quilos.

Y Berta se gira para observarlo mejor y comprobar que las venas frontales se le hinchan de rabia. Se enrojece a medida que habla y  grita fuerte para que todos los del vagón , del tren y del mundo le oigan lo indignado que está. Y un hombre sentado frente a él está a punto de llamarle la atención cuando la voz de un operario se deja escuchar por el vagón:

“SEÑORES , les comunicamos que pararemos en la próxima estación durante una hora aproximadamente. Se ha producido una pequeña avería que debe ser reparada urgentemente. Aprovechen el tiempo para pasear por el pueblo y realizar algunas compras. GRACIAS por su atención y disculpen las molestias”.

Gritos y murmullos de maledicencia. Mi amigo se levanta para preguntar por la incidencia a un operario del tren. Miro por la ventana y  veo una inmensa llanura salpicada de rojos , amarillos y verdes. En el fondo y , sobre una colina , se alzan las ruinas de un castillo . Cierro los ojos  intentando no oír , no escuchar , pero vuelvo a sentir los pasos de mi compañero , el chismorreo de las dos viejas que tengo detrás y el pliegue de la chaqueta de un viajero que se acaba de sentar.

- Me han comentado que dentro de cinco minutos estaremos en la estación. Es un fallo del motor y tardarán en solucionarlo. Han dicho una hora , pero quizás se alargue.


 Me acuerdo  de mi hermana y pienso  que sería conveniente avisarla.




El tren para en la estación de Soldevieja, un pueblo de quinientos habitantes. Un pueblo dormido. Sin carnaval.  Las flores no saben a primavera y la gente es muy mayor , de corte antiguo. Ellos salen de la estación y caminan por la estrecha calzada de una carretera que los lleva al centro del pueblo. Un cartel indica el camino a seguir  a esa larga hilera de gente que camina una detrás de otra. Son hormigas gigantes a punto de invadir una migaja de pan. Berta y su nuevo amigo  se apartan del grupo y tiran por un sendero de montaña.  Salen a pasear , a respirar aire puro y a deleitarse con las maravillas de la naturaleza. Por el camino  van encontrándose glorias de vaca que deben ir sorteando y un aroma cabruno que invita a la contemplación del ambiente. Nuestra naturaleza es sana y sale en las guías de viaje , en los manuales de  autoayuda y en los libros escolares. Todo sería perfecto si no costara cien euros la noche hospedarse en un parador nacional.

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Una flor que se alimenta de cemento y gasolina te la venden como el máximo atractivo de lugar. Y , en este pueblo , el tono es el mismo. Un hostal de media estrella sólo cuesta treinta euros  pero búscate la vida si quieres ingerir algo comestible. Volvemos al paleolítico y decidimos que lo mejor es comer hierba , como las vacas y los conejos.  Así nos ahorramos la friolera de comer a la carta y que te soplen dos billetes de los buenos. Y es que el campo invita a filosofar.


- A mi me encanta el queso  de agujeros.  Es suave para el estómago y ayuda a sentirte bien. Es un alimento ideal para quienes estamos a  dieta por cuestiones de salud.

Esto lo dice un anuncio de la tele y ella lo suelta en versión original. No se da cuenta de que  es una chica culta que no tiene necesidad de imitar las palabras de otros, pero ha sido una acción inconsciente. Y después alardea , con su compañero de piso , de que ella no se siente influenciada por los medios de comunicación.

- Yo escuché hace poco que el queso era un alimento del que nadie debería  prescindir por sus propiedades curativas. Por lo visto hay un pueblo de Asturias que elabora uno que es la ganga. Te cura el mal  de huesos y  evita la vejez prematura. - Pone semblante de médico  cuando dice todo esto. Con tanto filosofar no se percata de un mojón de vaca plantado en el camino. Lo pisa.


- El mal de huesos es por el calcio. Y lo de la vejez son técnicas de mercado. Me voy a creer yo semejante patraña. Que vayan contando cuentos a su abuela , si es que todavía vive. Estos paisanos no tienen vergüenza. Y aún les damos las gracias por ofrecernos productos típicos del país. Si es que los de ciudad nos creemos superiores y nos toman el pelo cuando quieren. Ya me dirás el nombre del pueblo. Igual le comento a mi hermana que haga un reportaje sobre el tema. Fíjate que mi hermana y yo somos gente criada en pueblos y no habíamos visto esto. Pero ahora.... Mucho turismo rural y muchas emociones. Mira con pies de plomo que nos comen.

- Oye , ¿ venderán  queso en este pueblo?

-Pues no lo sé.  Aunque no creo que nos de tiempo de ir al casco antiguo.  Ya han pasado treinta minutos. Deberíamos dar media vuelta si queremos coger el tren.



El cielo  se tiñe de negro a medida que avanza la tarde. Se expande el frío y se cierran los últimos destellos de luz en el horizonte. Comienzan a caer las primeras gotas y , por suerte , la estación de tren no les queda tan lejana. Corren apresuradamente y llegan  justo a tiempo para que no les pille el chaparrón. Llueve a mares , con una fuerza extraordinaria, de cólera divina.

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Durante breves minutos la lluvia ahoga el espacio y ensordece los oídos. Truena. Poco a poco  la lluvia se apaga , y, después de largo rato , sólo se escucha el goteo de ropas mojadas y el crujido de ramas caídas de los árboles. Un operario les avisa de que ya pueden subir al tren. Los puños de las camisas se rozan y el repiqueteo de los tacones de aguja de algunas señoritingas clama al cielo. La tarde comienza a despejarse y ella recuerda que a esta hora ya tendría que estar con su hermana. Un frío recorre su espalda mientras se sienta de nuevo en el vagón. Él le ha ido a buscar una taza de café caliente. Poco a poco la estación  queda vacía y las palomas llegan en bandadas para despedirlos. El  tren cierra puertas e inicia la marcha.






Cuando despierta no sabe donde está. Ha soñado durante infinidad de siglos con una madeja de lana en la que se enredaba para  no salir y enfrentarse al  mundo. La madeja la estrechaba cada vez  más y estaba tan atada que no podía mover los brazos.

  – Se ha quedado dormida mientras le iba a buscar el café. Duerme usted muchísimo.- Berta le pregunta por las hora . - Son las siete , estamos por Ridruejo. Por cierto , ¿dónde va usted?. - Ella le contesta que se baja en la última parada y le quiere preguntar  dónde se va a bajar él  pero no le salen las palabras. Está demasiado cansada. Le crujen los huesos y siente escalofríos seguidos de rápidas llamaradas de calor. La voz del operario vuelve a inundarlo todo. Acaba por ser una voz conocida que la acompaña  durante todo el viaje. Ahora comenta que están a pocos minutos de llegar a la última estación y final del viaje. Avisa a los viajeros  que quedan en el tren que comiencen a recoger su equipaje. El tren está llegando a la penúltima estación y comienza a sentirse mal. Berta pide a su compañero que la deje pasar y corre hacia el servicio.  El tren acelera la marcha. Ya es de noche en la ciudad . De repente  el tren para . Desde un estrecho lavabo no oye el ruido exterior. Se moja el rostro y las manos en una pica blanca y maloliente. Respira hondo y poco a poco comienza a respirar. Se pasa largo rato analizando sus rasgos en el espejo , sintiendo como la vida vuelve a fluir por debajo de su piel. Por unos instantes  se olvida de que es ella misma y descubre a otra mujer. Siente que alguien le ha retirado un velo finísimo , de gasa blanca , que le tapaba sus imperfecciones. Entonces  se ve tal y como es. Con una mancha de carmín mal puesta en los labios , con unas ojeras que le afean el rostro y  un brillo febril en sus ojos. El tren para de nuevo. Se apresura a secarse las manos. Cuando abre la puerta , el  vagón se ha quedado casi vacío. Sólo hay una viejecito que entra  porque se ha olvidado el bastón. Mira a  su alrededor y no ve a su compañero. Siente pena por no haber podido despedirse de él y darle las gracias por su amabilidad. Ni siquiera sabe su nombre. Recoge el equipaje y se baja del tren no sin antes mirar hacia su asiento. Ha sido un viaje horrible.


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La estación se convierte en un ir y venir de gente anónima . Un trajinar de maletas y de hombres con corbata despidiéndose de sus queridas. El personal de limpieza recoge las botellas de refrescos tiradas en los bancos , el vómito de un borracho y las cáscaras de pipas alfombradas en el suelo.  Berta busca a su hermana con los ojos , la busca con la nariz y hasta con el extremado sudor que baja por su rostro mientras piensa en todo lo malo que puede haber ocurrido.  Se sienta en un banco y abre un libro para distraerse.  Lee con voracidad, como si fuera la última vez que  fuera a leer. No quiere pararse a pensar y pasa páginas completas hasta que se lo acaba. Se ha hecho de noche. Llueve en la estación.




II



La casa relucía más que nunca cuando llegaron las dos hermanas. Aparcaron el coche a pocos metros de la casa y , mientras recogían el equipaje , les vino a recibir una mujer de unos setenta años, de pelo canoso y cara de sufrimiento. Luisa las ayudó a llevar las maletas hasta el interior después de estrechar a Berta fuertemente contra sus brazos y zarandearla de un lado para otro como si estuviera examinando un ejemplar vacuno. María entró rápido a la habitación de huéspedes y  dejó las maletas en el suelo.  Fue hasta la cocina  y metió la dorada en el horno. Había estado preparando una buena cena para recibir a su hermana y se le había ido el santo al cielo. Berta la había llamado para decirle que se retrasaría porque había un problema con el tren y  llegaría sobre las siete pero ella había entendido a las ocho. Recordó haber sentido cierto alivio porque así le daba más tiempo para tenerlo todo a punto. Quería darle una sorpresa a  y hacerle ver lo bien que se sentía de tenerla a su lado. Puso el horno a 150º  y sacó la ensalada . Luisa chillaba de contenta en el comedor , sin perder ni un ápice de su expresividad e  hizo sentar a Berta en una silla para contarle las últimas novedades del pueblo. Le contó que  el alcalde estaba recibiendo llamadas anónimas que lo amenazaban de muerte. La tía de  Juanito , el panadero , estaba mala  porque tenía una cara de muerta que asustaba a medio pueblo  y a José , el “anciano” del pueblo , le habían tenido que dar un calmante anteayer porque un vecino  le había asegurado que había alguien más viejo que él.

 - Y ese viejo del que hablas , ¿ de veras existe?- Le pregunta Berta.


Y Luisa se indigna porque piensa que no tiene suficiente credibilidad . ¿Acaso la hermanita de ciudad se piensa que está contando mentiras? Y no dice nada pero se la guarda para otra ocasión. Ella es una mujer decente y sincera, con dos delantales para toda la semana y un olor a lejía en las manos que llega a espesarse al anochecer , cuando los gallos duermen en los manantiales.

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-Tenías que haber visto al viejo cuando le dijeron que el solterón de Pepe tenía dos meses más que él. Yo creo que casi se desmaya. Comenzó a gritar y a dar pataletas en el suelo como un crío chico. Ese hubiera necesitado que los pájaros le hubieran comido lo blanco de los ojos. Con lo malo que había sido de joven. Llegó a echar a sus dos hijas  de casa sólo porque algún malintencionado le había dicho que hacían de putas por la noche. Y el tío va y cree a la primera el chisme. No te puedes imaginar lo mucho que lloraron las hijas antes de irse. Se arrodillaron ante el padre y juraron y perjuraron que ellas no serían capaces de manchar el honor familiar. Total , que de nada sirvió y al día siguiente ya las veías con la maletita a cuestas saliendo por el pueblo  porque entonces no había tren. Caminaron diez quilómetros hasta el pueblo más próximo , donde salía un autobús de línea que iba hasta Madrid. Y allí viven hoy en día con sus maridos e hijos. Hace más de treinta años que no ven a su padre  y eso que han intentado retomar la relación  pero …

María puso cara de circunstancias cuando vio que Luisa estaba agobiando a su hermana y se inventó una excusa para hacerla desaparecer un rato de vista.

– Vaya , Luisa ,  me he olvidado de regar las plantas del patio trasero.

-Esta niña nunca sabe donde tiene la cabeza, pero si te dije el miércoles que lo había hecho yo. ¿ Pa qué las quieres mojar tanto? . Pues  bueno , lo que te iba diciendo, el viejo es un perla de cuidao y … Ya no sé lo que te estaba contando, me ha cortado el rollo tu hermana.


En el jardín hacía frío, o al menos eso sintió al verse sola y rodeada de verde por todas partes. Berta se quedó mirando el vacío durante un rato , sin ver nada. Caminó hacia la pequeña verja de la entrada  y apoyó sus brazos en los barrotes de hierro.  Al otro lado, sólo el campo. Estaba anocheciendo. Las hormigas se escondían en sus madrigueras mientras los últimos labradores se recogían en sus casas. La luna se haría esperar, como las novias vírgenes y blancas que hacen esperar al novio en el altar. Un grillo comenzó a cantar y les siguieron los demás. Ella escuchaba el silencio y esbozó una sonrisa de luz mientras se oía grillar también a la luna , que comenzaba a dar sus primeros pasos hacia el altar del cielo. De repente ,  un olor  a rosa cautivó su atención. Se giró y siguió el rastro de aquel olor tan agradable. En seguida aparecieron los rosales. Estaban dispuestos en hilera y las flores se abrían más que nunca para que ella pudiera contemplar su pétalos. Eran rosas amarillas y rojas . A su alrededor volaban los mosquitos y se posaban en las hojas verdes para descansar. Se acordó de Pedro .  ¿Qué estaría haciendo?  ¿ Estaría llorando por su amigo? Recordó la última vez que vio a Carlitos. Fue en un bazar chino. Ella había ido a dar un paseo por el centro y, al pasar por la tienda, le había llamado la atención un chico bajo y delgado que estaba pagando unos artículos. Su cara le sonaba pero no acababa de reconocerlo. Cuando salió de la tienda , sus rostros se encontraron y entonces su nombre le llegó a la lengua y saltó hacia fuera
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Qué tal , qué es de tu vida , hacía tiempo que no sabía nada de ti. Me alegro de que estés bien. Besos y una serie de cumplidos que no sabían a verdaderos. De eso hacía ya tres meses y ahora estaba muerto.  El rojo de la rosa le pareció más intenso y  la arrancó con rabia. La tiró al suelo y la pisoteó con fuerza mientras rompía a llorar por alguien a  quien  casi no conocía. El olor de una rosa  es intenso y penetrante pero llega directo al centro del alma cuando se piensa en nebulosidades variables . El resto de rosales cerraron sus capullos y apagaron su olor  pero ella no se dio cuenta de nada , ni siquiera de que su hermana la llamaba para la cena. Se acordó , de repente , de aquella canción que sonaba en las pistas de baile cuando ella vestía con minifalda y escote al descubierto. Pensó en sus salidas de tono y en todo el glamour que había perdido por querer acomodarse a la rutina. Y quiso llorar más  pero no pudo. Las lágrimas se contenían en el lagrimal y un fuego inmenso invadió sus mejillas. No pensaba en nadie cuando se coló en una clase que no le pertenecía , ni cuando la madre de su pareja le hizo un mohín de desprecio porque llevaba unos zapatos de color rosa que no le gustaban. Ella tenía que haber previsto que aquello no funcionaría porque estaba acostumbrada a que todo fuera mal. No quería tener más relaciones sentimentales.  

-Pero chiquilla , ¿ qué te pasa? Parece que  te has peleao con alguien.- Luisa la había ido a buscar al ver que no venía. – Vamos dentro que cogerás frío. Yo siempre he dicho que eras un bicho raro. Mira que salir al jardín para pisotear mis rosales. Pero , ¿ qué culpa tienen mis plantas de que estés tontaina? - Berta se la quedó mirando y se echó a reír.

– Siempre me sorprendes , Luisita - Corrieron hacia dentro y apostaron a ver quien llegaba antes al comedor y  le hincaba el diente a la dorada.


Se había levantado frío y un fuerte viento azotaba las rosas. Una maceta clavada en el muro del patio trasero cayó y esparció la tierra por todo el suelo de cemento. Un gato  escurridizo salió de un arbusto , asustado, y comenzó a correr por el jardín.  Los rosales abrieron sus flores y le robaron la fragancia al aire. Ya nada olerá tan bien como aquellas rosas. Blancas , rosas , multicolores. El ruido del grillo sonó con más fuerza que nunca y la luna desprendió un halo de luz que ayudó al gato a salir de aquel laberinto. Luisa se despidió dejando un sabor amargo a Berta. De repente  la luz de un rayo iluminó el comedor y Berta sintió una sensación parecida al miedo ,  que penetraba de forma más seca y con más intensidad. Un ruido ensordecedor hizo temblar los cimientos de la casa y las ramas de los árboles chocaron con fuerza contra los cristales del comedor. Se sentó y comenzó a servir los platos sin contar con su hermana. La dorada tenía buena pinta y sintió deseos de probar con los dedos la salsa. Deliciosa. No había manera de copiarla. María hacía mejores asados que ella. María era mejor en todo. Cogió la servilleta y limpió deprisa los bordes de la bandeja. Escondió la prueba del delito en su bolsillo y buscó , en la cocina, una servilleta nueva. Estaba segura de que María no se daría ni cuenta. Ahora estaba demasiada ocupada pensando en su historia y en hacerse la mujer feliz delante de ella.

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Apareció espléndida , vestida con un vestido negro de tirantes y envueltos los hombros con un echarpe blanco que Berta  le había regalado para su cumpleaños.


-Estás guapísima  pero no hacía falta que te arreglaras tanto.- Ella sonríe y le explica que le gusta sentirse coqueta , vestir como no lo había hecho los últimos años. Se refería a su vida con Pedro en Barcelona , al desenfreno , a  las fiestas con borrachera y a los dolores de cabeza de la mañana siguiente. Aborrecía aquella vida y quería borrarla de su mente pero sabía que no podía  porque ella sólo era una cuarta parte de la porción total del tiempo que había malgastado. Y no  recuperaría el tiempo perdido a menos que lo hiciera suyo en la memoria , recordándolo , viviéndolo en ella . María se sentó y comió. Comía y no tenía hambre. El pescado estaba algo soso  pero se podía comer. La salsa le había quedado mejor otros días .


 – María ,  come más . Tienes que engordar un poquitín.- María estaba delgada y la languidez de su sonrisa casi se podía cortar con un cuchillo. Le robaba tiempo al tiempo para escribir y apenas se daba cuenta de que se estaba marchitando encerrada todo el día en su estudio. Los ojos se hundían en unas cavidades huecas y oscuras y le sobresalían unas ojeras  marcadas por las noches en vela y las cavilaciones . Apenas hablaron durante la cena. Sólo preguntas rutinarias, tejidas para quebrar un silencio tenso que podía amenazar el equilibrio emocional , la tranquilidad de sentirse bien , juntas de nuevo aunque por poco tiempo.  Las copas  se llenaron de vino y los platos quedaron  vacíos . La conversación de sobremesa nacía con una nueva fuerza , que es la fuerza nacida del cansancio y el mareo.  Berta preguntó por las gentes del pueblo, por la escuela que se había inaugurado hacía unos meses. Quería retomar el ritmo de un pueblo de provincias  que se había perdido en ella y del que quería recuperar los buenos momentos. Y ella sí tenía recuerdos buenos de aquella casa. El abuelo sentado en una mecedora , fumando una pipa y contándoles un cuento fantástico , de aquellos que te hacen sentir heroína de la historia. Las vacaciones en casa del abuelo eran un soplo de vida nueva. Estaban los meses de verano , hasta que  papá las recogía en coche para devolverlas a la ciudad.  El abuelo vivía sólo. Su mujer se había ido  de viaje  con una amiga  y no había vuelto. Pero eso ocurrió hace ya mucho tiempo. Papá era un niño de diez años que comenzaba a necesitar el consejo de una madre. No se podía decir que había sufrido pero durante mucho tiempo tuvo que madurar sólo. El abuelo era un hombre triste y solitario que se convirtió en un  buen tutor para su hijo pero poco afectuoso. Al niño lo crió una joven de veinte años con la piel morena y los ojos más grandes que cualquier hombre hubiera podido ver. Luisa era el sostén de aquella casa. Ya trabajaba para la familia cuando la madre vivía con ellos. Entonces era una chiquilla que ayudaba a su madre  a limpiar la casa  y a servir la mesa.  Pero Mandy , su madre , cayó enferma y Luisa tuvo que coger las riendas de aquel microcosmos maldito , que no la dejaba ser una niña como las demás , que la obligaba a llevar esa bata sucia y gris con la que fregaba los suelos  y pasaba  el polvo a unos muebles viejos. Arcaicos. Amanda.  Una madre que  se escondía a leer novelas de amor cuando los patrones no estaban. Ella era la heroína de esas historias de papel viejo y malgastaba

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el poco tiempo que el trabajo le permitía en imaginar cómo sería su vida siendo una gran señora. Su amo no era rico pero vivía bien . Y ella tenía que trabajar  para cuidar a una niña mugrienta a la que ni siquiera  quería. ¿ Por qué se habría quedado embarazada de aquel pedazo de mierda de su novio? Era un borracho que la endulzaba con palabras de amor y la manejaba a su antojo. Y ella se fiaba de él porque se sentía protegida. Era su héroe de pacotilla. Y cuando desapareció estaba a punto de anunciarle que estaba embarazada. Luisa era el nombre ideal para una niña que nació igualita a la cara de vieja de su madre. Flaca , feúcha y con una nariz afilada. La niña prometía ser mandona pero los oráculos se equivocaron por completo. Luisa fue la mujer más sumisa del mundo . La mujer más leal y más desafortunada del mundo.




El viento y la lluvia habían cesado.  Se disponían a recoger la mesa cuando se fue la luz.

– Lo que faltaba. Acaban de cortar el suministro . Berta , mira en el armario de la despensa. Encontrarás unos farolillos de papel. Coge y tráemelos rápido. Los utilizaremos para guiarnos.

 El cuartillo de la despensa estaba en la parte trasera del patio. Berta abrió una puerta de madera que amenazaba con caerse y miró. Nunca había entrado allí cuando era pequeña porque le daba miedo. Luisa le había hablado de seres diminutos y pegajosos que vivían escondidos debajo de los muebles y detrás de las puertas. Las veces que había ido a visitar a su hermana tampoco  había sentido la necesidad de hacerlo. Y ahora estaba como un pasmarote  mirando la oscuridad con una mezcla de estupor e indiferencia. Tanteó la pared buscando el interruptor pero no lo encontró.  ¿ Dónde diablos estaría el armario? Caminaba con cuidado , sorteando los muebles y las sillas.  La escasa luz que procedía del patio le permitía vislumbrar los contornos de bultos , baúles y muñecas de porcelana. Se apoyaba en todo lo que encontraba a su paso por miedo a caer. El armario estaba en un rincón , en la pared del fondo. Abrió y un olor a humedad  impregnó sus ropas. El armario estaba compuesto por una serie de cajones de madera y un gran hueco en el que se agolpaban bufandas y abrigos pasados de moda. Supuso que las velas estarían dentro de algún cajón. No tardó en encontrarlas. Cuando  iba a salir de allí su hermana la estaba esperando en la entrada.

        Date un poco más de prisa, mujer

 - No encontraba las velas y esto está tan oscuro que … – Al salir,  vio los ojos de una lechuza posados en uno de los árboles de la parte trasera del jardín. La miraban fijamente y despedían un halo de luz brillante que la animó. Dicen  que quien se encuentra con la mirada de una lechuza  la vida le depara suerte en todo lo que emprenda. María corrió hacia la casa mientas ella se paró a contemplar aquellos ojos que la habían hipnotizado. Eran grandes y la atraían con una fuerza inusitada. Estaba dispuesta a acercarse hasta debajo del árbol cuando el ave desapareció.

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Alzó el vuelo y emitió un chillido agudo antes de entrar en lo oscuro. La lluvia y el viento habían cesado y un frío seco había aniquilado los últimos destellos de esperanza. Cerró bien la puerta antes de entrar en la casa y corrió las cortinas de  los ventanales. Un halo de luz fantasmagórica salía del salón. Cerró las puertas de todas las habitaciones por las que iba pasando hasta que llegó a la habitación iluminada por las velas. María estaba en la cocina  recogiendo los últimos platos de la cena. Se había dejado un farolillo encima de un estante mientras  limpiaba la vajilla y metía  las sobras en un bol de cristal que luego metió en la nevera. Berta estaba recostada en el sofá  mirando los cuadros de las paredes y las fotos que tenía su hermana en una mesita. María se acercó a ella y  le hizo cosquillas en los pies , como cuando eran niñas. Se sentó a su lado y se la quedó mirando embobada.
                                                                                               
-     Estás triste. ¿ Qué te pasa?  Y no me digas que estás bien porque te conozco.

- No , nada. Estoy cansada por el viaje. Ha sido bastante fastidioso. Ya sabes , el mareo,  la avería y luego que no venías. Ha sido un día muy largo.

-¿ Sólo es eso?  Creo que deberías ser más sincera conmigo. Sé que estás preocupada por Pedro. Estás habituada a estar siempre con él y crees que no se  va a valer por sí mismo. ¿ Me equivoco?

-Pedro se vale como nadie , María. Y ya te he dicho que sólo es el cansancio. Además, la que no sirve ni para planchar una camisa soy yo. Creo que me voy a acostar… es demasiado tarde. Y tú tendrías que hacer lo mismo.

-Entonces soy yo. Te has enfadado porque no te felicité por tu cumpleaños. ¿ No es así? Ya te dije que me olvidé. Pero  no es para que te siente tan mal.

-¿ Por qué me sales con ésas ahora?

-Estabas rara en la cena.

-Mira, de verdad, no tengo ganas de discutir. Mañana será  otro día. Estamos las dos muy cansadas y creo que deberíamos descansar. ¿ Has cerrado las ventanas y la puerta delantera?

-Sí , por supuesto.

-Pues a la cama. Espero que me hayas puesto una manta. Esta noche hace frío.

-Sí , sí. Luisa lo ha preparado todo con esmero.

-Perfecto  , “señorita patas largas”.



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-Buenas noches.- Berta se levantó y se despidió de su hermana con un beso en la mejilla.


- Acuérdate de apagar todas las velas antes de dormir. No quiero morir chamuscada.


Berta se levantó a las cuatro de la madrugada con un sudor frío cayéndole del rostro. Había tenido un sueño terrible. En el sueño , se acercaba a la ventana y respiraba profundamente. Tenía miedo de morir aplastada. Subía a un ascensor y alguien le había vomitado encima un líquido viscoso. Había sido un sueño espantoso. El ascensor se estrechaba poco a poco hasta que ella tuvo que agacharse para coger una flor que se le había caído de la solapa de la chaqueta. La flor tenía espinas y ella se  rasgaba las manos por coger  los pétalos que iban cayendo de su falda. El vómito se espesaba más y la cubría por completo. La ahogaba con fuerza y no le permitía respirar. Había soñado que moría por completo y que en ese estado de levedad infinita acabaría por encontrarse a sí misma , partida en dos . Las dos mitades , una sola nota discordante que florecía en Madrid a las cuatro en punto de la tarde. Un café en el paseo del Prado y Velázquez mirándola a los ojos, enturbiándola con la mirada. Ella era una de las meninas  y el rostro de su madre, cubierto de sangre y a punto de dar a luz a un ser deforme y bulímico. Su madre gritaba pidiéndole ayuda y ella lloraba porque no podía salir de aquel ascensor de acero . Rubias contoneando traseros y chulos tirando colillas en una acera de dos metros y medio. Salía del cuadro y daba cuatro vueltas por Recoletos en pleno siglo XX. La gente se la queda mirando y ella ríe sin parar ,  como una bobalicona. Un chulo se enfrenta a ella y la quiere hacer su puta. La infanta ríe y enseña un gel protovitamínico que  suaviza el cabello. Lo ha comprado en el supermercado de la esquina y piensa llevárselo a su mamá para que le limpie las botas.  Armonía celestial y una canción de cuna suena más allá de un jardín de violetas . Una niña se para a recoger los restos de una merienda y la ve llorando. La menina no encuentra el camino a casa y le pregunta por un edificio  clásico con columnas  que está repleto de gente que viene a pasear con sus hijos.  Necesita regresar a su mundo y salir de  los pasos de peatones mal pavimentados. Le pica el asfalto en sus ojos y la niña la ayuda a volver al museo. La madre ha dejado de llorar porque el monstruo ha muerto con sólo cuatro horas de vida y lo han tirado a la basura. El ascensor se agranda y ella , que ha dejado de ser menina para volver a ser otra vez  ella , puede salir de allí sin que nadie le pida explicaciones. Va en busca del chulo y le pega una hostia que lo deja tieso. Va  también a un lavabo y se peina . Se lava el rostro y se quita los restos de  placenta. Ha aprendido a nacer , morir y vivir. Le encantan los suizos y se compra uno para subir el ánimo. Se imagina Manhattan a la luz de las velas y lleva un sucio impermeable que le cubre de las gotas de sangre que manchan las calles.  Entonces ve cuerpos débiles y exhaustos de practicar un amor que no duele hasta que  acaba el día y rompe el sol con sus tímidos rayos el himen del recuerdo.



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Abre la luz de la habitación y sale despacio , como temiendo que alguien detrás pueda sentirla. María duerme en la otra punta del pasillo pero sabe que en cualquier momento puede despertarse y decirle: “ Oye, tú , qué haces levantada a estas horas” . Te la quedas mirando y descubres lo bonito que puede ser tener una hermana a tu lado , ayudándote a salir del pozo amargo de la indiferencia. Sabe que nunca podrán llegar a conocerse del todo pero también sabe que no lo necesitan . Se entienden sin siquiera hablarse  porque han aprendido a interpretar los silencios y las distancias que las separan.  Baja despacio las escaleras de madera. Las baja descalza hasta que llega a la cocina y se pone unas babuchas turcas colocadas en una repisa color cielo. El grifo derrama un hilillo de agua y en el aire se respira aún el olor de dorada al horno . Sonríe. Abre un armario y saca un vaso de cristal. La nevera está repleta de tetra bricks, paquetes de plásticos y  botes de salsas. Busca despacio hasta que encuentra una jarra de agua y la vierte en el vaso intentando no derramar ni una gota en el suelo.  Cierra los ojos mientras bebe y , cuando ha terminado ,  se siente mucho más aliviada.  Apaga la luz de la cocina y se queda un rato sentada en  un taburete de madera. La mirada perdida en la oscuridad. Sola. Piensa en el libro que compró en el mercadillo. Era una edición barata de Küng que le había llamado poderosamente la atención. Le atraía la teología que discrepaba con los dogmas establecidos y buscaba el retorno a los orígenes de lo cristiano. Pero ,  ¿qué es ser cristiano? , ¿ era ella una buena cristiana?  En realidad  no había tenido otra opción. La habían bautizado como tal  y habían marcado en ella los signos de una fe que se vivía en cualquier momento del día. Era cristiana por tradición pero sin el pleno convencimiento de amar a sus enemigos. Al enemigo se le debe odiar porque nos ha hecho daño. Y ella se negaba a perdonar a quienes la habían herido. Jamás perdonaría a Alicia que la dejara tirada cuando más falta le hacía. Tomaron un mismo tren que las llevó por caminos diferentes. Berta obtuvo suerte y reconocimiento  pero Alicia sentía envidia del poder que ejercía Berta sobre sus amigas. Alicia no contestaba a sus mensajes , ni le abría la puerta cuando  se plantaba delante del rellano esperando una contestación. Habían sido amigas desde  la infancia y  habían estado muy unidas hasta que un simple mal entendido las distanció cada vez más. Berta vio dibujado el rostro de su amiga en el vidrio empañado de la ventana. Una línea milimétrica y fina que sujetaba dos trenzas pelirrojas y una cara pecosa. Los ojos hundidos de su amiga se sumergían en un mar de tristeza que apagaba las luces de la felicidad. Temblaba y la miraba. El dibujo parecía animarse cuando comenzó a sonreír. Se asustó  cuando tocó el vidrio y comprobó que las líneas de agua no desaparecían.


Cuando era pequeña le daban mucho miedo las historias de fantasmas que le contaba su abuelo a ella y a su hermana . Algunas noches se sentaban alrededor del fuego rojo de la chimenea  y miraban emocionadas el libro que les abriría a un mundo lleno de placer e imaginación. Podían quedarse hasta medianoche escuchando la voz cálida de un viejo de ochenta años que  recitaba fragmentos de canciones de tango  cuando ellas dos estaban dormidas. Bailaba con su mujer en las fiestas que preparaban  sus amigos argentinos.


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Un cubanito sabroso le tiraba a su niña  piropos al  cruzar la  calle y recuerda que se mosqueaba cuando alguien  miraba a su Isabela , tan guapa ella con sus pendientes de perlas que le rozan el cuello mientras baila. Le gusta sonreír cuando la recuerda joven , eternamente joven en sus ojitos arrugados. Y entonces mira siempre esa foto de ellos dos juntos , en las playas del norte. Isabela está sentada en una butaca blanca , en el balcón de un hotel de playa. Mira hacia el mar y lleva puestas unas gafas que insiste en llevar cuando es fotografiada. Se parece a la princesa de Mónaco. Tan elegante con su  vestido blanco y un pañuelo que le cubría los hombros del fuerte viento . Se disponía a posar sólo para él. No habían tenido tiempo  de discusiones , malos entendidos ni amantes inoportunos. No soportaba a  las  mujeres que pedían  regalos  caros para satisfacer sus caprichos , y menos a las que pedían un compromiso a los dos días de conocerse . Pero su linda niña le descubría tantas cosas  que estaba contento de poder tenerla a su lado  para siempre. Por eso el abuelo nunca entendió la desaparición de su mujer . Las investigaciones coincidían en que ella había marchado por voluntad propia.

El abuelo lloró hasta el último día de su  vida la ausencia de Isabela. Dicen que jamás se recuperó de aquello  pero yo me pregunto si algún día  superaría  su hijo ,  mi padre , el desengaño que sentía hacia mi abuelo. Se sentía vacío y huérfano de padre. Ni una caricia a tiempo , ni una bofetada cuando comenzaba a traer chicas a casa y las instalaba en el cuarto trasero. Mi abuelo no había hecho jamás de padre porque nunca le había interesado ese papel. Él sólo quería  recuperarla  a ella , mi abuela. Cada día de su vida intentaba buscar una explicación a su desaparición. ¿ Qué había hecho él para ahuyentarla? El recuerdo se transformó en obsesión y la obsesión en una constante pesadilla. Él sólo quería volver a sentirse  el chavalín de catorce años que fumaba a escondidas y luchaba por abrirse camino como empresario. Y por aquel entonces tampoco entendía que sus dos nietas crecieran con tanta libertad. Mis padres , divorciados , pero más amigos que nunca  quedaban para salir de copas algunas noches  y se iban juntos de vacaciones como si nada hubiera pasado.


El ruido de unos pasos a su espalda la hizo despertar de su ensoñación.

-Berta , ¿ te encuentras mal?-  La voz de María notaba una preocupación inquietante.

-No, estoy bien. Es que no podía dormir y pensé en bajar a la cocina a prepararme una infusión.

-Ah , ¿ quieres que te ayude a prepararla?

-No , tontita. Acuéstate que debes estar cansada. ¿ Qué haces despierta a las cuatro de la madrugada?

-Me toca la pastilla.  Pero no te preocupes, que me la tomo y enseguida me vuelvo a quedar dormida. Ya estoy acostumbrada. Deberías ponerte una chaqueta. Aquí hace frío.

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-Sí , mañana me la pongo. Hasta mañana.

-Hasta mañana. Te dejo la luz encendida.


Se quedó  sola , pero esta vez con la extraña sensación de no saber qué hacer. Los pasos de su hermana por las escaleras la habían distraído. Cuando dejaron de oírse volvió a sentir la soledad , ahora más intensamente que nunca. La sentía como un puñal clavado en el pecho que gira y gira alrededor de sí mismo. Lo mejor que podía hacer es volver a su habitación , tenderse en el colchón y quedarse dormida mientras recuerda el viaje en tren , los ojos de aquel desconocido  molestándose por ella y la noticia de la muerte de Carlitos. Al levantarse de la silla se sintió mareada . La cena no le había sentado demasiado bien y el tufo a dorada aún la incomodaba más. Volvió tras sus pasos y ,al llegar a su habitación , prestó oídos hacia donde dormía María. Un ronquido largo y seco , seguido de un soplo y un chasquido  de dientes. ¡ Su hermana … roncando!




III




El día amaneció de gris ceniciento , aunque un tímido rayo de sol iluminó la casa dotándola de una nueva claridad. Sería una mañana agradable y emprendedora. Los pájaros se posaron en la repisa de la ventana y picoteaban los cristales como queriendo despertarla. Sólo se oía el ruido de una apisonadora a lo lejos y, del cuarto de su hermana , sólo llegaba el silencio. Berta se levantó y miró hacia el cielo. Era tan grande que sus ojos no podían abarcarlo entero. Se terminaba en Barcelona . Allí era el fin de todo. Pero en el pueblo…. Todavía le quedaba mucho por conocer de aquel pequeño pueblo de provincias. Sintió que aquel espíritu que había dormido en su interior  comenzaba a despertar tímidamente de una larga enfermedad. Quería comenzar  a creer en la vida que había dejado atrás. Tenía que empezar un esbozo que no se pareciera a los demás , que rompiera con lo anterior . Un retrato de aquel paisaje que  crecía más allá del jardín , entre las llanuras secas y áridas de Castilla. Bajó despacio las mismas escaleras de la pasada noche y se dirigió  a la cocina. María le había dejado una nota encima de la mesa:


“He bajado al pueblo a comprar churros. No creo que tarde demasiado. Si quieres , puedes preparar el desayuno”.


28

Pasó una mirada rápida a la habitación y se dio cuenta de que todo seguía igual. La única novedad  era un ramillo de flores que su hermana había cogido de la parte trasera de la casa. Estaban puestas en un jarroncillo de  motivos chinescos.  Dispuso la mesa con un mantel lila  y  rombos verdes que hacía  juego con la vajilla. Puso la cafetera en el fuego y  abrió un paquete de galletas de chocolate que había comprado para el viaje y ni siquiera había abierto. Las colocó en una bandeja  llana  y colocó al lado  un tarro de mermelada casera que había visto en uno de los estantes de la despensa. La casa  tiene dos plantas. En la primera planta está la cocina , un cuarto de baño pequeño  y una habitación muy lóbrega que sus abuelos utilizaban para acoger a las visitas. María la había inutilizado porque no le veía ningún uso. Cuando llegó con la intención de instalarse  unos meses,  que se fueron alargando hasta convertirse en años , pensó que necesitaría un pequeño estudio en el que poder colocar el ordenador , los libros que se había traído de Barcelona y los cuadros de pared. Pero aquella habitación lóbrega le transmitía un vacío que la desconcentraba y le impedía escribir. María decidió hacerse una pequeña cabaña de madera en la parte trasera del jardín. Era una caseta de madera de pino de poco más de  diez metros  y  dos ventanas. En su interior  sólo había espacio para un pequeño escritorio , una mesa  y varias estanterías. Aquél era su refugio , lo único que necesitaba para pasarse las horas muertas imaginando nuevas historias que dar a sus lectores.



“¿ Que cómo empecé a tomar café? Me lo aconsejó una compañera de trabajo. Tú tómate  una tacita todas las mañanas y ya verás que te da energía.” Y había empezado por  una tacita y terminaría acabando cafeteras enteras. Berta estaba dispuesta a  servirse otra taza  cuando oyó el ruido de la puerta. Era María.


-Había demasiada gente por el pueblo. Hoy celebran el último día de fiesta mayor y están engalanando las calles de globos de colores y farolillos. ¿ Por qué no te das una vuelta esta mañana? - Me la quedé mirando y asentí con la cabeza mientras esperaba  a que sacara el paquete de churros. Tenía un hambre voraz , como si un roedor me comiera por dentro las entrañas y me pidiera  suplantar el esfuerzo que había realizado. Yo  era un Sísifo inconformista y deslenguado que pugnaba por salir fuera de mí y me obligaba a fregar los platos sin lavar y a limpiar la mugre acumulada en los armarios. No necesitas nada para sentirte mejor que probar lo nuevo y deleitarte en ello. El deseo de lo nuevo y la magia de lo desconocido .Berta sabía que podía llevar a cabo sus proyectos  si confiaba en sí misma y en quienes le rodeaban. La vida le abriría con llave las puertas hacia nuevos caminos.  La clave era no tenerle miedo  al miedo. Desayunaron tranquilas , sin que apenas un ruido exterior las molestara. Desconfiaban la una de la otra porque, en el fondo, eran iguales.  Y sabían que los secretos sólo permanecen ocultos dentro de la boca de quien los guarda. Entre la campanilla y la punta de la lengua. Quietos. Sumergidos para siempre en un  mar de saliva. A las diez de la mañana se levantó un calor insoportable. Las hormigas se escondieron en sus madrigueras y  la tierra comenzó a fundirse en medio del marasmo.

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 A veces  me pongo a pintar en plena noche. Cojo un lápiz y dibujo sobre el papel un esquema de  mis planes. Antes ya lo he trazado en mi mente, disponiendo las formas en el fondo blanco y dotando de volumen al contorno. Lo principal es saber ordenar y calcular la distancias. Cuando sé que el árbol es menos importante que la figura humana , el conjunto comienza a tener sentido. El oficio del pintor requiere de la frialdad de un asesino y la pasión del  amante.  El pincel tiene las mismas formas que el cuerpo de una mujer: Se ha de agarrar con seguridad  pero sin dureza. Cuando expandes la pintura sobre el papel , el movimiento debe ser delicado ; dejas ir el pincel con cierto  desdén  hasta llegar al último trazo. Entonces recréate un segundo en ese preciso instante. La mancha de pintura resbalando al compás de tu mano y jugando contigo hasta que lo dejas ir con dulzura. El último trazo es el definitivo , da carácter al cuadro  y delata la personalidad del pintor. El resultado es la mayor gloria del artista , es la gota de su esencia, secada. Existen tantos cuadros como personas . Y cada uno es totalmente diferente al anterior: Incluso aquellos que pretenden ser copias son distintos entre sí. Hay algunos feos , otros gordos , algunos machistas , muchos vulgares y pocos buenos. Pero hay muchos que son bellos. De una belleza infinitamente melancólica.



Los ojos de la masa flotaban hacia arriba. Las pupilas se contraían y el blanco de la retina se diluía en copos de nieve mojados. Los globos de colores que habían tirado los niños se alejaban mientras ellos chillaban por cogerlos. Berta no tenía muchas ganas de fiesta  pero María la había convencido. Al fin y al cabo  no tenía nada mejor que hacer. La tarde se presentaba animada. En la plaza del pueblo , un grupo de músicos del Brasil tocaban  una música bailonga mientras unas mujeres  exuberantes meneaban los muslos de un lado para otro al son del timbal. Tan sólo iban tapadas con un tanga y un biquini de brillantes ajustado por el que los hombres suspiraban  arrancar. Las muchachas eran jovencitas pero tenían  un rictus de expresión enfermizo, como si estuvieran realizando un papel con el que no se sentían identificadas. Sus movimientos eran mecánicos y las sonrisas de sus rostros , postizas. Cuando la pieza llegaba a su fin , un grupo de  mujeres del pueblo comenzó a increparlas para que se marcharan de allí. Les gritaron putas , cochinas e indecentes. Las acusaron de excitar a sus maridos y de mostrarse impúdicas ante los niños. Hubo alguna que hasta tiró tomates al escenario y se acercó  hasta una de las bailarinas para escupirle.  De repente   la música dejó de sonar y los integrantes del grupo comenzaron a recogerlo todo. Las bailarinas intentaban salir del tumulto pero tenían miedo de ser atacadas por  el grupo de manifestantes que se agolpaban frente a ellas. Los músicos recogieron deprisa los bártulos y ellas se taparon con unas sábanas negras que habían utilizado como telón. Pero les era imposible salir de allí. Se había formado un tapón tan grande que no había hueco humano por el que escabullirse.  Un puñado de hombres del pueblo lograron abrir un camino para que pasaran  mientras algunos jóvenes de aspecto nazi , que armaban alboroto entre el montón de manifestantes ,  amenazaban  al grupo musical con vítores fascistas  .

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 Me quedé mirando horrorizada el espectáculo que se  presentaba ante mis ojos y cerré los párpados intentando evadirme de aquel tomate podrido. Algún desconocido a mi espalda me empujó y me hizo reaccionar. La gente comenzaba a dispersarse y yo era incapaz de dar un paso más al frente. Sentía que no podía desenclavar mis pies del suelo y que un  gigante atroz , como los que salen en los cuentos infantiles , estaba a punto de llegar para devorarme. Era una princesa desencantada , de sonrisa amarga y  ojos apagados. Tiré por una de las callejuelas y vi a la gente escondiéndose en los portales , corriendo para no ser cogidas por los polis de paisano que habían acudido a reprimir la revuelta. También yo  corría el peligro de ser golpeada  así que me escondí en un portal que estaba vacío. No habían pasado ni cinco minutos cuando  el desconocido del tren , el chico que me había cautivado durante el viaje ,  se metió dentro. Jadeaba como un tigre asustado y dirigía las manos hacia el estómago en señal de dolor. Tenía el rostro cubierto de sudor y los labios hinchados. Se sorprendió al verme .

-    ¿ Se acuerda usted  de mí? Nos conocimos en el tren.

-          Sí , sí,  ¿está usted bien? , ¿ no tendrá  un pañuelo a mano? Necesito secarme un poco la cara.

- Sí , tome. También le convendría beber algo de agua.  ¿ Quiere que la acompañe  a un bar? Creí que me molían a palos. Y encima un poli me confunde con uno de los alborotadores y me empieza a dar porrazos en el estómago. He escapado como he podido….


- Déjeme que le mire un momento. Puede que tenga que ir al médico.- Berta examinó la  herida pero no encontró ninguna complicación. Su amigo sólo tenía un moratón en la barriga. – Creo que , de momento , sobrevivirá a la tragedia-  y se echó a reír.

- Muy divertida , pero la verdad es que me jode estar así.

- Nunca elegimos estar como estamos . Nos encontramos en  situaciones inesperadas que debemos trampear como sea.

 - Pero crees que ha sido injusto golpear a ciegas.

- La medida de la justicia es subjetiva. Creo que lo que  para ti es injusto, para el otro puede ser  necesario.

- La justicia es igual para todos . ¿ Cómo puede hablar así ? No puede existir ojo para medirla. ¡ Si ni siquiera miraban cuando pegaban !


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Llegaron hasta el hotel y el desconocido del tren la abrazó en señal de  agradecimiento. Antes de que desapareciera por completo tras las puertas de un edificio gris , Berta le gritó.

- ¿ Cómo te llamas?

- ¡ Sergio!

-   ¡Encantada , Sergio!  Yo me llamo Berta.

- ¡Ok , Berta!

Berta  no volvió a casa hasta que los dedos de los pies se encogieron en sus zapatillas y el talón, magullado , no paraba de gotear sangre. Tiró por un camino de grava que conducía a las afueras del pueblo. Por allí  había ido ella con su pandilla de amigos cuando eran jóvenes. Al final del camino había una explanada lisa y ancha que se llenaba de margaritas en invierno y campanillas en verano. Ahora estaba cercado por unas vallas  metálicas que acababan en púas. Un rico había construido una casa de forma ilegal y , como no tenía suficiente , había decidido apropiarse del terreno colindante. Me altera pensar que puedan existir personas con tan poca apreciación del paisaje. Me gustaría imaginar que son más bien pocas  pero creo que la imbecilidad humana es una enfermedad que se extiende por todas partes y los mayores culpables de aquel asunto , sin lugar a dudas , eran las autoridades. ¿ Por qué permitían tanta especulación inmobiliaria? El alcalde recibía bajo mano lo que quería por mantener la boquita callada y el resto del pueblo protestaba mucho  pero hacía bien poco. El tipo en cuestión era  un alemán  que había hecho una gran fortuna jugando a las cartas. Era un amante de España y creía que Don Quijote existió de verdad, y , lo que es más penoso , que la familia de Sancho había saltado del papel a la vida real , que habían vivido en el pueblo , criado a hijos , y , como lo de la literatura no daba para mucho ,  habían construido un bar de copas en el centro del pueblo. En la explanada   Berta vio como comían hierba dos caballos árabes. El primero era blanco y tenía una mancha negra en el lomo. El segundo , pequeño y corpulento , tenía una mirada altiva que inquietaba a quien se atrevía a mirarlo fijamente. Los caballos árabes son la raza equina más antigua del mundo y una de las más fascinantes. Cuenta una leyenda del Islam que Alá concibió al caballo como un regalo para los hombres. Cuando quiso crearlo , llamó al viento del Sur , lo recogió entre el hueco de sus manos  y dijo: “ Yo te creo  y te llamo ARAB ”. Y así se formó una raza de caballos que  flotan en el aire. Berta los miraba fascinada cuando uno de ellos , el blanco , se acercó hasta ella. Le entraron unas ganas enormes de  acariciarle la cabeza . Lo observó durante un buen rato y  ya había dado unos pasos hacia el camino de regreso cuando oyó un relincho. Se dio la vuelta y vio que el caballo movía impaciente las orejas y golpeaba el suelo con las patas. Se acercó de nuevo a él y se quedó quieto. Le acarició el morro y las crines con suavidad y sin miedo. No dejó de hacerlo hasta que el dueño la vio y gritó en un mal castellano que se alejara de allí , que estaba invadiendo una propiedad privada .


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Ella no quiso entrar en polémicas y dio media vuelta  con la intención de marcharse cuando la hicieron detenerse en seco estas palabras : “ Maldita mocosa  maloliente”. Entonces se  giró y comenzó a insultarlo también ella. Lo llamó  inculto ,  tirano sin escrúpulos y estafador. Gritó tan fuerte que el caballo se encabritó y golpeó las vallas con la cabeza.

-          ¡ Me matarás al animal!


- Es usted un tipejo insoportable que debería responder ante la justicia. ¿ Se cree que el pueblo no conoce sus artimañas? Ha comprado al alcalde y a unos cuantos concejales para que mantengan la boquita cerrada  pero sabemos sus negocios .

-   ¡Largo de aquí o llamo a las autoridades!


Me marché  porque presentía que me estaba metiendo en un buen lío. Si al caballo le hubiera llegado a suceder algo , ya me veía yo en chirona , con un traje de cebra y unas esposas a medida. La cara de presunta culpable ya la llevaba enganchada de oreja a oreja , ahora sólo necesitaba consumar el hecho. O me iba sin escuchar las culebrillas que el tipo soltaba por su boca o  lo acribillaba a bofetada limpia.




María  había decidido que no iría a aquella fiesta. Le molestaba el ruido y la masa humana apiñada , sin nombres. Anónima. Aprovecharía el resto de la mañana para terminar de escribir un párrafo que se le había quedado a mitad. Le había costado una hora  escribir cuatro líneas decentes y va el ordenador y se apaga. Vuelta a empezar y ahora ni se acordaba de lo que había  escrito. Se había quedado en el momento más melodramático. La  mujer descubría  que  estaba enamorada de un ser misterioso  al que apenas conocía de un viaje en tren y un paseo furtivo por las calles del pueblo. Ese sentimiento la hacía sentirse bien pero también la asustaba. Nunca había experimentado una sensación más intensa que la que la estaba destruyendo con una fuerza rápida y sin límites. Y aquello que más le atraía de aquel hombre era precisamente lo que más la dañaba: Su inaccesibilidad. María sabía que tenía que ahondar más en el tema , ir más hacia el fondo de la cuestión. Una descripción exacta de los sentimientos de la protagonista podría resolver el problema de la extensión. Se veía limitada a escribir forzada por el impulso de una necesidad externa. Alguien le había dicho que escribiera  otra novela pero ella no estaba segura de hacer lo correcto. Por primera vez  sentada ante lo que sería el tramo final de su  cuarto libro , dudó.  No podía terminar noventa páginas de golpe con una simple historia de amor almibarada . Tenía que  ser lo suficientemente madura para saber que aquello ya no funcionaba , que era necesario un final original. Había pensado en otras soluciones para su libro:


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Una discusión que acabara en suspenso o con la sensación de derrota de la protagonista. Al fin y al cabo  todos somos seres derrotados . Recordaba que la escritura podría brindarle la oportunidad de demostrar su superioridad moral , que es , al fin y al cabo , la fuerza motora de cualquier escritor. Había fracasado en muchos trabajos. Su vida personal discurría entre el engaño y la ilusión de un proyecto inacabado. La historia que tenía entre manos  la convocaba  a seguir soñando. María recordaba la primera novela que había escrito. Una novela de aprendizaje. Adolescente. Tímida. Audaz.  Le  descubrió  facetas  de sí misma que desconocía.   Siempre  le gustaba releerla . Lo difícil de lo nuevo y la ilusión del inicio estaba allí. Se había perdido a sí misma y necesitaba encontrarse. Y siempre que leía aquella novela volvía a sentir los miedos del principio. La escritura le servía para alejarse de sí misma  y conocer a la otra persona que dormía en ella. Su verdadero yo. Se acababa de acordar  que no había bajado al pueblo. Tampoco le importaba demasiado , iría a  ver a Sergio otro día. Estaba cansada de sus ironías, y de sus pretensiones hacia ella. Jamás volvería a cometer el mismo error que había cometido con Pedro. Sergio era un hombre genial , que la hacía sentirse bien consigo misma. Se conocían  poco pero congeniaron enseguida. Habían pasado momentos muy divertidos y no necesitaban nada más. No quería complicarse la vida con una relación formal, sujeta a compromisos y ataduras. Necesitaba un amante ocasional y ya lo tenía. ¿Para qué  complicar una situación de forma innecesaria? Él también parecía encontrarse bien pero desde hacía unos meses su modo de actuar y sus palabras habían cambiado de tono. La visitaba poco , y , cuando estaban juntos , parecía estar abstraído. No prestaba atención cuando le hablaba y se mostraba menos atento con ella que al principio de su relación. La última vez  que se vieron  le comentó que necesitaba estabilidad . Se negó a interpretar sus palabras . Nunca nadie le había exigido nada y ahora él le pedía algo que no estaba dispuesta a realizar. Ya sabía que aquello podía terminar  en cualquier momento , y así lo había sentido siempre. Pero cuando llegó al  creo que no nos queremos lo suficiente , porque no me has dicho nunca  que vivamos los tres juntos, la niña , tú y yo , la ilusión y la sensación de lo imprevisible se habían esfumado. Se veía  cuidando de la hija de su amante y viviendo con alguien por el que se sentía atraída  pero al que apenas conocía. Tembló ante la perspectiva de una futura convivencia. Se sentía tan bien en su propia soledad que  la idea de mudar de estado la inquietaba. Oyó el ruido de la verja y pensó que era su hermana. Se levantó cuando golpearon la puerta.

- ¿ Te has dejado las llaves?- Creyó que era Berta. Abrió y vio plantado a un hombre vestido de uniforme y gorra que le sonreía estúpidamente.

 - ¿ Es usted la señorita María Quintanar? Asintió y dejó su firma estampada en una hoja de recibo. El hombre hizo entrar un paquete de cartón que juzgué debía pesar por la cara que ponía y los gestos de dolor de su rostro mientras me lo llevaba hasta el salón.




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 – Sí , por supuesto. Lo manda Pedro García.- María le dio las gracias y lo acompañó  hasta la salida. Cruzaron el jardín hasta llegar a la verja y le pidió disculpas por haber dudado del paquete. El mensajero se marchó entonando un estribillo de Bob Dilan.




Cuando Berta abrió la puerta , ni rastro de su hermana. La llamó un par de veces pero nadie contestó. Cruzó el salón y comprobó que las luces estaban apagadas. Salió a la parte trasera del jardín y tampoco vio a nadie. Se acercó al estanque de los peces. Había un total  de veinte peces Koi  nadando . Berta  se acordó de su abuelo. Fue él quién hizo construir aquel estanque y crió las primeras variedades de  Koi en el pueblo. Su interés por estos peces le vino después de haber realizado un viaje a Japón , cuando su esposa ya había desaparecido. Le llamaron la atención aquellos peces de estanque que parecían estar presentes en cualquier jardín público o en la finca de cualquier funcionario u hombre notable. Gracias a la amabilidad del guía que les acompañaba , mi abuelo descubrió algo más sobre aquellos seres fascinantes. Los peces Koi proceden de China y se introdujeron en Japón durante la Era Yayoi. En un principio no debieron llamar mucho la atención como variedad ornamental porque los granjeros de arroz los criaban como alimento. Seiji , que así se llamaba el guía , le explicó a mi abuelo que no fue hasta mediados del siglo XIX cuando la carpa Koi  comenzó a popularizarse como capricho exquisito entre los ricos japoneses.


Eran las seis de la tarde y comenzaba a refrescar. Fue a la habitación y se puso una chaquetilla  de punto que había pertenecido a su madre.  Al pasar a la cocina  vio un paquete que le llamó la atención.  Era una caja de cartón bastante grande que contenía libros antiguos. En una esquina , un sobre a medio abrir . Se acercó y dudó entre coger aquella carta y descubrir de qué iba todo aquello o esperar a que viniera su hermana. Le picaba demasiado la curiosidad . Era un carta corta ; más bien parecía un mensaje. No le costó demasiado reconocer  la letra de Pedro. No quería leer  pero su mirada se deslizó por aquellas letras con la culpa fijada entre los espacios en blanco. Como un eco lejano , Berta escuchó la voz de su compañero de piso:

“Aquí tienes el resto de libros que me regalaste. Ya no me queda nada. Dale recuerdos a Berta y recuérdale que aquí hace más falta. Si hubiera algo de lo que te acuerdes , se lo comentas a ella. Supongo que ya sabes lo de Carlos. Una pena , ¿verdad ? Poco a poco se van los amigos que más has querido. Hace unos meses fue Enrique , de una cirrosis crónica. Y ahora éste. Lo del suicidio si que no me lo esperaba. Ninguna pena justifica esa elección , ni siquiera el desengaño. En fin , espero que tú estés bien.


Berta sintió el frío de una historia acabada y la punta afilada de un  rencor que no acaba de superarse. No pensó más en aquel asunto hasta que su hermana se lo refirió aquella misma noche.

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Un ángulo abierto. Una habitación sombría y  dos sillas ocupadas. Las hermanas fingen que están comiendo pero , en realidad , ninguna está atenta al plato de fiambre que tienen delante. Mientras una guarrea la comida , la otra devora el plato de forma compulsiva. Berta se dispone a hablar cuando una mirada triste la detiene ; piensa que no es buena idea recordar ideas amargas  pero decide enfrentarse con la realidad antes que ningunearla:

-Hoy he visto un paquete encima de la mesa. Eran unos libros.

-Sí , me los ha mandado Pedro.

-Y un sobre .

-  Sí, sí , un sobre.


Berta la miraba esperando a que mostrara algún tipo de gesto o señal que desvelara sus sentimientos pero  María ni siquiera se inmutó. No entendía cómo era posible que una escritora  fuera tan poco expresiva. Se supone que los escritores son personas altamente sensibles y emocionales . María se empeñaba en encerrarse en sí misma para protegerse de no se sabe qué enemigo porque el mayor enemigo que su hermana tenía era ella misma.

-¿ No me preguntas por él?

- ¿ Por qué debería hacerlo?- A María no le gustó el tono de reproche de su hermana.

- Pues son muchas las razones. No sé. ¿ Quizás porque ha sido tu pareja  durante los últimos diez años?

-Ya te dije una vez que lo nuestro había terminado definitivamente.

-Pero , ¿ qué tiene que ver eso ? - Berta no entendía el profundo resentimiento que María  guardaba en su interior.

-Nunca debió hablar de lo nuestro a mis espaldas. ¿Quién demonios se creía para pegarme un bofetón? Tiene que nacer cien veces para alcanzarme.

-Estaba borracho cuando lo hizo. No lo puedes seguir culpando todavía. Se arrepentirá toda su vida de aquello.


-Tienes razón. Por eso lo he perdonado y te aguanto que pronuncies su nombre en la mesa.

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-Está destrozado , María. Sigue enamorado. No consigue olvidarte.


Hacía calor aquella noche  y necesitaba  abrir un poco los ventanucos. A María le dolió mucho que Berta defendiera tanto a Pedro . Se sentía como una anfitriona desprestigiada  y esa sensación de inferioridad la acompañó durante el resto de días que Berta pasó  junto a  ella. De repente  la ilusión con  que había acogido la llegada de Berta  desapareció. El entusiasmo se convirtió en rutina y las ganas de compañía en un deseo ferviente de volver a estar sola. No diré que me molestara su presencia , atento lector ,  pero  mis respuestas posteriores fueron cortantes y la conversación , poco agradable. Salí a tomar el fresco mientras Berta  hablaba por teléfono. El olor a jazmín lo impregnaba todo. Recordé mi etapa revolucionaria , las noches en vela citando a Martí y maldiciendo a los cabrones que acabaron con el comunismo. Cristo fue el primer comunista. Amó con plenitud y vivió como un auténtico guerrillero de la paz. Mucho antes de que Marx escribiera su manifiesto comunista ya existía una auténtica doctrina del mismo en los evangelios. En ese sentido  quizás sí podía reconocer al cristianismo como una religión verdadera. Era la religión del amor y la única que daba vida auténtica y eterna. Los viajes a Cuba y el olor de velas encendidas en los puestos de santeros y curas falsos de la Habana.  De eso seguro que todavía  se acordaba Pedro. Por supuesto que lo había perdonado pero aquello no era suficiente. Necesitaba que le diera una explicación convincente a sus ataques de cólera y a los momentos de auténtica maldad. Siempre que bebía se ponía como un demonio y llegó a maldecir a mis abuelos. Él , que ni siquiera había conocido a  los suyos. Pedro jamás me había pegado hasta aquel día. Pero aquel día… Aquel día fue diferente. Tiró un vaso al suelo , que se hizo añicos. Me gritó al oído que me estaba poniendo los cuernos con una compañera y que nunca había disfrutado tanto viéndome  sufrir de aquella manera. Entonces se sacó la correa y comenzó a darse golpes en la espalda. Estaba como loco. Me empujó hacia la habitación y me pegó un bofetón. No sentí nada más. Creí morirme. Volví  a  odiarme.



-Era de una librería. Necesitan a una dependienta en  caja para hacer una sustitución de un mes.

- ¿ Y qué vas a hacer ?

-Nada. No me interesa.

-¿ Estás loca? No te puedes permitir el lujo de rechazar una oferta de trabajo. Tienes un alquiler de piso , unos gastos.

-Eso lo pago con la pintura. Con mis últimos bocetos gané para casi todo el año. Con eso me gano la vida. Ya te lo he dicho muchas veces.

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-Nunca encontrarás algo estable porque estás obsesionada con los cuadros.

-María , ¿ se puede saber de qué vives tú?

-De la escritura. Sí .Vale. Yo trabajé de otras cosas antes de llegar a donde estoy.

-Me gusta mi trabajo  y no pienso cambiarlo por otro.

-Berta , escúchame. No te digo que renuncies a la pintura , te digo que puedes compaginarlo con otras cosas.

- ¿Acaso compaginas tú la escritura con otras cosas? , ¿ te dedicas a hacer de jardinera para el pueblo en tus tiempos libres? No me hagas reír.



Callaron. El ruido del motor de una Harley Davidson ahogó las últimas palabras. Las hermanas se levantaron y corrieron hasta la puerta . No hacía falta que pensaran demasiado para saber quien había llegado. Berta llegó  primera hasta la verja y lo abrazó tan fuerte que hasta le hizo daño en la calva:

-¿ Qué haces aquí? Mira la jodía….

-¡Ricki!

-Ay , mi Berta.  Estás guapísima . Casi no te conozco. ¿ Dónde está mi otra niña?

- Cuéntame , ¿ has venido sólo o vienes con tu gente?

-Estamos en ruta. Pero te veo rara…



Ricki era un chico rubio , de tez blanca y ojos azules. Su forma de mirar era cálida pero siempre miraba con desdén a sus competidores. Acostumbraba a enamorar  a las chicas sensiblonas e inseguras. Pero nosotras lo adorábamos. Era nuestro amigo ideal , el hombre perfecto hacia el que proyectábamos nuestros deseos más íntimos. Pero, en el fondo , las dos sabíamos que Enrique no era ni la mitad de buena gente que decía ser. Porque robaba corazones , justo sería robárselo a él. Y aunque las dos competíamos por ser su preferida , él ni siquiera se daba cuenta de que acabaría perdiendo el juego. ¿ Y acaso era eso justo? Si alguna vez han visto Alfie , entenderán lo que les digo. Es un personaje de una película romanticona. La versión actual la protagoniza  Judas Low , un caso ejemplar de actor fetiche para hombres y mujeres. Pues eso mismo harían ellas. Berta y María se vengarían de él poco a poco .


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Y jamás se daría cuenta. Entraron a la casa muy animados. La luz del sol se quemaba a raudales y el primer soplo del viento sur encogió los árboles del jardín. Los hizo pequeños ; las hojas se fueron encogiendo y el tronco pasó de marrón a negro. Nadie  se acordó de apagar la luz del porche.




Ricki habló de sus compañeros , de cómo se sentía cuando viajaba con su grupo de moteros. Ya habían recorrido media España y pensaban emprender próximamente alguna escapada al extranjero. Berta aprovechó el momento propicio para subir a su habitación y cambiarse de ropa. Con su amigo era impensable aburrirse. Tenía una elocuencia que rayaba la extravagancia. Eran sus salidas de tono y  la superficialidad de su vida lo que más le atraía de él . Ricki había tenido una novia de juventud que trabajó de gogó  en un club que ahora se dedicaba al tráfico de amfetas. Pasó una temporada  loca hasta que se unió a un motero , Alfredo . Se compró una moto y su vida giró trescientos sesenta grados. Se convirtió en un hombre feliz que leía a Heidegger  y dormía con Platón en el bolsillo. Vivía de un pequeño taller que tenía alquilado en un barrio de mala muerte y en el que diseñaba joyas que después compraba a mayoristas. Cuando se acercaba el verano , cerraba el taller y recorría miles de quilómetros con la mochila a sus espaldas y los tontos de sus amigos siguiéndole atrás , gritando que no le diera tanta caña a la moto , que un día se iba a estampar con un camión. Pero como a  Ricki le encantaba la velocidad , no le importaba arriesgar su vida en carretera. “ Vivir al día”, esa era su filosofía.  Novias  había tenido muchas más de las que decía  y se encendía  de rabia cuando le preguntaban por Maribel , su pareja durante cinco años. Aún se preguntaba cómo era posible que estuviera todavía colgado de ella. Si ni siquiera valía la pena cuando hacían el amor en plena noche , con las estrellas cuajadas de luz en un campo raso. Y un buen día  , cuando él menos se lo esperaba , cuando   ya pensaba formalizar su relación con alguna boda o compromiso por el estilo , ella le dice que necesita darse un respiro. Y coge las maletas y le dice que volverá  para llevarse el resto. Lo que nunca explicó es que tenía a un tipo medio enamorado a la vuelta de la esquina. Pues menuda mierda , esta vida. Y Ricki dejó de creer en las chicas como quien deja el alcohol o las tragaperras. Se desintoxicó poco a poco. Ligar ya no le importaba y mucho menos le gustaba salir de marcha hasta las tantas. Ahora se iba a dormir a las once de la noche y tomaba una birra sin alcohol en las comidas. Riki salió del servicio abrochándose la bragueta con un eje de superioridad superlativa y entonando una canción de amor para sus amigas , que esperaban impacientes en el salón a que  su chico les siguiera contando historietas divertidas. En la mesa , tres zumos de limón que había preparado María:

-Chicas , ¿ os gustó la última película de mi amigo,  el mejicano?

Y nosotras seguíamos mirándolo embobadas , tragándonos sus palabras como pepitas de oro en el desierto.


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Cuando se proponía que cayéramos rendidas a sus pies sólo tenía que emplear una palabra galante y un gesto amable. “Estás especialmente guapa esta noche.” Y a ver quién se atrevía a despreciar unas  frases tan bonitas. Así era nuestro Ricki.

-Berta , ¿ te acuerdas de aquella noche , en el club nocturno?

-Sí , pillé la mayor cogorza de mi vida.

-Cogiste una tan grande que te tuvieron que coger entre dos y llevarte al maletero del coche , porque si nos pillaba la pasma se nos caía el pelo…


Me fijé que se le había quedado una mancha de zumo de limón  cerca del labio y me apresuré a quitársela con el dedo meñique. Ni se inmutó. Siguió hablando como si aquello, que las chicas estuvieran dispuestas a besar sus pies , fuera lo más normal del mundo. Y, de repente , le entró un sueño repentino. Decidimos que ya era hora de apagar las luces y dejarnos llevar por el sopor de la noche. María insistía en dormir en el sofá pero él , que era todo un caballero , se negó rotundamente. Nos mandó  que le trajéramos una almohada y una manta  por si se levantaba frío a primera hora de la mañana.




María se despertó a las ocho de la mañana y bajó al salón para comprobar si  Ricki estaba allí o había marchado. No vio a nadie. Encima de  la mesa , junto al vaso de zumo , su amigo se había dejado olvidados los guantes de la moto. Los guardó en uno de los cajones del velador estilo francés que había comprado en Madrid . Era un  mueble de madera de roble con unos curiosos detalles de bronce en las patas que representaban a Buda en actitud meditativa. Su hermana dormía  y prefirió no hacer demasiado ruido. Temía despertarla y que levantara en cólera. Se vistió y salió de la casa hacia la carretera de grava que llevaba al pueblo. La casa estaba a unos tres quilómetros del casco antiguo. Ella siempre utilizaba el coche cuando tenía que hacer algunas compras  pero esta vez iba por un motivo diferente. Tenía que atravesar el pueblo y tirar hacia la carretera. A las afueras , en un hostal de poca monta que había abierto el hijo de Juanita , la bailaora , la esperaba Sergio. El camino a pie no se le hizo demasiado largo. A esa hora de la mañana no vio a nadie . Caminaba despacio , robándole al  aire las últimas gotas de una juventud maltrecha. Drogas , alcohol , cocaína. Cuánta mierda de esa tomaste para sentirte una mujer libre , sin prejuicios. Y ahora  sientes que tu vida personal es un balancín que se mece al compás de los días.  A mitad de camino  se paró para ver pasar a un viejo que iba montado en un tractor. Era el tío Pepe.  Movía las manos para que me apartara del camino y  me tiró un piropo de aquellos que te hacen sonrojar. No pude evitar reírme cuando el pobre se quiso hacer el interesante y se levantó del tractor  para hacerme una gracia. Pobre tío Pepe .


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Pisaste el acelerador y la máquina tiró a toda marcha mientras tú perdías el equilibrio y te caías hacia atrás. Te pegaste un buen porrazo en el coco y  gracias a que pude ayudarte cogiendo el tractor y parando el motor.  Me encantó  ver tu cara de pena . Sentías que habías hecho el ridículo y aún resultabas más patético cuando intentabas ligarte a una jovencita que podría ser tu hija. Porque Pepe , ¿ tú ya tienes los sesenta?  ¿ O  los cumpliste al saber que tu hija se había metido heroína por las venas? La libertad es un precio que se paga demasiado alto. La niña murió de una sobredosis y nadie se acordó de ampararla a la salida de una discoteca. Le salió sangre por la nariz y tuvo unas convulsiones terribles que le machacaron la vida en pedacitos de hojalata movidos por el viento. Seguí mi camino hacia el hotel con una pasividad asombrosa. Mi mente estaba  realmente confusa , divagaba entre pensamientos confusos y diversos. Era un maremágnum de ideas que viajaban del polo sur hacia el polo norte sin ninguna conexión aparente y siempre con la niebla rodeándome a mis espaldas. Atravesé el pueblo  y me paré a contemplar  a una vieja que  murmuraba frases sin sentidos y miraba hacia al vacío con la mirada perdida.




Del hostal salían varios turistas ingleses que pensaban realizar la ruta de Don Quijote a su manera ; visitando cuatro casas viejas y un establo medio derruido donde los pueblerinos habían montado un negocio muy lucrativo.  Los turistas eran dos parejas de mediana edad con sus respectivos hijos. Las mujeres iban con unos vestidos floreados y los hombres , con unas bermudas a cuadros escoceses. Estaban para hacerles una foto. María se los quedó mirando. Su rostro , un interrogante blanco  y sin punto.  Miró el reloj y vio que eran las nueve y cuarto. Ya habían pasado diez minutos y su chico no aparecía. Estaba pensando  en entrar al hostal y preguntar en recepción cuando lo vio aparecer.  Corrió a abrazarla con ímpetu  pero ella se resistió con frialdad. Estaba cansada de tanta pantomima barata.

-¿ A qué has venido  si ni siquiera quieres darme un abrazo ? - Sergio la miró con una desilusión patológica que se prolongaba en ondas expansivas hasta caer en un cubo de arena.

-Quiero dejarlo.

-Dejar qué.

-Lo nuestro. Nuestra relación. O lo que tengamos.

-Pero Marieta  - te apartó un mechón de pelo que te tapaba los ojos – no  entiendo qué te pasa últimamente. Estás nerviosa.




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Luisa cogió las llaves y abrió la puerta de su  casa con una seguridad inusitada. Tenía la firme convicción de estar haciendo algo importante en su vida. No miraría atrás  jamás. Cogió las bolsas de tela y sus pasos sonaron a badajos verdes y azules que ahuecaban la vida entre metales religiosos. Ding , Dong , Ding , Dong…  Los pasos de semana santa y el nazareno al que cuidaste cuando era joven . Te acuerdas de tu primera comunión , del vino sagrado y las mentiras que tuviste que escuchar antes de llorar , en tu casa. Habitaciones blancas y tú eras una niña inocente que nunca había visto a un hombre desnudo. Te casaron pronto  y te hiciste mujer antes de tiempo. La música que escuchabas era de un maestro de la copla  y recuerdas a tu hermana , la que vivía en Córdoba , toa vestidita de faroles y dándole un manteo a la cola .Tienes más miedo que pena  y más desamor que irrealidad. Paquita podría haber sido una gran artista  pero sus sueños se truncaron cuando  madre enfermó y Luisa tuvo que cargar con su enfermedad. Ella aún se libró porque estaba ya casada y con dos niñas cargadas en las espaldas. Si tu gente no me quiere , ni a ti te traga la mía , ¿ Por qué tú te has vuelto loco y yo estoy loca perdida? El tablao vibraba con los zapatitos de tacones  que destrozaban la madera  en polvo de oro fino. Y el aliento a vino blanco que sale de  esas bocas que cantan al buen salero  , al pan y a las mujeres bonitas. Si tu manolillo te hubiera querido más – piensas- hoy no estarías limpiando la mierda de otra gente. Y es que tienes ansias locas de recuperar los negativos que tiraste a la basura. La vida de Sofía no habría sido la misma si le hubieras dado más libertad . Con los niños fue distinto , pronto se echaron novia y salían de casa cuando querían. Pero Sofía … nunca te remorderá tanto la conciencia como cuando pienso en ella. Soltera y ya preñada.  ¿Qué va a ser de mi hija? , ¿ quién le va a echar una mano sin una vida decente? Ay mi niña , ay , ay , ay , ay y ay. Sonaron las campanas de la iglesia mientras Luisa marchaba por la carretera de grava que conducía a la casa de su amo , su casa , la única que le había dao chicha para su gente.





El plano le gustaba. Había dado muchas vueltas hasta encontrar el lugar adecuado. Era un paraje solitario , a unos cuatro kilómetros de la casa. Un rincón perdido en el “bosque de pinos” , un lugar tranquilo y misterioso. Había un árbol viejísimo del que colgaba un columpio de madera que estaba enmohecido y medio roto. Berta buscó un ángulo desde el que pudiera obtener una imagen completa.  Se sentó y dibujó cuatro  líneas.  En el medio debía situar al árbol  y , alrededor , se inventaría alguna figura humana en actitud meditativa. Quizás ella misma podría introducirse en el cuadro . Se podría situar justo debajo del tronco, con una hoja de papel en la mano y un  lápiz de punta fina en la otra. También podría inventarse el momento del día. Aunque en aquel lugar siempre se respiraba una oscuridad húmeda , ella dibujaría un paisaje alegre y primaveral. En  el bosque de pinos , las copas de los árboles impedían la entrada de la luz solar. Tan sólo en algunos momentos del día , especialmente a media mañana, entraban algunos rayos.

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Su abuelo les decía que jamás se adentraran en el bosque , que era un lugar peligroso. Hacía muchos años había desaparecido allí una niña de ocho años  y jamás se había vuelto a saber de ella. Esto , por supuesto , son cuentos que explicaban los mayores para que los niños no salieran de casa. Pero recuerdo que a nosotras dos no nos producía ningún efecto parecido al miedo , más bien lo contrario.  Cuando Luisa y el abuelo dormían la siesta profunda de las tres de la tarde , ellas salían en busca de la niña perdida. No la encontraron nunca  pero el rato de risas que pasaban juntas era inolvidable. Por muy distinta que fuera su hermana , por mucho que a veces se discutiera y pasaran meses sin verla ,  Berta no podía evitar quererla.  No entendía la manía que le había pillado a Pedro. No pretendía que se fueran a comer juntos  pero  María podría intentar un acercamiento. En el fondo , los dos querían saldar cuentas.  Borrar el pasado y mirarse sin el rencor que  carcome la esperanza y te deja muerto. Berta meditaba . Y meditaba.




¿Hay alguien ahí dentro? Picó a la puerta pero nadie le contestó. Y ahora , ¿qué? Dejó las maletas en el porche y se sentó en las escaleras principales. Llevaba una falda azul que le había regalado María para su cumpleaños  y una camiseta negra , de tirantes. A enseñar pecho , que es lo que se lleva. Y a sus años todavía podía conquistar a algún buen mozo. Si es más jovencito que ella , pues mejor , y a darle alegría al cuerpo , que para eso se viven dos días y uno está ya pasado. ¿ Cómo saldría adelante? Pues como siempre lo había hecho , por ella misma. Oyó el ruido de la verja y vio venir a María por el jardín. El rostro , triste y preocupado. Cuando se fue acercando y vio las maletas en el suelo , soltó lo que nunca se puede imaginar uno cuando intenta escribir una escena de estas características. No sale en las novelas. No sale en los cuentos. Sale aquí.

-¿ Qué hacen esos bultos en mi puerta?


Luisa se los mira como si no los hubiera traído ella y se alza erguida. De repente  se le cae el mundo porque le viene a la mente la idea de no ser bien recibida. Su cara pasa de la ilusión a la estupefacción más absoluta.

-Yo es que ... Hoy ya no he aguantado más y me ha entrado un arranque. Mira…


María coge los bultos  y abre la puerta.

-Bendita vieja renegrida , se te podía haber ocurrido hace diez años atrás. Pasa pá  adelante y no cambies de opinión.



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-Ay la madre que te parió . Por un momento me veía haciendo autostop hasta Madrid- Luisa se ríe a carcajada limpia mientras entra en la casa.


-¿ Dónde dejo las maletas?

-Ahora te las llevo al cuarto de invitados.

-¿Y Berta?

-Pues no sé. Yo es que he salido temprano y no he llegado hasta ahora.

-Esta niña me tiene preocupada. Muy preocupada.




Nadie puede acceder al pensamiento íntimo de cada individuo  y quizás sea esa la mayor libertad individual que exista. Aquello que se piensa y nunca se dice es el bien más preciado del ser humano. No hablo por miedo a callar la última palabra  porque la última puede ser la más dañina. Y lo que pienso se queda dentro a la espera del momento más adecuado. Los personajes de esta historia son pretextos , monigotes que hablan  por boca de su dueña. Nada de lo que aquí escribo está planificado. Es un ensayo de piezas. Un experimento sin más alcance que el que yo quiera darle. Berta y María  son  los dos reversos de una misma moneda . Y la trama  está hecha a base de improvisación y sentimiento. Pero , sin embargo , es mi historia  , y , aunque esté escrita al ritmo de una vida vestida de calle , no puede terminar sin más. Hay que coger de un hilo y tirar fuerte hacia dentro , muy hacia dentro. Entonces llegará un momento en el que hilo no de para más y haya que cortar. Pero  mientras eso no pasa , mucho mejor si  continúa. Nunca he entendido por qué nos empeñamos en  leer los libros empezando por la primera página. Si comenzáramos por el final , el placer de la lectura sería distinto. No sentiríamos la necesidad de leer rápido para satisfacer la necesidad de saber el desenlace. Podríamos entonces detenernos en los pequeños detalles , recrearnos en las descripciones y en los adjetivos. La palabra azul es cristalina , y ,  si la escucho de los labios de Sergio , tengo la sensación de que se  enciende una luz y la aspereza de la ropa prende fuego. Brilla el amanecer azul celeste. Los fuegos artificiales de Islandia son azulados. Azulima rompió a llorar cuando le dieron la mala noticia. El primer azul está enturbiado por el segundo adjetivo , compite con él y pierde fuerza. El segundo , en cambio , está aislado y reina. Nos imaginamos unos fuegos azules que caen al mar , al hielo de la isla. Y el azul se apodera también del nombre propio y pinta el cielo de un pobre país sudamericano .Mi escritura comenzó un día de junio. Era verano y apretaban las gomas de la ropa. Me dejé caer en una silla y vi un libro en blanco. Pensé que tenía que ser rellenado por alguien  y me dije que ese alguien tenía que ser yo. Cuando quise coger el libro , una voz a mis espaldas me susurró flojito que esperara. Era mi editor.

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Sólo le interesaba el negocio que se podía montar alrededor de un best-seller. Y jamás se permitiría la humillación de un fracaso. Si su editor no quería publicarle el libro , sería ella quien lo hiciera. No disponía de suficiente dinero  pero ahorraría lo necesario para que aquella última trama viera su fin. No existen escritores , sólo  hay personas con el afán de escribir.




Ricki pasó a recoger los guantes sobre las ocho de la tarde . Se encontró a Luisa y a  María esperando la  llegada de Berta. Iban de un lado para otro y les resultaba difícil pensar con claridad.


-          Vamos a ver , ¿ no os ha dicho dónde iba? María , ¿ no te ha comentado nada?

-          No. Ella nunca dice lo que hace . Conozco por dónde se mueve porque me lo dice después. Pero me extraña que no haya llegado…

-          A lo mejor ha ido al pueblo y se ha encontrado con alguien conocido. No sé. ¿Se ha llevado el móvil?

-          No , lo tiene encima de la mesita de noche.

-          Si dentro de dos horas no está aquí habrá que hacer algo.

-          Dos horas , ¿ pero tú estás loco? – Luisa , que estaba sentada en un rincón del sofá,  se levantó y movía los brazos de un lado para otro en señal de desaprobación.-  Dentro de dos horas mi niña  puede estar muerta.

-          ¡No digas eso! , ¿ me entiendes? No vuelvas a decir eso.

-          Estáis histéricas. Lo primero que deberíais hacer es conservar la calma. No arregláis nada si no pensáis con claridad.

-          Son las cuatro de la tarde y no está aquí , ¿ cómo quieres que estemos , Ricki?

-          María ,  lo que intento decir es que no debemos precipitarnos.




Había oído un ruido extraño que la despertó de su ensoñación. Dejó los bultos debajo de una roca hueca y comenzó a andar hacia  aquella dirección.

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Era parecido al ruido de alguien que rompe unas ramas secas y las tira al suelo. A medida que avanzaba perdía el sentido de la orientación. Se adentraba cada vez más en el bosque y  los árboles se hacían  cada vez más espesos. Oyó un gemido a sus espaldas y se giró pero no vio nada. Era un grito , ¿ qué otra cosa podía ser?  


-          ¡ Hola! , ¿hay alguien ahí?

Nadie le contestó. De repente  toda la tranquilidad que sentía se convirtió en inquietud.  Dio varias vueltas sobre sí misma  y se dio cuenta de que no sabía cómo regresar. No , Dios , esto no me puede estar pasando a mí. Son cosas que pasan. Debes  conservar la calma. ¿ Por qué he tenido que  meterme donde no me llaman? De nuevo,  el gemido. Acentuó los oídos intentando averiguar la naturaleza de aquello que oía. Porque no era su mente. Eso era imposible. Ella no estaba loca. Parecía el llanto de alguien que sufría mucho. Quizás el llanto de un adulto. No , era agudo y penetrante. Era el llanto de un niño.

-          ¡ Hola!

-          ¿ Me oyes?


-          ¿ Por qué lloras?

No se atrevía a dar un paso más . Si se adentraba más en el bosque, empeoraría la situación. Y mirara donde mirara sólo veía árboles en hileras y un paisaje triste y agujereado. Se  hundió en la desesperación más absoluta. Quería llorar también ella  pero no podía. Se sentó bajo la sombra de un pino y aguardó a que vinieran a buscarla. Respiró hondo  y se convenció a sí misma de que sabría encontrar la solución.  El piar de unos pajarillos le devolvió parte de la tranquilidad. Apoyó la espalda en el tronco y cerró los ojos. Estaba medio dormida  cuando volvió otra vez el llanto. Ahora más cercano y dolorido que nunca. El vello de sus brazos se erizó y la boca se vació de saliva. A la mente le vino la historia que le había contado su abuelo. La de la niña perdida. Vio la cara de la niña sin verla y lloró ella también como nunca había llorado. Cómo lo haría un chavalín de quince años al que acaban de quitarle la novia. Se acurrucó todo lo que pudo mientras  lágrimas silenciosas resbalan por su rostro .



-          Ya no aguanto más. Si no das tú el aviso ,  lo daré yo.

-          Sí . Esto comienza a pintar feo.

-          Ay , la niña , ¿qué  le habrá pasado?

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-          Luisa ,  cuida de María . Yo me voy ahora.

-          ¿ Qué vas a hacer?

-          Voy a ver qué ha ocurrido. Les pediré a mis amigos que me ayuden a buscarla por el pueblo. Haremos un rastreo intenso con las motos.

-          Tendrías que llamar a la guardia civil. Ellos sabrán qué hacer.

-          Podemos intentarlo nosotros. Somos un grupo bien grande.

-          Vosotros mismos. Si es algo grave , no podríais solucionarlo.

-          Estaos quietas y atentas al teléfono ,  ¿vale?  Ah , otra cosa…

-          ¿¿ Qué ???

-          Preparad una mesa para unas doce personas. El vino que sea crianza , y la carne de ternera para arriba. ¿ Vale , guapas?



Las ruedas de las motos se quejaban del permanente contacto con las piedrecillas del camino. El grupo de moteros rastreó todo el pueblo  pero no la encontraron. A Gusta , uno de los más jóvenes , se le ocurrió que podían mirar por el bosque de los alrededores. Les quedaba combustible suficiente para hacer una última intentona. Todos aprobaron la idea. El ruido de las motos es ensordecedor. Se paran las mujeres que acuden a las fuentes a  llenar de agua los botijos. El olor del cuero y de metal  irrumpe en las aldeas y los aceites del motor dejan una estela  de charcos tras el paso de los motoristas. Se  dividieron en dos grupos . Tres , los más intrépidos , se adentrarían en el bosque. Gusta y Fabián esperarían en la entrada y Carlos rastrearía por las lindes y estaría preparado para acudir a la llamada de sus compañeros. Tenían que encontrar a Berta. Si no estaba allí , darían la búsqueda por perdida y no les quedaría más remedio que llamar a las autoridades. Tenían que encontrarla. Ricki comenzó a sentir miedo cuando el sol se escondió y la oscuridad se adueñaba lentamente del día:


-Yo tiraré todo recto. Tú , Leo , tira hacia la derecha  y tú , Julio , hacia la izquierda.

-Dentro de muy poco será difícil buscar por aquí – Leo frunció el ceño y les dio la espalda a sus amigos. Miraba el camino de vuelta fijamente.



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-¿ Y qué quieres hacer? , ¿ nos vamos y dejamos que mi amiga se pudra  en el bosque? Si no quieres ayudarnos , te puedes largar .


-Vaya , el líder se nos ha mosqueao. Sólo digo que es peligroso meterse aquí de noche. Ni siquiera tenemos linternas para alumbrarnos. Puede que esté metida en una cueva , en un agujero . O puede que no esté aquí y nos perdamos nosotros.

-Ricki , creo que Leo tiene razón. No es conveniente…



Me dejaron solo en medio del bosque. En la mochila , sólo llevaba un machete para arrancar las hierbas que encontrara a mi paso y un mechero que me podía hacer de guía en los rincones más oscuros. Al principio  sentí que las piernas me flaqueaban  pero a medida que avanzaba saqué las fuerzas de la esperanza , que , agazapada entre las ramas , me aconsejaba que siguiera. Anochecía. La llamé por su nombre a gritos  pero nadie contestaba. Las fuerzas de mis músculos comenzaban a resentirse. Me paré a descansar un minuto  , y , por primera vez , me arrepentí de  no haber seguido a mis amigos. De pronto , un ruido. Parecía el crujir de unas ramas y los pasos de alguien. Me giré y una sombra se escondió tras un árbol.

-¿ Berta? , ¿ eres tú?

Nadie respondió. Fue una visión , fruto del cansancio y la desilusión. Entonces estaba convencido de ello  pero , cuando años más tarde Berta me dijo que había oído lo mismo , pensé que había en aquel bosque una tercera persona que lo sabía todo. Alguien que  nos había espiado y probó a jugar con nosotros. Seguí caminando. Un viento repentino y fastidioso hizo tintinear las hojas de los árboles. El campanilleo me recordó  los momentos con Alberto , mi fiel amigo. Jugábamos al gato y al ratón en la casona del amo. Él se escondía en un rincón de la casa y hacía sonar una especie de campanilla para despistarme y evitar que lo sorprendiera. El viento paró de inmediato ,  y , en su lugar, se instaló un silencio cadavérico. Noté el vacío en mis huesos , lo noté en la punta de la nariz , que rastreaba cualquier olor que no fuera el aséptico que despedía el bosque.  Empecé a tatarear la letra de una canción infantil para ahuyentar el miedo y el frío. Al principio , la cantaba flojito , sólo para mí. Era mi único acompañante , el mejor aliado. Cuanto más desafinaba , más seguro me sentía de mí mismo. ¿ Lo veis , árboles , que no podréis dominarme? Nada de este lugar me afecta lo suficiente como para retroceder. No lo haré porque tengo la firme convicción de que la tenéis aquí . ¿ Dónde la tenéis? A pocos metros , un ruido extraño me hizo detenerme en seco. No era demasiado perceptible  pero parecía humano. Tal vez fuera el aullido de un animal herido porque se prolongaba hasta finalizar en un llanto contenido de dolor y rabia. Pero  en aquellos momentos de duda y recelo   el rostro de Berta riéndose de mis ocurrencias surgió con mayor fuerza que nunca.


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-¡ Berta!!

Y se hizo el milagro. Oí la voz de mi amiga a escasos metros pidiéndome ayuda. La encontré  arrinconada bajo un árbol. Estaba temblando y observé  que sus ojos despedían los últimos destellos de fe . Me acerqué a abrazarla y a preguntarle qué le había ocurrido.  Tan sólo hacía seis horas que había desaparecido y su aspecto era el de una persona que llevaba mucho tiempo perdida. Estaba más delgada y su cabello despedía un olor a  hojas muertas. La tez de su piel , más bien morena , era ahora blanca. Intentó decirme algo pero no pudo. Al cogerla entre mis brazos  noté  cómo  sus  fuerzas se debilitaban hasta que caían a un horrible precipicio. Cayó dormida en mis brazos en aquel largo camino de regreso.



Viajas en coche a través de un túnel que  no termina nunca. Es un túnel negro , de óxido y luces fosforescentes. El túnel se alarga a medida que conduces  , y , cuando ya ves la luz del exterior , los focos del automóvil parpadean y proyectan sus líneas difusas hacia unos metros más de tierra subterránea. Serenidad y calma. Algunos fragmentos de tu vida en sesión continua . Los puedes ver en las paredes del monstruo: El día de tu bautizo , las noches de la infancia sentada en un taburete mirando por una ventana cómo tus padres hacían el amor con desespero , la adicción de tu hermana, la escritura , los viejos patines de mamá. Tu vida sigue pasando hasta llegar a tu primer amor , el chico que siempre te ignoraba y aquél otro que suspiraba por ti y al que jamás dedicaste unas palabras de consuelo. No me molesta que hablen de mí a mis espaldas. Lo que más me enciende es que me señalen sin causa. Te apuntan con el dedo y te injurian sin que nadie entienda por qué vistes así , por qué olías a perfume de vieja con sólo veinte años. A medida que despertaba , veía cosas maravillosas.  La vida. El rostro de su hermana mirándola con impaciencia. Al otro lado, un señor de bigote gris  y bata blanca le tomaba el pulso.


- Vaya , vaya , señorita Berta. Nos ha dado un buen susto. – El médico abre los ojos como platos y acerca su rostro al mío.- Abra la boca y respire hondo. Ajá , sí , ya veo , bien , perfecto. Uhhh. Tiene caries  y unos dientes algo deformados. ¿Visita con frecuencia el dentista?


Tenía a un hombre que casi había metido su nariz en mi boca y que despedía un olor a no haberse duchado en unos cuantos días. Su pelo , pegado a manchurrones de grasa , se peleaba con la calva.  Era Roberto , una insignia en franca decadencia.  Se levantó y le dio a mi hermana un papel con algo escrito. Se despidió de mí con una sonrisa que mostraba al descubierto cuatro perlas negras que bailaban un vals acuático con música de Mozart. Salió por la puerta y detrás , siguiéndole con apuro , mi hermana.  La habitación se quedó vacía y fijé los ojos en la pared antes de que el sueño volviera a sumirme en la ilusión de su inexistencia.

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-Debería verla un psicólogo. Esta joven tiene demasiados pájaros en la cabeza. Y si me dicen que la han visto llorar más de una vez …

Un psicólogo. El médico había dicho claramente que necesitaba un psicólogo. Esta niña ya era rara cuando nació. Miraba a los ojos de la gente con la seriedad de un adulto y la frialdad de un fantasma. Leía libros de tres en tres y nunca había tenido auténticos amigos. Era agradable  pero poco simpática.  Seca. Impenetrable. Luciérnaga sin luz.



Luisa guardó su ropa en el armario de la habitación de invitados. Dobló las camisetas y las puso en  uno de los estantes.  Eran las dos de la tarde y hacía un día y medio que era libre. A la sorpresa inicial de su marido por su abandono del hogar, le siguió una indiferencia asombrosa después de  años de matrimonio.  Luisa se sintió ofendida a medida que pasaban los días  y  Manuel no se acercaba hasta la casona para hablar con ella. Porque estaba convencida de que Manuel sabía que paraba en la casa grande.  Era el único lugar donde la podían acoger con alegría y donde podía empezar de nuevo. Escuchó un ruido en el salón  y salió del cuarto arrastrando los pies , embuchados en unas zapatillas rojas  de lentejuelas y dibujos de florecitas.  En el salón   un joven  bien vestido hablaba con María.  No notaron su presencia hasta que no hubieron pasado unos minutos , durante los cuales pilló palabras aisladas y algunas frases sueltas. El hombre hablaba de una casa a la que  podríamos ir dentro de un par de semanas. Luisa  se dio cuenta de que entre ellos había algo más que una relación profesional o amistosa. María le dijo al hombre que su hermana estaba con ellas esa semana y que había caído enferma. “No cuentes conmigo” le había contestado  , y , en aquel momento , se giró y vio a Luisa que los miraba plantada al fondo de la habitación y con la boca abierta. Me disculpé y volví a mi cuarto con la sensación de haber hecho algo malo. Cerré la puerta y esperé hasta que el murmullo de las voces dejó de oírse.  Al cabo de un rato , alguien picó a la puerta.

-¿ Luisa? Soy María.

-Pasa , pasa.

-He preparado albóndigas de atún. ¿ Quieres que te traiga un plato?

-No . No tengo demasiada hambre.

-Por cierto , Luisa, creo que te debo una explicación por lo de hace un rato.

-¿A mí? No tienes que dar explicaciones a nadie   , y , mucho menos , a la mujer del servicio. Yo soy una simple sirvienta.

-Sabes que aquí eres como de la familia. No vuelvas a emplear esas palabras.


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-Perdona , estoy muy cansada.

-El hombre que has visto en el salón es mi amante.

-No sabía que estuvieras saliendo con alguien.

-No salgo con él . Me acuesto con él. Voy a echarle un vistazo a Berta.

María nunca había sido el tipo de persona que utiliza a los otros para beneficio propio. Desde pequeña había sido una persona demasiado buena y complaciente con los demás. Tenía una personalidad arrolladora , todo lo que le faltaba a Berta. Así lo había creído siempre Luisa. A Luisa no le entraba en la cabeza que María utilizara a aquel chico sólo para pasar el rato. Se levantó de la cama , cruzó la habitación  y fue a echarle un vistazo a Berta .






La vida tiene una extraña forma de jugarnos malas pasadas. Trazamos unos planes que obsesionan nuestra tabula rasa y le impiden pensar. Un viaje largo , una sonrisa , mi amor en estado crítico. Enfermedad fatal se siente cuando levantas una piedra y aparece otra. Obstáculos indefinidos. Sí , sí , sí y cientos de síes que acechan con sofocar tus rebeliones. No quería estudiar , no quería amar , no quería trabajar. Sólo el vagabundeo por esas calles de agua podrida y ollas a medio cocer. Bien sabes que me gusta esta historia. ¿ La del pirata? No . La otra. Otros tantos de ti misma y un fluir dormido agazapado entre punto y espacio. Te quiero. No apartes la maceta de sitio. Ayer dibujé un sol y una luna. Me los comí entre hora y hora. El gato que viene por la noche ha vuelto a  regar las rosas y los geranios blancos. Luisa sospecha que ahora soy Mr Hide. Glu , glu , glu , glu , glu , glu. ¡ Qué sed tenía! Mi amante me quiere quitar la ropa  y acariciarme los pechos. Lo dejaré. Aunque antes me tiene que dejar él . No soporto tanta intromisión. Le gusta el fútbol , la liga , los partiditos con pistachos al lado. ¿Cuándo se recuperará mi hermana? Las nubes están hoy más claras. Se diferencian  por sus formas cuneiformes. El presagio egipcio : una buena trama con la que dar el salto. Renovarse o morir. Y ella no iba a morir. No le faltaría dinero para  tirar sola. Hasta ahora se había entregado encantada. Pero cortar… Escucho el pitido del microondas y doy un respingo.



Es sábado. Ya han pasado cinco días desde que Berta llegó a la casa. Seguía delicada y aún le faltaban fuerzas para caminar. Llevaba dos días en cama y había mejorado. El color volvió a reaparecer en su rostro  y ya podía hablar sin tartamudear. Luisa y María se desvivían por cuidarla.

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 Le traían las comidas  y se quedaban largos ratos junto a ella para hacerle compañía. María evitó hablarle de las recomendaciones del doctor . Lo haría cuando se encontrara mejor. Luisa seguía creyendo que lo mejor era hablar del problema a Pedro. Él podría buscar el mejor especialista , alguien de confianza que la ayudara a cambiar su carácter. Un psicólogo. Berta era excesivamente tímida y desconfiada. Aborrecía a la gente porque le habían hecho demasiado daño. No soportaba a los aduladores  y sentía un asco increíble hacia el mundo. Dolor inmenso hacia sus enemigos. Rabia contenida por los amores desaprovechados. El viejo que es su padre no se acaba de enterar que ella , aunque nadie la crea , es fuerte. Conseguirá su objetivo. Luchará hasta que las fuerzas de los músculos se muevan hacia arriba y le revienten el estomago. La última dirección es un corazón roto y un miembro mutilado. No regresaría a Barcelona hasta que Pedro no la llamara.  ¿Qué se había creído ese miserable ? Ni siquiera había llamado  para preguntar cómo se encontraba. Pues que esperara mugriento si pensaba que se dignaría  a llamarlo. Tosió al tragarse un soplo de saliva. Tendría que encontrar trabajo si quería volver a la normalidad. No quería pensar . No necesitaba pensar. Oyó que Luisa la llamaba. La fiebre  había subido  y los ojos se le tornaron vidriosos. A media tarde apareció Ignacio por la casa. Era el hijo de Roberto , el médico. Vestía una camiseta y un pantalón tejano bastante ceñido. De estatura mediana y complexión fuerte , el más pequeño de los Torres  estrechó la mano de María:


-Está usted siempre atractiva , María.

-Gracias - María lo acompañó hasta el salón y le pidió que se sentara  pero el joven rechazó con la mirada cualquier tipo de atención.

-Le agradezco su amabilidad  pero tengo prisa.

-Y bien , ¿ qué se le ofrece?

Mi padre me ha pedido que le traiga este jarabe a su hermana. Como ayer le comentó que tosía demasiado , ha pensado que esto  le podría ir bien.- Le entregó una bolsa con un paquete dentro.

- ¿ Cuánto le debo ?

-Nada. Regalo de mi padre.

-No , eso sí que no. Dime lo que te debo.

-Ya le he dicho que nada. Mi padre no quiere que le cobre.

-Pero él tiene un negocio , no puede ir …


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-Mire , yo no me meto. Y me largo que tengo un concierto a las nueve.

                                                                                                                             
María lo despidió en la puerta mientras insistía en pagarle el medicamento. Cuando desapareció de su vista, sintió una punzada de dolor en el pecho. Le embargó una curiosidad morbosa hacia aquel chico. Recuerda el primer día que llegó al pueblo : El coche la dejó en una plaza. El conductor no bajó del autobús para ayudarla  con las maletas. Se limitó a abrir el maletero y a gritarle que se diera prisa porque tenía que ir  a comer. María cargó con las maletas arrastrando los pies y gimiendo de dolor. Pesaban demasiado. Caminaba unos minutos y se paraba para cobrar fuerzas. De cada mano  llevaba dos maletas y  , colgado del hombro , una bolsa de tela negra. Era mediodía y no había nadie en la calle.  Cruzó la carretera y casi le atropella un todoterreno  que no respetaba las reglas de velocidad.

- Por poco más y me mata-. El conductor paró el coche y se bajó para ver cómo estaba. Vestía una camisa deportiva y unos pantalones cortos.

 -¿ Cómo puede ir tan cargada? Ni un hombre como yo soportaría tanto peso-. Le pidió disculpas por haber estado a punto de atropellarla y le preguntó hacia  dónde iba. - Soy del pueblo , puedo llevarla en un momento.- María subió al coche y le indicó una carretera , a las afueras.

  -Ah , ya , la Casa Grande. Hace años que no para nadie por allí. Tengo entendido que tiene herederos , las nietas del viejo Narciso.- Me callé , creí innecesario aclararle que yo era una de las nietas. Abrí la ventanilla porque me estaba ahogando de calor y le pregunté el nombre.


-          Me llamo Ignacio , más conocido aquí , en el pueblo , por ser el hijo del médico.

-          ¿ Tienes hermanos?

-          No , soy hijo único. ¿ Los tiene usted?

-          Sí. Una. Vive en Barcelona.

-          ¿ Y cómo que va usted a la Casa Grande?

-          Soy una de las nietas del viejo.



La llamaba Luisa desde el interior de la casa. María removía el agua del estanque con un rastrillo de madera.

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Apartaba las hojas secas  , y , de vez en cuando , cogía una red para sacar algún pez muerto. Los Koi habían muerto. Entre ellos , el abuelo de todos. Medía  ochenta centímetros y se movía lentamente para no chocar con ninguna roca. María lo llamaba  “el dormilón” porque cerraba los ojos más que ningún otro. María sumergió una mano en el agua , y , cuando la sacó, la tenía completamente amarilla. El agua estaba infectada. Lo que no sabía es si se debía a causas naturales – es muy común que durante la primavera los virus de las flores infecten los estanques - o era producto de una mano intencionada.  Corrió hacia el salón y llamó por teléfono al detective Marlowe , el más sagaz de todos los viejos con capucha que pululaban por el casco antiguo de Barcelona. Apareció dos días después. Vestía  un esmoquin negro y le tapaban los hombros unas  pieles de zorro.  Se presentó con un bastón  negro , con el que picó a la puerta de entrada.

-          Te llamo porque mis peces han muerto de forma misteriosa.

-          ¿ Cuándo te has dado cuenta de lo ocurrido?

-          Hace una hora . Fui a quitar las hojas muertas con un rastrillo y me di cuenta de que el agua olía mal y tenía un color amarillento.

-          ¿ Mantienes  el estanque con los líquidos desinfectantes adecuados? Quiero decir , ¿no es posible que se te haya ido la mano con algún tratamiento?

-          Pues claro que no . ¿ Por quién me tomas? Nunca he descuidado mis peces y siempre he calculado las dosis de desinfectantes .

-          No pretendía ofenderte  pero debo sopesar todas las posibilidades. ¿ Me dejas mirar el estanque?

-          Sí , claro.


Abrí la puerta de madera y pasamos a la parte posterior del jardín. Anochecía. Los gigantes de la noche graznaron hasta que la envidia siniestra del día los hizo enmudecer. El detective  Marlowe se acercó al estanque y miró durante unos minutos el agua escarchada de amarillo. Los peces Koi flotaban con las órbitas de los ojos desencajadas y las escamas ennegrecidas. El proceso de putrefacción había empezado. Observé cómo Marlowe sacaba una bolsa especial de su maleta de trabajo. Se puso unos guantes y sacó a los difuntos de uno en uno , metiéndolos en bolsas de plástico con el mayor cuidado. A continuación  extrajo unas jeringas y unos tubos de laboratorio de un maletín negro. Guardó las muestras en una tela de terciopelo negro.


-¿ Ya piensas marcharte?- María no pudo disimular su asombro.

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-Sí , por supuesto. Mañana mandaré las muestras al laboratorio . Dentro de unos días    llamaré para darte los resultados. Pero quiero que me hagas un favor.

-Sí , claro. Haré todo lo que esté en mis manos.

-Haz un repaso a tu vida. Recuerda a las personas que has visitado o frecuentado durante los últimos meses. Piensa en todo lo que has hecho durante las últimas horas  ,y , lo más importante , recuerda si tiene algún enemigo que ande suelto por el mundo.

-¿ Enemigos? Yo no tengo enemigos.

-Nunca digas: “ No tengo enemigos.” Hasta el más inofensivo de los bichos tiene enemigos.

-Vale , lo tendré en cuenta.



A María le molestó la advertencia de  Marlowe  pero no dijo nada más y lo acompañó hasta la verja. Se despidieron con la más cordial de las atenciones. ¿ Enemigos? María sólo tenía amigos que la habían decepcionado. Tenía conocidos que envidiaban su éxito como escritora  pero enemigos…  




Enemigos tiene todo el mundo , y , normalmente , suelen permanecer  muy cerca de nosotros. Nos oyen respirar. Vigilan nuestros movimientos. Nuestros enemigos son también nuestros mayores admiradores.

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